"Características de vuelo inusuales": el número de ovnis avistados se dispara

"Características de vuelo inusuales": el número de ovnis avistados se dispara 

El nuevo informe del Pentágono sobre Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI) dobla los casos reportados en los últimos 17 frente a los recopilados en 17 años. Algunos han sido identificados como globos, drones, e incluso basura, pero hay cerca de 200 que Washington no puede catalogar.

El Pentágono publica tres grabaciones de avistamientos de ovnis

¿Es un pájaro? ¿Un avión? Quizás, ¿uno de esos globos? En la incógnita que plantean se encuentra su propio nombre. Los Objetos Voladores No Identificados (ovni) -o Unidentified Flying Object (UFO), en inglés- han vuelto a entrar en el debate de la opinión pública como si de una reposición de una serie de ciencia ficción de los 70 se tratase. Pero esta vez lo hacen en un contexto en el que el mismísimo Pentágono estadounidense reconoce que su número se ha disparado hasta superar el medio millar.

En este sentido, desde el Ejército de Estados Unidos no utilizan el tan popular como desfasado término 'ovni'. Prefieren hablar con más propiedad y concreción refiriéndose a lo que en España se traduce como Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI) -Unidentified Anomalous Phenomenon, UAP), en inglés-. 

La mayoría de los casos que reciben este nombre acaban siendo catalogados como drones o pájaros, pero muchos otros todavía están pendientes de ser clarificados. A pesar de ello, la cifra es relevante, cuanto menos. En el último informe remitido por el Pentágono al Congreso estadounidense se reconoce que hay muchos casos en los que no se ha logrado determinar a qué responde el FANI. Entre ellos, el velo de misterio aumenta aún más al admitir que varios tienen “características de vuelo o capacidades de rendimiento inusuales”.

Mas no solo eso. Como sucede habitualmente con la información de Defensa y de estos ámbitos existe otro informe, pero este no ha sido desclasificado. ¿Qué no se ha hecho público? Imposible de saber, pero el documento que sí es de acceso libre contiene la siguiente referencia: “En la versión clasificada de este informe se ofrece información adicional”.

Los casos se multiplican en solo un año

Una vez analizado el último informe del Pentágono queda clara un dato. Los avistamientos de estos fenómenos se han multiplicado de forma vertiginosa en solo un año. Para poder establecer una comparación hay que retroceder al momento clave en el que los ovnis volvieron a acaparar titulares de medios de comunicación de todo el mundo.  

En junio de 2021, The New York Times adelantaba las principales conclusiones del informe que se presentaría al Congreso a finales de ese mismo mes que analizaba los más de 120 avistamientos de fenómenos aéreos registrados en ese país en casi las últimas dos décadas. La primera era que descartaba que se tratasen de objetos extraterrestres y la segunda que ninguno de los incidentes estaba relacionado con proyectos militares estadounidenses, ni pruebas de tecnología avanzada que estén clasificadas. Una cuestión que había alimentado hasta las teorías conspirativas.

Sin embargo, Defensa también llegaba a otra importante conclusión. O, más bien, no llegaba a ella. Tras las investigaciones, el Pentágono no podía confirmar que se tratasen de objetos voladores no identificados (ovnis). Claro, pero es que tampoco podían descartarlo. Por este motivo, la afirmación de que el Pentágono no podía decir con todas las garantías que estos misteriosos borrones en fotografías no eran ovnis comenzó a prender como la pólvora en todos los medios de comunicación.

Con todo, el gran antecedente que hizo saltar las alarmas tenía lugar un mes antes, en abril de 2021, cuando el Departamento de Defensa desclasificó tres vídeos de noviembre de 2004 y marzo de 2015. En las imágenes, pilotos de la aviación estadounidense habían captado lo que fue descrito como “fenómenos aéreos no identificados”.

"Características de vuelo o capacidades de rendimiento inusuales"

En el informe presentado en verano de 2021 se recogieron finalmente 144 informes de casos que constituían lo que se había registrado en los últimos 17 años. Dicha recopilación iba hasta el 5 de marzo de ese mismo año. En el nuevo documento, esa cifra ha aumentado hasta situarse en 510 casos identificados. Desde entonces, y en solo 17 meses, se han reportado 247 casos más. Efectivamente, el doble de lo que se había recogido en casi 20 años.

