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"Que coman pasteles": una defensa del comedor universal y gratuito

Mejoraría la vida de toda la gente y que haría que esas familias con rentas superiores a los 100.000 euros al año que “lo pasan también muy mal” vieran cómo alguien “les da algo”.

Alumnos preparan sus bandejas en un comedor escolarFuture Publishing via Getty Images

En estos días, hemos visto cómo la presidenta de la Comunidad de Madrid y su Consejero de Educación están haciendo malabares discursivos para justificar las becas para que las rentas altas lleven a sus hijos e hijas a colegios privados. Lo hacen diciendo que es gente que “pagan muchos impuestos, no reciben nada y con la crisis van a tener difícil llegar a fin de mes”, como si a partir de cierta renta se te prohibiera hacer uso de todo aquello que se construye con el dinero aportado colectivamente vía impuestos (educación pública, sanidad pública, carreteras, parques, recogida de basura, seguridad…).

Llama la atención la preocupación por las familias cuando el Gobierno de Ayuso les niega plazas públicas en escuelas infantiles, pediatras en los centros de salud, acceso a atención temprana o medidas reales para la conciliación. Pero en el caso de que la preocupación del Gobierno de Ayuso sobre las familias y lo que ellos llaman “clases medias” fuera genuina, les proponemos una medida que mejoraría la vida de toda la gente y que haría que esas familias con rentas superiores a los 100.000 euros al año que “lo pasan también muy mal” vieran cómo alguien “les da algo”: el comedor universal y gratuito.

Hay muchos modelos de comedores escolares, tantos como países. Esto hace que podamos encontrar espejos en los que aspirar a mirarnos, que han concebido el comedor escolar como algo más que una prestación complementaria que financiar en un pequeño grupo de población más vulnerable, y han tratado de desarrollarlo con mirada universal. El caso paradigmático es el de Suecia, donde el proceso de implantación del comedor universal se utilizó para estudiar su efectividad; un reciente texto de NadaEsGratis, titulado El comedor escolar universal: política educativa de alto retorno recogía uno de esos estudios donde se mostró que la asistencia al comedor escolar se correlacionó con un mayor número de años de escolarización, una mayor probabilidad de cursar estudios universitarios y una mayor renta individual en la edad adulta.

Comedor gratuito y universal… ¿por qué universal?

La apuesta por hacer que los comedores escolares sean universales y gratuitos descansa sobre una visión clara y decidida por hacer que formen parte del derecho a la educación. Una concepción del comedor escolar como una forma de apañar la alimentación hasta las clases de la tarde o como una herramienta limitada a la conciliación (papel que, sin duda, desempeña de forma fundamental) no justificaría la universalidad; sin embargo, el comedor escolar ha de formar parte del proyecto educativo de los centros y su universalización y gratuidad es un ejemplo de buena política pública que actúa, al menos, a cuatro niveles: alivio económico a las familias, disminución de las desigualdades en materia de alimentación, mejora de la socialización de los niños y niñas, y mejora de la educación en el ámbito de la alimentación.

El coste total de universalizar el comedor y hacerlo gratuito sería de 475,8 millones de euros anuales, lo cual representa el 9,31% del presupuesto de educación de la Comunidad de Madrid

En primer lugar, la universalización de la gratuidad del comedor escolar supone un alivio económico para las familias, incluidas las de rentas medias, especialmente en el caso de que tengan varios hijos o hijas. Esta medida abunda en la idea de que las políticas públicas han de tener la capacidad de proveer a los ciudadanos de servicios básicos y, además, liberar recursos económicos para que las familias puedan dedicarlos a la economía real.

En segundo lugar, en un contexto de subida de precios y disminución de los salarios reales de la población, corremos el riesgo de que tanto el precio del comedor como el deficiente acceso a las becas sean una limitación a la hora de que muchos niños y niñas que lo necesiten accedan a ello, dificultando así su acceso a una alimentación variada y saludable.

En tercer lugar, el comedor es un ámbito de importante socialización en la infancia, y su universalización puede ayudar a que este proceso se realice eliminando barreras de acceso. La evidencia científica muestra que pasar más tiempo en la escuela tiene efectos positivos sobre el rendimiento escolar y el bienestar del alumno, especialmente en el alumnado vulnerable.

Además, y este es un aspecto fundamental, el comedor ha de ser visto no como una prestación, sino como una política educativa compleja integrada dentro de los proyectos de los centros y que, en la medida de lo posible, incorpore al alumnado en el conocimiento y proceso de la producción de los alimentos, su elaboración, la selección de los menús y su consumo, favoreciendo una relación de la infancia con la alimentación que sea saludable, respetuosa con el medio ambiente y les dote de una mayor autonomía. Además, en ciertas edades, la mayor integración de los comedores en los proyectos educativos de los centros puede favorecer que se conviertan en lugares privilegiados para la detección de trastornos de la conducta alimentaria en ciertas edades.

En ciertas edades, la mayor integración de los comedores en los proyectos educativos de los centros puede favorecer que se conviertan en lugares privilegiados para la detección de trastornos de la conducta alimentaria en ciertas edades

De la misma manera que nadie pregunta si la enseñanza de las matemáticas o la lengua han de estar financiadas solo para quienes no se lo puedan pagar, el comedor ha de ser universal como una parte fundamental del proyecto educativo (aunque, a diferencia de las matemáticas o la lengua, no sea obligatorio, claro está).

¿Y esto se puede pagar?

En un reciente informe publicado por Educo se calculaba el coste de universalizar el comedor en los centros públicos de educación primaria en 1.664 millones de euros anuales. En el caso de la Comunidad de Madrid, que es donde hemos aterrizado esta propuesta, hay 554.490 alumnos entre el segundo ciclo de educación infantil y la educación primaria, tanto en centros públicos como centros concertados. El coste total de universalizar el comedor y hacerlo gratuito sería de 475,8 millones de euros anuales, lo cual representa el 9,31% del presupuesto de educación de la Comunidad de Madrid.

En el caso de hacer una implantación por quintiles de renta, incorporando a un 20% del alumnado a esta medida, supondría un aumento anual de 95 millones de euros, o lo que es lo mismo, un 1,86% del presupuesto de la consejería. Por comparar con algo, esto sería 32 millones de euros menos que lo que la Consejería destina a becas para estudiar educación no obligatoria en centros privados.

“Que coman pasteles”, dicen que afirmó María Antonieta tras saber que los campesinos no tenían pan para comer. Unos siglos después, vivimos en una comunidad que ante la vulnerabilidad de la infancia dice “que coman telepizza” y ridiculiza cualquier opción de cambio. Más allá de desprecios hacia quienes más necesitan un gobierno y medidas dadivosas hacia quienes más tienen, hacen falta medidas que vayan más allá de una simple prestación. El comedor universal y gratuito es una de esas medidas, con amplitud de miras, deseable, posible y a la que es muy difícil encontrar aspectos negativos.