De castigar en público a Netanyahu a firmar una orden para blindar su seguridad: por qué Trump se toma tan a pecho Catar
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De castigar en público a Netanyahu a firmar una orden para blindar su seguridad: por qué Trump se toma tan a pecho Catar

Spoiler: sí, claro que hablamos de dinero, pero no solamente va de eso el asunto.

Donald Trump sella un gigantesco acuerdo de cooperación con el emir de Catar, Tamim bin Hamad al ThaniWin McNamee vía getty images

Estados Unidos considerará todo ataque armado contra el territorio, la soberanía o la infraestructura crítica del Estado de Qatar como una amenaza a la paz y la seguridad de los Estados Unidos.

Este párrafo encabeza la reciente orden ejecutiva firmada por Donald Trump para blindar la seguridad de algo más que un aliado estratégico. Porque con su mandato, el presidente de EEUU ha convertido la protección de Catar en un asunto personal. Cabe preguntarse por qué. 

Evidentemente, hay un enorme monto dinerario detrás de la decisión, pero no es un asunto exclusivamente económico. Porque no sólo el dinero hizo que Trump, en primera persona y en el mismísimo Despacho Oval, obligara a Netanyahu a telefonear al Gobierno catarí para disculparse por el ataque israelí contra integrantes de Hamás desplazados a Doha. 

El bombardeo, que mató a al menos un funcionario del país junto a miembros de Hamás, supuso un escándalo mundial por "violar el Derecho Internacional" al atacar a un país tercero, pero sobre todo una afrenta severa a un país clave por la paz en Gaza. Y pese a que Netanyahu llevaba semanas sin adoptar la menor responsabilidad, le tocó pedir perdón y verbalizar aquello de 'no volveré a hacerlo'. No faltan las fotos made in USA inmortalizando el momento. Porque Bibi será aliado... pero Trump no puede no demostrar que manda él.

El asunto era fundamental para Washington. Catar lleva, como Egipto, mediando por la paz y en busca de continuos altos el fuego en Gaza desde el comienzo de la guerra. Y con el ataque israelí, Doha dijo basta en su labor, algo inasumible para Trump. La Casa Blanca y él mismo se lanzaron a criticar el bombardeo hebreo, algo no muy habitual siendo EEUU e Israel países 'hermanos'. Pero ni eso silenció el enfado de Washington por herir a un estado calificado como "aliado" y hasta "amigo". Palabras aparte, Trump se guardaba un comodín mediático, gastado con inteligencia este lunes. En paralelo, y lejos del foco, llegó otro gran acto, la firma de la orden ejecutiva sobre seguridad. Un paso más allá en los lazos.

En el texto se habla de "una estrecha cooperación, intereses compartidos y la estrecha relación entre nuestras fuerzas armadas" y se hace referencia a "las continuas amenazas que la agresión extranjera representa para el Estado de Qatar". Por todo ello, EEUU llega a afirmar que "adoptará todas las medidas legales y apropiadas —y sí, eso incluye las militares— para defender los intereses" de ambos países. 

No son meras palabras. La orden recoge una "planificación de contingencia conjunta" entre el secretario de Defensa (aka 'de Guerra'), Pete Hegseth, con el estado catarí para garantizar una "respuesta rápida y coordinada" a "cualquier agresión extranjera". La última sigue siendo la de Israel, por mucho que Netanyahu haya pedido un perdón que no quería pedir.

Importa el quién, importa el dónde

Ubicado en pleno Golfo Pérsico y ante vecinos como Irán, Omán o Arabia Saudí, el multimillonario emirato de Catar es el gran amigo estadounidense en una zona crítica. En el país se sitúa la gran base militar de toda la región, la de Al Udeid. Se trata del 'territorio EEUU' más amplio por número de personal desplazado, cerca de 10.000 efectivos nacionales, y sirve de sede del Mando Central de EEUU para toda la región, con efectos desde Egipto, al oeste, hasta Kazajistán. 

Construida a finales de los años 90, cuenta con personal norteamericano desde comienzos de los 2000, que fue cuando se selló la alianza entre ambos territorios. Su importancia es tal, que en pleno conflicto EEUU-Irán en junio, esta base fue la elegida por Teherán para realizar un ataque más simbólico que verdaderamente dañino. Irán quería 'devolver' el golpe a EEUU y lo hizo dirigiéndose a la base militar americana en Catar. Una ofensiva avisada —algo que agradeció Trump—, que apenas dejó consecuencias materiales y que sirvió para cerrar el capítulo con cierto honor para el régimen de los ayatolás. 

Toca hablar de la otra gran 'pata' del hermanamiento EEUU-Catar. Porque obviando las violaciones de Derechos Humanos que ocurren en el país que acogió entre escándalos el Mundial de fútbol masculino de 2022, los dos Gobiernos han cerrado recientemente un más que cuantioso acuerdo comercial. 

La gira de Donald Trump por los países aliados en el Golfo en mayo, con Emiratos, Arabia y Catar como paradas fundamentales, le sirvió para sellar multimillonarios pactos. No eran meros 'viajes de Estado'; en plenas negociaciones entre Ucrania y Rusia por primera vez en tres años, Trump decidió no personarse en aquella mesa... había mucho en juego en su gira arábiga. Los acuerdos sellados entonces tomaron capítulo especial en el caso catarí, donde las alianzas bilaterales en materia de Defensa, tecnología o inversiones varias adoptaron un cariz personal.

Porque entre firma y firma, cayó un regalo del emir a su 'amigo': un avión Boeing 747 valorado en 'apenas' 400 millones y que la Casa Blanca se apremiaba a explicar que será usado como el nuevo Air Force One antes de quedar como patrimonio personal del hoy presidente norteamericano.

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Soy redactor de actualidad y última hora en El HuffPost, donde coordino el turno de tarde, con todo lo que ocurre en España y el mundo... que no es poco.

 

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Nací en un precioso pueblo de Jaén llamado Sabiote. En cuanto a mi carrera profesional, soy licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Inicié mi camino periodístico en el portal Mundotoro.com, de donde di el salto tras ocho años y algunos proyectos paralelos a El HuffPost, la que es mi casa desde 2019.

 


 

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