Análisis de las elecciones en Alemania: se rompe el histórico cortafuegos a la extrema derecha
Con el doble de votos que en 2021, los ultras de Alternativa por Alemania son ya la segunda fuerza en el Parlamento alemán. Friedrich Merz, del CDU, será el próximo canciller. La socialdemocracia del SPD se desploma y crece la izquierda de Die Linke.

Las elecciones alemanas han enviado de vuelta a su principio etimológico la palabra cortafuegos. Una vereda ancha, vaya, para evitar la propagación del fuego. Pero la metáfora histórica en términos políticos, esa norma no escrita según la cual no se pacta con la extrema derecha, carece de utilidad cuando casi el 20% de los alemanes han escogido a Alternativa por Alemania (AfD) como segunda fuerza política. Alemania ha desatado cualquier nudo que hubiera en el llamado cordón sanitario. Un elevado porcentaje de los electores alemanes han no solo normalizado sino aupado una ideología que no tenía tanto vigor desde el final del nazismo. Y Friedrich Merz, el con toda probabilidad nuevo canciller de Alemania, ha participado de ello.
Hace unas semanas, con la campaña electoral a punto, la derecha democristiana de Merz, el CDU, llevó al Bundestag, el Parlamento alemán, una restrictiva moción antiinmigración que salió adelante gracias a los votos de la extrema derecha. Nunca antes, desde la derrota de Adolf Hitler en la Segunda Guerra Mundial, un partido había pactado con la ultraderecha en Alemania. A apenas un mes de los comicios, el futuro canciller alemán, ganador en las elecciones de este domingo, no tuvo reparos en pactar con quienes dijo que nunca pactaría. La pregunta es... ¿Qué hará a partir de ahora?
Merz tiene prisa por formar Gobierno. En realidad, Alemania la tiene, muy lejos de la posición en la geopolítica mundial de la que gozaba, por ejemplo, en los inicios de la época Merkel. La importancia del país sajón ha quedado incluso relegada a nivel europeo. Merz no solo quiere sino que necesita un asiento al lado del presidente francés, Emmanuel Macron, incluso del primer ministro británico, Keir Starmer, ahora los líderes que tratan de recomponer Europa ante las últimas decisiones del presidente estadounidense. “El futuro de Europa es totalmente indiferente para Donald Trump”, dijo en la televisión alemana anoche, donde además se inclinó por una Europa independiente de Estados Unidos. Hasta puso en duda la existencia de la OTAN el próximo mes de junio y comparó a Trump con Putin. Respecto a las coaliciones, si no miente y mantiene su promesa de no conformar un Gobierno con la extrema derecha, lo más sensato es imaginar una alianza con el defenestrado SPD, que ha experimentado la caída más abrupta en estas elecciones, y Los Verdes.
Pero más allá de la decisión final que tome Merz, una suerte de político-empresario que llegó a ocupar un alto cargo en la gran empresa rentista mundial, BlackRock, Alternativa por Alemania ha sido la gran ganadora de las elecciones. La extrema derecha de Alice Weidel, una candidata que llegó a decirle a Elon Musk que Hitler era de izquierdas, ha duplicado el voto sin apenas tener que pensar su campaña. Como en el resto del mundo, la ultraderecha alemana, que coopta las redes sociales desde hace años, ha sabido aglutinar el malestar global pandémico. Ni siquiera han tenido necesidad de profundizar en sus posturas xenófobas. La inmigración ha sido el centro de la campaña, y es su terreno favorito, abonado además gracias a las diferentes acciones violentas que asolaron la campaña alemana. Como recuerdan en Der Spiegel, AfD, “que desde hace diez años presenta la migración como una amenaza a la seguridad interior, ha sabido presentarse como [la fuente] original”. Todo ello sin desdeñar además la ayuda del próximo canciller, que normaliza e imita sus posiciones ultras. La extrema derecha gana cuando los demás asimilan sus proyectos.
Otro que también se ha alegrado del resultado de la extrema derecha es, cómo no, Elon Musk, desde hace un tiempo el elefante en la cacharrería de la geopolítica mundial. Interferencia o no – Musk tiene un cargo en la Administración Trump –, el hombre más rico del mundo ha dedicado las últimas semanas a hacer campaña para AfD. Pidió, de hecho, a los alemanes que abandonasen “la culpa del pasado”. “Es bueno estar orgulloso de la cultura alemana, de los valores alemanes y no perderlos en una especie de multiculturalismo que lo diluye todo”.

Die Linke, la izquierda "gala"
Pero no todo es ascenso ultra. Como una suerte de aldea gala, Die Linke, la izquierda alemana, ha logrado algo que hace meses parecía inimaginable. Y ha sido gracias a la figura de Heidi Reichinnek, colíder y candidata, que supo vencer a la extrema derecha en su campo, las redes sociales. El voto conjunto entre Merz y la extrema derecha la situó en el centro de la política alemana. Su discurso crítico en el Parlamento alemán fue visto, solo en TikTok, por más de seis millones y medio de personas, unas cifras que no logran alcanzar Weidel ni su partido. Desde principios de año, además, la militancia de Die Linke ha crecido más que nunca en los últimos quince años. Hace semanas, las encuestas decían que la izquierda podría no entrar siquiera en el Parlamento, pero finalmente se han situado por encima del 8% (necesitaban el 5%).
El tándem formado por Reichinnek y Jan van Aken, un político que se presenta a sí mismo diciendo que no le gustan “los multimillonarios”, ha sabido corregir el agónico rumbo de Die Linke gracias a un discurso claro que ha encendido además la chispa de gran parte de la juventud, sobre todo mujeres, que se resiste a adherirse a las tesis de la extrema derecha. La izquierda alemana ha sido la fuerza más votada entre los menores de 25 años. Frente a una campaña con temas impuestos, además, han logrado introducir de nuevo en el debate la desigualdad económica. Y les ha funcionado, no así a Sarah Wagenknecth, la antigua figura de Die Linke que dividió a la izquierda montando una organización con su propio nombre y que, entre otras cosas, asimilaba también cierto discurso antimigratorio. La Alianza Sahra Wagenknecth (BSW) ha logrado entrar con apenas el 5%.
Si hay un claro perdedor en las elecciones, pese a ocupar el tercer lugar, es el SPD del hasta ahora canciller alemán, Olaf Scholz, a quien los alemanes han situado definitivamente como el principal responsable del declive político y económico del país. Los socialdemócratas esperaban una especie de milagro pero, siendo honestos, habían perdido hacía ya tiempo. La de Scholz, dicen en Taggespiegel, es la "historia de una decadencia".
Haga lo que haga Merz, el futuro Gobierno alemán no lo tendrá fácil. No solo ha de buscar su sitio en el tablero internacional sino tratar de resurgir de las cenizas de una coalición fallida. Y lo hará con un Parlamento mucho más polarizado. También con la población más politizada. La participación en las elecciones fue la más elevada desde la reunificación alemana.
