Sánchez y el madrileño que salió un momentito a comprar vino y apareció en Murcia

Sánchez y el madrileño que salió un momentito a comprar vino y apareció en Murcia

EFE

Lo leí el otro día: la policía local de Murcia encontró a un señor de 89 años, despistado y desubicado en esa ciudad. No sabía de dónde venía ni en dónde se encontraba. Tras las pesquisas, una vez que el hombre se hubo tranquilizado, se averiguó que había salido de su casa de Fuenlabrada 24 horas antes, a principios de mayo, a comprar, en el supermercado de la esquina, supongo, una botella de vino, que en efecto compró, porque la llevaba en el coche que conducía, y el pobre acabó en Murcia, en la Avenida Juan de Borbón. A 399.5 kilómetros de distancia por la A-3 y la A-30.

De inmediato encontré una musa metafórica que me explicara la actitud y el comportamiento del ex secretario general del PSOE, el madrileño Pedro Sánchez. Salió un momento de la FSM a conspirar, acreditado deporte autóctono, se vio elegido secretario general y candidato en unas primarias, que son como un volador enrabonado (cohete de feria con la caña doblada como los dientes de un serrucho) y apareció el 20 de diciembre de 2015 desorientado y sin saber qué hacer tras un serio fracaso electoral: no solo no mantuvo los votos de Alfredo Pérez Rubalcaba, sino que si su antecesor había llegado al suelo, y no por sus propias e intransferibles culpas, precisamente, él excavó hacia abajo y llegó al subsuelo. Y siguió bajando, en la siguientes generales de junio de 2016, y en las noches tristes de Galicia, País Vasco, Cataluña... y en las encuestas. Totalmente underground.

Además, muy desorientado; cada vez peor. Intentó formar gobierno aprovechando que Mariano Rajoy hizo dejación de su responsabilidad y dejó plantado al rey. Nadie entendió al político gallego, pero algunos llegaron cerca. Pero, sobre todo, han sido los acontecimientos posteriores los que permitirían esbozar una teoría de la conspiración de doble asa, o de la tenaza. Como suelen decir los gallegos, "chamalle burro o cabalo".

Pasando por encima de episodios tan inexplicables como los expedientes Xs de abducciones alienígenas y esas cosas de otros mundos, ¿no sería aquel mutis del señor de Pontevedra, que no entendió ni Felipe VI, el primer episodio de una entente mentalista entre Rajoy y Pablo Iglesias?

Ya está más o menos demostrado, indicaciones hay de sobra, que el PP se puso en contacto con el Grupo Planeta para que -aún vivía, pero in extremis, José Manuel Lara-, a través de La Sexta, se "descremara" un poco al PSOE, lanzando a Pablo Iglesias y a su manada de miuras, que acometían como los toritos bravos en los sanfermines a todo lo que se moviera, camino del ruedo (que viene a ser como una parábola del Sistema). Descremando, descremando, se sacó la pasta del tubo de dientes.

Sánchez no ha entendido aún que, simplemente, tuvo la suerte de estar ahí; pero la perdió y se convirtió en gafe cuando no quiso ver que se adentraba en arenas movedizas que se lo tragarían más mientras más avanzara.

Vistos los acontecimientos con perspectiva, y esto es pura prospección, podría especularse razonablemente con que la primera intentona de investidura de Sánchez fue forzada sibilinamente y por el método indirecto por Rajoy, que necesitaba desembarazarse de una alternativa con posibilidades del PSOE. El trabajo sucio lo hizo Pablo Manuel Iglesias votando NO a un Gobierno presidido por el socialista que, a su vez, desorientado, yendo de un lado a otro en busca de la luz, había pactado con Ciudadanos en lo que él creía, ingenuo, que era un mensaje que el presidente popular iba a atender. Y que Podemos, en cuya buena voluntad progresista confiaba, iba a aceptar. Melifluamente, Iglesias le dio una prórroga al PP "de la corrupción".

Pero el problema es que, para Podemos, el enemigo a batir era y es el PSOE, y no el PP, porque es obvio que ningún militante ni elector fiel a la derecha va a entrar o a votar a Podemos ni harto de whisky. "Harto de ron", se dice en Canarias.

