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Ucrania recupera sus súper drones que ya empiezan a romper la defensa aérea de los rusos

Ucrania recupera sus súper drones que ya empiezan a romper la defensa aérea de los rusos

Los TB-2 vuelven al frente cuando casi nadie los esperaba. La clave está en lo que ha cambiado en el cielo… y en el suelo.

Vista de un dron turco modelo TB-2Hilmi Tunahan Karakaya

Ucrania ha vuelto a desplegar los drones TB-2 en Dnipro, y eso no es una anécdota. No porque los aparatos en sí sean imbatibles (hace tiempo dejaron de serlo), sino porque su regreso dice mucho del nuevo equilibrio aéreo en el frente sur de la guerra en Ucrania. Un vídeo publicado esta semana por la Marina ucraniana muestra varios ataques de precisión sobre soldados rusos que intentaban moverse por el río en lanchas. Lo significativo no es solo el resultado, sino el actor: uno de esos ataques lo firma claramente un Bayraktar TB-2, reconocible por los distintivos en su interfaz de control.

Según Euromaidan, estos drones turcos fueron fundamentales en los primeros compases de la guerra, allá por 2022. Se convirtieron en estrellas del esfuerzo bélico ucraniano tras frenar los convoyes rusos que se dirigían a Kiev. Pero su momento pasó. El alto coste, su tamaño y su vulnerabilidad frente a las defensas aéreas rusas los sacaron de la primera línea. Ucrania apostó por otras opciones: enjambres de drones FPV, más baratos, más pequeños y muchísimo más difíciles de interceptar. Desde entonces, los TB-2 parecían historia. Hasta ahora.

Una señal de debilidad rusa

En el sur de Ucrania, el regreso de estos drones no se debe a un golpe de nostalgia, sino a una oportunidad táctica: la degradación sistemática de las defensas aéreas rusas, especialmente en Crimea. Gracias al trabajo previo de los drones kamikazes ucranianos (capaces de cazar baterías antiaéreas como las S-300 y S-400 o los sistemas móviles Buk y Tor), ahora los TB-2 pueden volver a volar sin ser derribados a los pocos minutos.

“Los hemos dejado sin ojos ni dientes”, explica por teléfono un oficial del Ministerio de Defensa ucraniano que prefiere mantenerse en el anonimato. “Primero fueron los radares, luego los lanzadores, y ahora se están quedando sin nada que les proteja en esa zona”. No es casualidad que estos TB-2 reaparezcan en ese escenario ni que lo hagan justo ahora, cuando las ofensivas rusas se ralentizan.

No es que el TB-2 haya mejorado desde 2022. Al contrario, los expertos coinciden en que hoy es aún más vulnerable, simplemente porque la tecnología antiaérea ha avanzado. Pero la guerra es adaptación, y si los cielos se despejan de amenazas, los viejos TB-2 (capaces de lanzar misiles ligeros con hasta 8 kilómetros de alcance) siguen siendo útiles. Sobre todo cuando los FPV están tan ocupados reventando blindados rusos en el este que hace falta repartir tareas. “No es que sean el plan A, pero ahora mismo vuelven a valer su peso en oro”, señala el analista militar ucraniano Oleksandr Kovalenko.

Un viejo conocido con aún mucho que decir

A estas alturas de la guerra, los Bayraktar TB-2 no representan la vanguardia tecnológica ucraniana. En 2022, el país disponía de unos 60 aparatos de este modelo. Muchos fueron destruidos por misiles y ataques aéreos en tierra. Los que sobrevivieron se usaron hasta que dejaron de ser viables. Su coste (varios millones de euros por unidad) tampoco ayudaba.

Sin embargo, el renacimiento del TB-2 no es un capricho, sino una respuesta lógica al momento actual. Las nuevas generaciones de drones, especialmente los FPV de fabricación nacional, han hecho tanto daño que los rusos han tenido que desplegar su defensa aérea más sofisticada en zonas clave del este y del interior del país. Eso ha dejado otras regiones, como el sur, con menos cobertura. Resultado: vuelve a haber hueco para que drones más grandes como el TB-2 operen a distancia con relativa seguridad.

“Es un juego de desgaste constante”, apunta un técnico ucraniano que colabora con la industria armamentística. “Y lo estamos ganando. Les obligamos a mover sus defensas, a proteger unos puntos y dejar otros vulnerables. En cuanto detectamos una brecha, la aprovechamos”.

Mientras, el ejército ruso sigue perdiendo vehículos y hombres a manos de los drones ucranianos. Se calcula que, desde febrero de 2022, han perdido más de 17.000 blindados. Muchos fueron destruidos por FPV baratos que se dirigen directamente al objetivo con un explosivo acoplado. Pero los TB-2 también pueden sumar destrucción, sobre todo en tareas más quirúrgicas o cuando el enemigo cree que ya no están en el cielo.

Ucrania no necesita los TB-2 como al principio. Pero el hecho de que vuelvan y funcionen dice mucho de cómo está girando el conflicto.