De hecho, también se incorporaron un total de 119 avistamientos que se habían producido en fechas anteriores al 5 de marzo de 2021. ¿Por qué de repente este crecimiento? En el propio informe del Pentágono se apunta a que “se debe en parte a una mejor comprensión de las posibles amenazas que pueden representar los FANI, ya sea como peligros para la seguridad de vuelo o como posibles plataformas de recolección de adversarios, y en parte a la reducción del estigma que rodea a la notificación”. 

La otra pregunta que surge inmediatamente es, de esos 366 casos que han llegado a ser estudiados por el Pentágono en este último paquete, ¿todos son desconocidos? No, ni mucho menos. Según Defensa, "más de la mitad presentaban características poco destacables”. Estamos hablando de 195 reportes que han sido catalogados, sobre todo, como globos (más de 150) y drones o artefactos similares (26). Otro seis acabaron siendo identificados como fenómenos meteorológicos o, literalmente basura, como bolsas de plástico.

La clave, o por lo menos las mayores dosis de intriga, están en los 171 casos que no han podido determinarse de qué se tratan exactamente. Cabe destacar que buena parte de los FANI que se han venido comunicando en los últimos meses no son de particulares. El grueso lo conforman notificaciones realizadas por pilotos de las Fuerzas Aéreas estadounidenses durante el ejercicio de vuelo. 

¿De qué sospecha el Pentágono? Evidentemente, no hay alusiones a un hipotético origen extraterrestre. La cuestión está más próxima a cuestiones de seguridad, espionaje o posibles injerencias extranjeras. Concretamente, en el informe se alude a que "siguen produciéndose incidentes en espacios aéreos restringidos o sensibles, lo que pone de manifiesto la posible preocupación por la seguridad de los vuelos o la actividad de recopilación de datos por parte de adversarios”.

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Soy redactor de actualidad en El HuffPost, donde cada día realizo un seguimiento de todo lo que está pasando y marcando la jornada, con el único objetivo y árdua tarea de trasmitírselo a nuestros lectores de una forma en la que conozcan el contexto y el trasfondo más allá de un mero titular. Es decir, para que tu cuñado no pueda colártela otra vez.

 

Sobre qué temas escribo

Aunque en el día a día acabe escribiendo de cualquier cosa que suceda en el mundo, “puede que me recuerdes” de algunas temáticas que suelen quitarme el sueño con especial frecuencia. Me gusta escribir de política internacional, sobre todo cuando esta es eufemismo de atroces injusticias contra los derechos humanos o el medio ambiente, así como para acercar causas sociales que pasarían inadvertidas (la siguiente podría ser la tuya, así que escríbeme). La morriña también me devuelve en ocasiones a Galicia, sobre todo para que sus historias no se pierdan en el camino a la meseta.

 

Mi trayectoria

Antes de llegar a El HuffPost en 2021, fui periodista en La Voz de Galicia durante cinco años. En aquella etapa también pasé por los micrófonos de ‘Radio Voz’, en distintos programas radiofónicos. Y, aunque parezca poco probable, bebía más café que en la actualidad.


Soy de Ribeira, una bella localidad coruñesa que probablemente recuerdes del marisco, las páginas de sucesos o de personalidades de las que solemos presumir (tenemos a la triplista olímpica Ana Peleteiro y a una de las Tanxugueiras).


Aunque bromeo con que soy doctorado en Periodismo Gonzo, en realidad solo soy licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), pero, eso sí, tengo la orla de la misma tienda que la que se la hizo al rey Felipe VI. Aquellos años en Madrid me sirvieron para conocer la ciudad, pero también para entender que el mercado de la vivienda aún podía ir a peor. Ah, también tengo otra identidad secreta bajo la que hago rap o escribo poesía y que solo revelé en la redacción para que me dejasen entrevistar a artistas.

 


 

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