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Beirut marcha con ira y luto en el funeral de Nasrallah bajo el rugido de aviones israelíes

Beirut marcha con ira y luto en el funeral de Nasrallah bajo el rugido de aviones israelíes

El líder histórico de Hizbulá, fue asesinado el pasado 27 de septiembre en un ataque aéreo de Israel contra Dahye, en los suburbios meridionales de la capital libanesa.

Llegada de los féretros al funeral por el líder de Hizbulá, Hassan Nasrallah, celebrado este domingo en Beirut.
Llegada de los féretros al funeral por el líder de Hizbulá, Hassan Nasrallah, celebrado este domingo en Beirut.Thaier Al-Sudani

Decenas de miles de personas inundaron este domingo las calles frente al estadio de la Ciudad Deportiva, en los suburbios del sur de Beirut conocidos como Dahye, marchando para enterrar al líder del grupo chií libanés Hizbulá, Hasán Nasrala, y al que fue su sucesor, Hashem Safi al Din, ambos asesinados hace cinco meses por Israel.El líder histórico de Hizbulá fue asesinado el 27 de septiembre en un ataque aéreo israelí contra Dahye, en los suburbios meridionales de Beirut, seguido pocos días después por Safi al Din.

Ondeando banderas de Hizbulá y del Líbano, la multitud se movía al unísono con marcadas muestras de dolor y rabia, cuando aviones de guerra israelíes sobrevolaron la zona a baja altura, con un estruendo ensordecedor. Sin embargo, nadie se inmutó ni se dispersó. En su lugar, estallaron cánticos de "¡Muerte a Israel!", que convirtieron las calles en un coro que ahogó el sonido de los aviones.

Desafío frente a la intimidación

Zahraa, una de las miles de mujeres participantes, estalló en cólera en cuanto los aviones israelíes sobrevolaron el estadio de repente: "Si uno de nosotros va al sur y tira una piedra, el mundo entero se pone en nuestra contra (...) Sayyed (Hasán Nasrala) les asustó vivo e incluso después de ser martirizado, por eso están haciendo esto".

En las primeras filas de la marcha, la voz de esta mujer se elevó por encima de los gritos de los demás asistentes. Zahraa recorrió a la multitud con su mirada.

Con su voz corta el persistente rugido de los aviones. "Hizbulá es cada vez más fuerte. Si creen que han alcanzado el arsenal o las armas de Hizbulá, nosotros convertiremos a Hizbulá en un arma. Nosotros, la cuna de la resistencia, convertiremos a Hizbulá en un arma", dijo a EFE.

El dolor de una madre

Entre los manifestantes se encontraba una anciana que sufría una pérdida muy personal: es madre de dos mártires. Su rostro, una mezcla de dolor y orgullo, revelaba las complejas emociones que compartían muchos de los presentes. "Estamos aquí, pero sigo negando que Sayyed Hasán (Nasrala) sea un mártir. Mi corazón no está tranquilo", dijo a EFE. "Nuestros hijos, hombres, mujeres y hermanos, todos nosotros nos sacrificamos por Sayyed Hasán (Nasrala), la resistencia y nuestro país, el Líbano. Lo más importante para nosotros es la resistencia porque defiende a todos los libaneses sin excepción", agregó.

Mientras los aviones de guerra israelíes retumbaban sobre su cabeza, ella miró hacia arriba pero se mantuvo firme. "Los aviones de guerra pasan a nuestro lado, pero eso no nos asusta", dijo con sereno desafío.

A lo largo de la procesión, una mujer suní reflexionaba sobre el legado de Nasrala y la unidad que veía entre los manifestantes. "Estamos aquí para despedir a Sayyed (Hasán Nasrala), y esto es lo menos que podemos hacer. Hemos perdido a una gran personalidad que no puede ser sustituida en la historia", dijo. "Soy suní, y Sayyed defendió a los suníes en Gaza. Es una personalidad única". Mientras la multitud se arremolinaba a su alrededor, añadió: "Cada vez es mayor, y esperemos que todos seamos resistentes. La resistencia sigue siendo resistencia, y nadie puede borrarla".

Durante toda la marcha, la fuerza de operaciones especiales de Hizbulá, Radwan, estuvo visiblemente presente, pero emergió al final rodeando los ataúdes de los fallecidos. Vestidos con equipo militar completo, avanzaron con paso firme por las abarrotadas calles hacia la carretera del aeropuerto, donde Hasán Nasrala será enterrado.

Los asistentes avanzaban agitando banderas y entonando cánticos al paso de la solemne procesión, flanqueada por combatientes cuya presencia subrayaba la importancia del momento.