Trump defiende anexionar Groenlandia porque "seguro" que EEUU estuvo allí en barco hace 300 años
¡Ah, los Estados Unidos! ¡Esa gran potencia que el 2026 conmemorará el 250º aniversario de su fundación, tras lograr la independencia del Imperio Británico!
La idea no era mala, digna del preámbulo de uno de esos tratados sobre descolonización -pero con el fin de reemplazar al colonizador- del siglo XX. Un Donald Trump cada vez más acorralado por las peticiones para que se desclasifiquen por completo los documentos del pedófilo Jeffrey Epstein -a cuyas fiestas asistió el propio Trump en el pasado- ha vuelto a pasar a la acción en materia de política internacional y ha puesto de nuevo el foco en su objetivo de lograr la anexión de Groenlandia, territorio soberano de Dinamarca. Pero ha acabado ocurriendo lo que suele ocurrir cuando Trump se aventura a dar lecciones de historia.
Trump ha vuelto a hablar sobre esta isla rica en tierras raras y otro tipo de recursos naturales, así como clave para la geopolítica resultante del deshielo del Polo Norte, que se traducirá en nuevas rutas comerciales marítimas más cortas y, por tanto, más rentables. Tampoco parece casual que Trump haya mentado el conflicto groenlandés en la misma jornada en la que ha acabado presentando una armada 'dorada' de buques de guerra gigantes, con rayos láser, inteligencia artificial y una nueva clase bélica que llevará su nombre -no, no es ya que vayamos a ver un USS Trump, es que el futuro de los acorazados estadounidenses llevará su apellido-.
Más allá de la épica militar, y en declaraciones a la prensa, Trump ha sido preguntado por su decisión de designar un enviado especial para lograr la anexión de Groenlandia, concretamente el gobernador republicano de Luisiana, Jeff Landry. El mandatario estadounidense se ha venido arriba comentando los objetivos y posibilidades del político sureño y ha comenzado a analizar el motivo de que Dinamarca sea el país que controla ese territorio helado.
No, las cuentas de Trump no cuadran: una error de... medio siglo
Trump ha dejado claro que el motivo de pretender la anexión de Groenlandia es una cuestión de seguridad, que busca quedarse con la mayor parte del territorio de Norteamérica que no pertenece a EEUU -recuerden que han propuesto a Canadá ser el estado 51º y los rusos ya vendieron Alaska en su día-: "Necesitamos Groenlandia para la protección nacional". Pero no se ha quedado ahí y ha tratado de ridiculizar los hechos históricos por los que los daneses conquistaron la isla en el pasado.
"Tienen una población muy pequeña…", ha deslizado Trump de unos habitantes que recientemente se plantaron ante esa propuesta de pasar a formar parte de EEUU. "Dicen que Dinamarca estuvo allí hace 300 años con un barco", ha expuesto, de forma vaga, para introducir su comentario jocoso sobre EEUU: "Bueno, estoy seguro de que nosotros también estuvimos allí con barcos".
El problema de esta afirmación de Trump es fácilmente detectable, incluso para el mismo inquilino del Despacho Oval que lleva usando este como una suerte de campaña de marketing de la gran conmemoración que llega en 2026 a EEUU. Ha echado abajo el ala este de la Casa Blanca para hacer un gran salón de baile para el homenaje, quiere celebrar en la residencia presidencial un combate de MMA o ha anunciado una especie de Juegos Patrióticos que ya han sido comparados con los Juegos del Hambre. Todo ello para celebrar que EEUU cumple su 250º aniversario. ¿De qué? De su fundación y, lógicamente, de haber logrado para ello la independencia del Imperio Británico.
Pero Trump no ha querido cuadrar las cuentas, ignorando también que la colonización groenlandesa no fue un proceso iniciado por la Dinamarca moderna, sino que entronca con los vínculos de las incursiones y presencia histórica de los vikingos y otras tribus nórdica en esta zona. Ellos llegaron un poco antes que las primeras colonias danesas como tal que datan del 1721. Trataron de conquistar y vivir en la isla desde el 985 d. E., es decir, en los últimos compases del siglo X. Ciento de años después, la noche del 18 al 19 de abril de 1775, fue cuando un joyero llamado Paul Revere gritó en medio de la noche: "¡Vienen por mar!". Pero antes de los ingleses... ya habían venido los vikingos.