La comunicación gaseosa

La comunicación gaseosa

Lo que hace una semana era el fin del mundo, a la siguiente no existe. La sobreinformación y exageración mediática de cada noticia o acontecimiento nos llevan a que las burbujas desaparezcan en escasas días y horas. Y esto contagia a la política.

El Congreso, en una foto de archivo.Ricardo Rubio/Europa Press via Getty Images

Consumimos información por encima de nuestras posibilidades, tenemos tanto acceso a distintos medios de información y comunicación que no digerimos más allá del titular, tuit, whatsapp o tik tok de turno. Así se construyen los bulos, fake news o métodos de desinformación que soñarían los grandes intoxicadores de la opinión pública del siglo pasado.

Hace una semana nos atiborraron a imágenes, vídeos y noticias que nos anunciaban la parálisis del país por el parón patronal de los transportistas. España estaba desabastecida, Manolo era el rey de los transportistas sin tener un camión y estábamos abocados al caos. El Gobierno de Pedro Sánchez tenía sus últimas horas de vida y Vox iba a entrar en caballo, como el General Pavía, por la puerta del Congreso de los Diputados al clamor de la muchedumbre repleta de cazadores, agricultores y transportistas.

El periodismo que siempre predominó, ya sea de línea conservadora o progresista, se ha entregado en innumerables ocasiones a la premura e inmediatez

Siete días después todo ha cambiado. A Manolo ya no hay canal de TV que le llame, los supermercados y comercios siguen teniendo todos sus productos al servicio de sus clientes como ocurría hace una semana, los transportistas trabajan con normalidad y del colapso nadie se acuerda. Todo gaseoso y efímero, hinchado y bajado según el interés de turno que prime para dañar cuanto más sea posible al Gobierno. La verdad, los hechos y el resultado no importan. Lo que cuenta es la audiencia del momento, calcular cuánto erosiona en la convivencia política y social lo que dejan tras la comunicación gaseosa.

Contagiados por esa comunicación gaseosa se encuentran medios de información que trabajan la información, que analizan los matices y buscan las posturas divergentes. El periodismo que siempre predominó, ya sea de línea conservadora o progresista, se ha entregado en innumerables ocasiones a la premura e inmediatez. Y por extensión ha llegado a la política sin remedio todavía para evitarlo.

Una intervención del portavoz de ERC [Gabriel Rufián] es la suma de cuatro bloques inconexos uno con el otro

Los oradores en la tribuna del Congreso no hacen discursos, suman frases para el video que colgarán en las redes sociales con una frase llamativa, cuanto más agresiva y polarizante mejor. No hay oratoria, porque eso no se viraliza. No hay profundidad y contenido porque eso no vende en la comunicación gaseosa. Y voy a poner dos ejemplos, ajenos a mi partido para que nadie vea proselitismo; Gabriel Rufián y Ferran Bel.

Una intervención del portavoz de ERC es la suma de cuatro bloques inconexos uno con el otro, que cada uno está estructurado bajo la premisa de obtener una frase supuestamente ingeniosa que tiene su propio video con el cual difundir a medios y redes sociales. No hay fondo, solo forma. Eso sí, capta con su lenguaje la atención de todo tipo de medios que replican y difunden esas cuatro frases que ha ensayado frente al espejo antes de llegar al Congreso. Política gaseosa para una comunicación gaseosa.

Por otro lado, tenemos a Ferran Bel, portavoz del PDeCAT, partido escindido de Junts en Cataluña y que, tras no obtener representación en las elecciones autonómicas, tiene difícil su continuidad. Ferran es un orador sin papeles en la tribuna, parlamentarismo en estado puro, que estructura sus escasos minutos que le corresponden con una brillantez argumental acompañada de unas exquisitas formas. Altísimo contenido político en cada intervención suya. Al sr. Bel apenas le verán viralizados sus intervenciones y no tiene prácticamente ningún segundo en las TV, pero todos sus discursos, los compartas o no, van razonados, explicados y transmiten la esencia de la política. En el mundo de la comunicación gaseosa nadie mira al sr. Bel.

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Daniel Viondi (Madrid, 1975) es diputado del PSOE por Madrid