‘La vida es sueño’ o hubo mejores tiempos, pero no mejores actores

‘La vida es sueño’ o hubo mejores tiempos, pero no mejores actores

¿Está justificada esta expectativa? Lo está.

Alfredo Noval como Segismundo en 'La vida es sueño' de Calderón.Javier Naval

El todo Madrid teatral estaba esperando La vida es sueño de Calderón montada por Declan Donellan y Nick Omeron, los Cheek by Jowl. Una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que se puede ver en su sede madrileña, el Teatro de la Comedia, hasta finales de febrero de 2023 antes de que se vaya a Francia y después al prestigioso Barbican de Londres. Y que se estrena aquí con casi todas las entradas vendidas.

¿Está justificada esta expectativa? Lo está. Porque si fueron capaces de refrescar a Shakespeare para ofrecérselo al público sin desvirtuarlo. Era de esperar que refrescasen a Calderón haciendo lo mismo. No ha sido así.

Y eso que empieza muy bien. Con esa idea de que Segismundo, el protagonista de la obra, que ha vivido aislado del mundanal ruido empiece su famoso monólogo inicial con dificultades para hablar. Claro que alguien que se expresa como se expresa el personaje de Calderón no puede mantener ese tartamudeo más allá de los primeros versos, ni prosificando el texto como ocurre en esta producción.

Por si acaso alguien está perdido hay que recordar la historia. Segismundo, príncipe de Polonia, ha vivido aislado de la corte, encarcelado, porque al nacer se profetizó que sería un rey violento y agresivo. Un mal gobernante. Su padre, el Rey Basilio, como padre, quiere darle una oportunidad y cuando se hace mayor de edad lo libera para probarlo.

Lo hace de tal manera que el príncipe piense que está en un sueño, que la vida es un sueño, y si confirma la profecía poder dormirle de nuevo y llevarle a la torre en la que lo tienen encerrado. Mientras, sobrinos del rey y primos del príncipe venidos de lejanas tierras conspiran para quedarse con el trono. Extranjeros, al fin y al cabo, por lo que el pueblo los rechaza.

¿Suena a vodevil? ¿Verdad que no? Pues Donellan y Omeron piensan que sí y lo montan como si lo fuera. Para ello tienen una escenografía sencilla llena de puertas en el fondo del escenario con la que jugarán. Donde aparecerán los distintos personajes. En el caso de Segismundo desnudo mostrando su cuerpo más que su cara. Que anticipa una explicación sexual de la tragedia, un sexo reprimido, por el aislamiento, o bruto, por el descubrimiento de las sensuales cortesanas, que explique su violencia. Pero no, la cosa no va por el psicoanálisis pansexual.

Entonces fijémonos en la omnipresencia del Rey Basilio en escena que observa entre asombrado y aterrado, siempre con los ojos abiertos como platos, como la profecía se cumple. Y como todo su conocimiento, pues se trata de un rey sabio, de poco le sirve para detenerla y menos para salvar a su reinado amable y a su pueblo del rey tirano que será su hijo.

Tampoco parece que lo que se quiera contar sea el fallo de la sabiduría científica para el buen gobierno de lo público. ¿Puede que lo que quieran es hacer una comedia? Eso podría explicar la aparentemente sempiterna presencia en escena de Clarín, el criado gracioso y simpático que se encuentra con frecuencia en las obras del Siglo de Oro. Pues va a ser que no.

  Goizalde Núñez como Clarín en 'La vida es sueño' de Calderón.Javier Naval

Entonces ¿de qué va la propuesta? ¿Va de contar una historia de principio a fin sin más? Los pocos elementos escénicos trabajados metafóricamente, tan cargados de significados, indican que ese no es el camino. Desde luego las acciones y la composición de imágenes con la distribución de actores en escena no añaden mucho que se diga.

Incluso a la única canción que se oye durante la obra, Cuanto le gusta, le gusta, le gusta cantada por Carmen Miranda con dirección musical de Xavier Cugat, se repite tanto, que suena a la navideña All I want for Christmas is you de Mariah Carey. El caso es que nada parece llevar a algún lado. Quizás de eso va la propuesta, como dice la letra de la canción citada, de ponerse en camino, hacer las maletas, salir de viaje y hasta donde lleve. Sin destino y con un trayecto que tiene poco que ofrecer, el final de cada oveja con su pareja parece tan apresurado forzado como suelen ser los finales shakesperianos. 

Entonces, ¿queda algo? Sí. Queda. El trabajo actoral. Queda que a Goizalde Núñez, popular actriz televisiva, se le puede dar cualquier cosa y en cualquier circunstancia y hará reír. Algo de lo que se debieron dan cuenta Donellan y Omeron largo del proceso de montaje, por eso llega un momento que no sale de escena, que se la mantiene sí o también.

  Ernesto Arias como el Rey Basilio en 'La vida es sueño. de Calderón.Javier Naval

Que a Ernesto Arias se lo desaprovecha y que hay que confiar más en su intuición como actor. Pues en aquellos momentos de la obra en la que se le ve más libre, como el del discurso a los polacos, es decir, a nosotros, sus súbditos, brilla, incluso si no se le pusiese foco.

Ambos arropados por un elenco que resulta eficaz. Aunque el que se lleva todas las miradas es Alfredo Noval como Segismundo. Un actor que para nada ha estado escondido. Y, sin embargo, su competencia en este papel recibe toda la atención de la audiencia y sus más cálidos aplausos. Y que el público se pregunte que de dónde ha salido, de donde lo han sacado estos directores, como si fuera la primera vez que se le ve en escena. Un fenómeno natural.

Son todos ellos los que mantienen el interés de la propuesta. No importa que prosifiquen, a petición de los responsables del montaje. Y que de vez en cuando, en esa prosa les quede algún verso rimado, que por estentóreo parece un ripio. Algo que da miedo decir, pues el texto procede de Calderón, pero así suena.

Lo que viene a confirmar la tendencia observada en las últimas obras de Donellan y Omeron que se han visto en España. Una decadencia de su método. Un método muy influyente que les ha dado grandes éxitos, pero que parece que se les ha agotado de tanto usarlo. Algo que también da miedo decir porque se está hablando de dos grandes de la escena a los que nadie puede ni debería quitarles lo bailado y lo que han hecho bailar al espectador.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.