Los vecinos de un edificio sobreviven a 14º por su mal aislamiento: "Pago 1.000 euros al mes por ponerme enferma"
Las gélidas temperaturas del interior del inmueble han hecho mella en su salud.

El Gobierno de España por medio del Instituto de Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) determina que la temperatura ideal durante el día en un hogar en invierno es de entre 19 y 21º, mientras que por la noche se recomienda rebajarla a unos 15-17º.
De acuerdo al citado instituto, "una temperatura de 21º con ropa adecuada es suficiente para mantener el confort de una vivienda", insisten, a lo que añaden que es recomendable apagar la calefacción mientras duermes y, por la mañana, encenderla una vez que se haya ventilado la casa y se hayan cerrado todas las ventanas.
No obstante, hay gente que tiene que sobrellevar el día a día en su hogar con temperaturas mucho más gélidas. Es el caso de un bloque de viviendas en Schiplaan, en IJmuiden (Países Bajos), en el que los grados en el interior no suelen sobrepasar los 14.
Kimmerly de Boer es una de las damnificadas. A pesar de que sus cortinas a plena luz del día siempre están echadas para mantener el calor, afirma, tal y como recoge el medio holandés Nhninews, que "hay grietas por todas las partes". Protegida con un calefactor eléctrico que lleva conectado desde primera hora de la mañana, subraya que "es soportable. Pero por lo demás hace un frío glaciar".
Un problema que lleva años sucediendo
No es el primer invierno que Kimmerly tiene que helarse en lo que se supone que tendría que ser un sitio confortable. El mal estado del edificio, en el que el frío se cuela por todos los rincones, ha sido objeto de debate y reclamaciones. Tanto es así que, después de una serie de protestas, esta mujer fue invitada a una reunión para discutir la cuestión, la cual sigue sin solucionarse: "Se suponía que la situación se iba a investigar. Todo salió bien. Se suponía que debían tomar una decisión antes de Navidad, y solo vino una persona. ¿Cómo es posible", sostiene.
La confianza depositada en la asociación de vecinos se ha ido diluyendo con el paso del tiempo. El problema, que si bien sufren los adultos, también está haciendo mella en los residentes más pequeños: "Tengo una hija de tres años que duerme con una manta eléctrica y una bolsa de agua caliente. Hace catorce grados centígrados, como muchos de mis vecinos", afirma Kimmerly.
Shardee también sabe lo que es soportar un frío polar en todas las estancias de su casa. Madre de cuatro hijos, tiene que luchar contra el moho, gusanos y las moscas de desagüe que se cuelan en su vivienda, además de un techo sudoroso: "Llevo dos o tres años trabajando en ello y he enviado al menos veinte correos electrónicos, pero nada funciona", puntualiza.
Ante ellos, ha dejado de pagar su alquiler: "Ahora me amenazan. Pago 1.000 euros al mes por enfermar. Hay que verlo", critica. Tanto Shardee como Kimmerly afrontan el estado en el que tienen que vivir con profunda tristeza. Esta última achaca la enfermedad de su hija a lo congelada que está cada una de las habitaciones en las que demanda conseguir algo de confort: "Cuando le dije al médico que vivo en Schiplaan, sospechó algo", concluye.