¿Qué hacer? El señor de Murcia regresó a su casa, a donde lo llevó su familia dando por terminada su aventura. Como Sánchez no regresó a la suya, el Comité Federal lo hizo regresar cuando trató de a) acercarse a Podemos, sin darse cabal cuenta de que eso podría tener el mismo resultado que si le abrazara un oso resabiado de los montes del norte, y a su vez, b) ignorar los sucesivos epitafios dados sin compasión por el electorado y pretender organizar un congreso exprés para mantenerse como líder socialista. Se produjo entonces una especie de motín a bordo, clásico cuando la oficialidad del barco se da cuenta de que el capitán quiere seguir embistiendo a los témpanos de hielo, hasta el hundimiento final.

De repente, Mariano Rajoy constata que el PSOE está entrando en modo caníbal. Pedro Sánchez consigue agrupar a una parte importante de la militancia, que se engancha a la bandera aparentemente más coherente del 'No es No', esa porción humana inevitable que ve una bandera roja y se le activan los instintos sin darse cuenta de que los toros, por cierto, no embisten porque sean de derechas, sino porque son engañados por ese señuelo que aprovecha el torero para cansarlo y darle los estoques. El color rojo en la ideología va en el corazón y en el cerebro, por partes iguales, y no en el palabrerío o los símbolos trucados.

Sánchez emprende una cruzada y se comporta como un franco en Jerusalén. Tierra quemada. Su discurso no es un discurso de primarias, ni de congreso, sino una arenga a la lucha entre el bien y el mal. La luz contra las tinieblas. Naturalmente, él es el bien, el futuro luminoso, el éxito. Dejó al PSOE hundido, ha ido de fracaso en fracaso... pero transfiere sus culpas a la gestora... que con moderación y firmeza, contagiada por Javier Fernández, está logrando torcer la tendencia a lo subterráneo.

El discurso de Sánchez se ha revestido de una ideología de frente izquierdista que no tiene en cuenta que Podemos ya ha colocado las trampas en su camino –ahí tenemos la manifestación social embozada para defender una moción de censura en holograma, sin candidato, como exige la Constitución, sorpresiva y tramposa- y que no se corresponde con sus hechos anteriores: el 'No es No' que tanto arguye como causa de su sinrazón es falso: un 'No es No' sería muy matizado, muy light 0.0, con una alianza con Ciudadanos como la que pretendió.

El problema grave de las primarias en las democracias europeas es que la cultura política es distinta a la de EEUU.

Cierto, Ciudadanos no es un gruyère agujereado por la corrupción, como lo es el PP, pero es de centro derecha, tirando para la derecha, modalidad inteligente. Y como Ciudadanos es incompatible con Podemos, porque Rivera tiene las ideas claras, y como Podemos es incompatible con Ciudadanos, porque Iglesias también tiene las ideas claras, y un calamar gigante no se sacia con un chipirón, la estrategia de Sánchez flotará tanto como un barquito de papel en el Atlántico.

El problema grave de las primarias en las democracias europeas es que la cultura política es distinta a la de EEUU. Hacer que un partido abandone sus estructuras de representación y democracia interna, que han funcionado con notable alto más de un siglo, es un salto en el vacío. Siempre es un peligro cuando, en nombre de la libertad, se sustituye el conocimiento y la información rigurosa por la retórica y los impulsos primarios que anidan en las asambleas.

Sánchez no ha entendido aún que, simplemente, tuvo la suerte de estar ahí; pero la perdió y se convirtió en gafe cuando no quiso ver que se adentraba en arenas movedizas que se lo tragarían más mientras más avanzara. Para gobernar, no basta con ser querido en casa, ni con tener los votos sentimentales, demasiadas veces producto de una ensoñación como terapia de frustraciones de los militantes, sino que hay contar con más españoles que sus adversarios dispuestos a darle su confianza.

Una asamblea, aunque sea multitudinaria, no le puede torcer la mano a la realidad.

Comparen ustedes entre el comportamiento de Tomás Gómez, purgado con crueldad y hasta ahora sin motivos sólidos, más que la desafección, por Pedro Sánchez, con el comportamiento de Pedro Sánchez tras la mayoría del Comité Federal que consideró que les llevaba hacia el precipicio, la irrelevancia y el estallido, y que lo descabalgó mediante métodos excepcionales... pero en una situación excepcional.

En esa diferencia se observa el verdadero Sánchez. Un señor que salió a comprar el cuponazo y apareció en Babia, una comarca leonesa, cercana a Asturias, con abundante fauna, osos, lobos, zorros, corzos, conejos, liebres, donde los reyes de León solían pasar las vacaciones. El diccionario de la RAE lo explica: "estar distraído y como ajeno a aquello de qué se trata." Tal cual.