Los expertos analizan la potencia armamentística europea para reemplazar a EEUU y la conclusión es desalentadora
Las capacidades que tiene la inteligencia, la logística y los mandos de Estados Unidos siguen siendo irremplazables a corto plazo para la defensa de Ucrania.

A simple vista, las cifras engañan. Europa, sumando la ayuda de sus Estados miembros, ha destinado más dinero a Ucrania que Estados Unidos desde el inicio de la guerra. Pero cuando se analiza la calidad, el tipo y el impacto de esa ayuda en el campo de batalla, la historia cambia. Un informe del Real Instituto Elcano desmonta cualquier idea sobre una posible autonomía militar europea: "Europa puede reemplazar alguna de sus capacidades, pero no todas y, desde luego, no al nivel necesario para sostener a Ucrania sin el respaldo de Washington", señalan en el análisis.
Porque mientras Bruselas ha aportado, sobre todo, financiación, EEUU ha sido el músculo armamentístico, la columna vertebral logística y el cerebro estratégico de la resistencia ucraniana ante el avance de Rusia en la guerra de Ucrania. Los HIMARS, los Javelin, los Patriot y los misiles ATACMS no son solo nombres de sistemas; son la diferencia entre contener o no el frente ruso. La congelación de la ayuda estadounidense en el invierno de 2024 obligó a Kiev a racionar su artillería mientras veía cómo el ejército de Moscú ganaba terreno y superioridad. "Sin los cartuchos de 155 mm estadounidenses, Ucrania no puede sostener el ritmo actual del frente de batalla”, apunta el análisis.
A todo esto se suma el problema de la inteligencia. Los satélites, los drones y los oficiales de EEUU han sido esenciales para planificar ofensivas como la de Járkov en 2022 o para vigilar en tiempo real los movimientos de Rusia. "La precisión de los misiles ucranianos depende directamente de los ojos estadounidenses en el cielo”, se subraya en el informe. Londres y París intentan paliar esa carencia, pero su escala no es comparable: “Francia puede cubrir casi todo el espectro de las capacidades ISTAR de EEUU, pero con menos recursos y menor alcance”, admite Elcano.
Una industria europea en modo reactivo
Europa ha hecho avances, pero llega tarde. La producción de artillería se ha reactivado, los sistemas como el IRIS-T o el NLAW se han multiplicado, y Ucrania misma está fabricando grandes cantidades de drones. Pero, como señala el informe, “el verdadero problema no es la falta de sistemas, sino el volumen, la calidad y el flujo constante de suministro”. Las fábricas europeas no están al nivel de las estadounidenses y muchas armas enviadas “no son aptas para el combate”, como reconocen incluso los propios informes del ejército alemán.
La dependencia logística es otro talón de Aquiles. Sin las capacidades de transporte y reabastecimiento en vuelo de EE.UU., un despliegue europeo en Ucrania es poco menos que inviable. “Europa carece de los enablers”, dice el texto, en referencia a los facilitadores estratégicos que hacen posible operaciones complejas. Incluso si los europeos quisieran enviar tropas, necesitarían del liderazgo y mando estadounidenses, todavía insustituibles dentro de la OTAN.
El análisis no deja margen para el optimismo. Aunque se logre aumentar la inversión, formar personal y avanzar en autonomía estratégica, el proceso llevaría, como mínimo, entre cinco y diez años. Y eso, sin garantías de igualar las capacidades norteamericanas. “La guerra en Ucrania no puede esperar ese tiempo”, concluye el documento. La idea de que Europa puede sostener sola el esfuerzo bélico, por ahora, es más una aspiración que una realidad.