EEUU aspira a lo imposible: transformar su viejo coloso de 69 tonaledas en un súper tanque en tiempo récord
El mítico M1 Abrams necesita un lavado de cara pero no puede esperar a los plazos de la burocracia. Washington tiene un plan que puede cambiar toda su producción de defensa.

El famoso M1 Abrams, el icónico tanque de batalla del Ejército estadounidense desde la década de 1980, está a punto de sufrir su transformación más radical desde su creación. Todos los tanques del mundo necesitan una pequeña actualización cada pocos años, eso no es nuevo. Lo que destaca de este lavado de cara es que en lugar de seguir los caminos habituales -largos, burocráticos y ultraseguros- del proceso de adquisiciones militares estadounidenses, el jefe del Estado Mayor, el general Randy George, ha decidido acortar los plazos. Así, el nuevo tanque debe estar listo en un periodo de 24 a 30 meses, y no en 65 como estaba previsto inicialmente, informa el medio especializado Secret Defense.
Según Alex Miller, director de tecnología del Ejército norteamericano citado por este digital, el objetivo que se han marcado no es una ilusión, sino realista. "Dejemos de hacer tonterías y actuemos con rapidez siempre que sea posible. Aceptemos el riesgo, con responsabilidad". Alto y claro.
Y así es como un programa integral de modernización ha sido literalmente impulsado, desde la burocracia también, a una velocidad poco común en el sector de defensa, tanto para los estándares de EEUU como los mundiales.
Durante décadas, la doctrina de adquisiciones de Washington tomó su tiempo: un programa se aprobaba, se probaba, se validaba, se revalidaba y, finalmente, entraba en producción... diez años después. Este modelo, heredado de la Guerra Fría, pretendía reducir todos los riesgos, pero ahora parece inadecuado en 2025, cuando todo avanza tan deprisa en el ámbito militar.
El general George, informado en 2023 de que el nuevo tanque no estaría listo hasta dentro de más de cinco años, cerró la puerta a la cautela excesiva: ordenó un desarrollo acelerado, confiado a General Dynamics Land Systems (GDLS), el histórico fabricante del tanque Abrams.
Su objetivo: lograr el M1E3, un nuevo Abrams rediseñado desde cero. Y esta vez, el Ejército quiere confiar en la industria para ensamblar los componentes tecnológicos adecuados.
Más ligero, más inteligente, mejor protegido
La nueva versión del Abrams contará con un autoloader (un sistema de carga automática de la carcasa), sistemas de protección activa de última generación, un tren motriz modernizado y una ergonomía inspirada en la cabina de un coche de Fórmula 1. Todo esto, pero sin añadir ningún peso extra.
La última versión del Abrams, el M1A2 SEP V3, es un "bebé precioso" que pesa casi 70 toneladas, lo que limita su movilidad en ciertos terrenos, sin mencionar la colosal logística que requiere. La idea es ganar agilidad y resistencia, conservando la eficacia del cañón de ánima lisa de 120 mm que todavía hace muy bien su trabajo. Se está viendo, por ejemplo, en el uso que de ellos hace el Ejército de Ucrania en su guerra de invasión con Rusia, iniciada en febrero de 2022.
El futuro Abrams tendrá que ser modular, inteligente y "conectado", capaz de recibir actualizaciones de software en tiempo real, integrar IA en la gestión de sus objetivos e incluso comunicarse con drones o vehículos autónomos.
Para avanzar rápidamente, el Ejército también está cambiando su método: en lugar de especificar todo en detalle, está dando a los fabricantes más libertad para ensamblar sus propias soluciones. Un fuerte cambio cultural, según Alex Miller: "A menudo imponemos una solución rígida a la industria y luego nos sorprendemos de que no funciona".
Aquí, General Dynamics podrá elegir a sus proveedores, construir su red logística y gestionar los compromisos técnicos, siempre que el resultado cumpla los objetivos. Este modelo Lego industrial permite al ejército beneficiarse de soluciones probadas en el sector civil, especialmente en términos de motorización y energía eléctrica.
También garantiza flexibilidad para el futuro: un tanque modular se puede adaptar a futuras amenazas sin tener que repensar todo cada vez.
Las guerras recientes han demostrado que los blindados pesados se han vuelto obsoletos, demasiado caros y vulnerables a enjambres de drones baratos. El M1 Abrams, incluso modernizado, no es eterno. Necesita sensores, conectividad, gestión activa de amenazas... En resumen, tanta capacidad intelectual como acero.
Además, Estados Unidos está tratando de recuperar algo de terreno doctrinal. El M30, el sustituto del Bradley, llegará en la década de 2030. El nuevo Abrams tendrá que alinearse con ello, en una lógica de combate colaborativo, donde cada vehículo intercambia datos, reacciona de forma coordinada y dispone de capas sucesivas de defensa. Para ello es imprescindible un rápido salto tecnológico.
Más allá del propio tanque, este programa podría convertirse en pionero, es decir, un modelo para una reforma completa del sistema de adquisiciones militares estadounidense. Si la apuesta se cumple, se habrá demostrado que es posible crear una nueva generación de vehículos en menos de tres años, sin sacrificar la seguridad ni el rendimiento.
"Esto es bueno: la Administración de Donald Trump acaba de firmar una orden ejecutiva destinada a revisar todos los principales programas de armas, con vistas a racionalizar, modernizar y reubicar parcialmente la industria de defensa", dice el citado medio. El Abrams E3 bien podría ser el proyecto piloto, el que demuestre que lo militar puede evolucionar tan rápidamente como la amenaza.