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Un "antídoto" pionero para atajar los problemas de salud mental: Australia restringe el acceso a redes sociales para las personas menores de 16 años

Un "antídoto" pionero para atajar los problemas de salud mental: Australia restringe el acceso a redes sociales para las personas menores de 16 años

A partir de hoy, ninguna persona menor de 16 años podrá tener en Australia cuentas en Facebook, Instagram, Kick, Reddit, Snapchat, Threads, TikTok, Twitch, X ni YouTube. Es el primer país del mundo en aplicar una medida así.

Campaña promocional del Gobierno australiano sobre la medida.

En algún momento del año pasado, en su casa en la plana y costera Adelaida, en Australia, Annabel West terminó de leer el bestseller de Jonathan Haidt 'La generación ansiosa: por qué las redes sociales están causando una epidemia de enfermedades mentales entre nuestros jóvenes'. Dejó el libro a un lado y se dirigió enseguida a su marido, Peter Malinauskas, que además es primer ministro de Australia del Sur. "Más te vale hacer algo al respecto", le planteó West. Comenzó entonces un periplo político y legal que ha visto su conclusión este 10 de diciembre (por el cambio horario aquí aún estamos a 9), con la entrada en vigor de la Ley de Enmienda de Seguridad en Línea. Dicho de otra manera, desde ya, en Australia, ninguna persona menor de 16 años podrá mantener o abrir una cuenta en redes sociales, ya sea TikTok, Instagram, Facebook, X o YouTube.

Jonathan Haidt, en realidad, no tenía intención de escribir un libro sobre cómo las redes sociales afectan a los adolescentes. A finales de 2021, el psicólogo social estadounidense comenzó a bosquejar un ensayo sobre cómo estas plataformas "estaban perjudicando la democracia estadounidense". "Mi plan era comenzar con un capítulo sobre el impacto de las redes sociales en la generación Z, explicar cómo trastocaban sus vidas sociales y causaban un aumento de las enfermedades mentales. En el resto del libro analizaría cómo las redes sociales perturban la sociedad en general. [...] Sin embargo, cuando terminé de escribir ese primer capítulo me di cuenta de que el tema de la salud mental de los adolescentes tenía mucho más alcance del que pensaba. No se trataba solo de un asunto estadounidense, sino que se estaba desarrollando en muchos países occidentales. No se trataba solo de las chicas, sino también de los chicos. Y no se trataba solo de las redes sociales. Se trataba de la transformación radical de la infancia en algo inhumano: en una existencia basada en el teléfono", explica el propio Haidt en el epílogo del libro.

A lo largo del libro, Haidt analiza el impacto de las redes en la salud mental de las personas más jóvenes, pero también propone algunas soluciones, sobre todo "cuatro reformas fundamentales: nada de smartphones antes del instituto; nada de redes sociales antes de los 16 años; colegios e institutos sin teléfonos móviles; mucho más juego sin supervisión e independencia infantil". Bien, pues un año después de que West terminase de leer el ensayo, una de esas medidas será una realidad en Australia: nada de redes sociales antes de los 16 años, una medida pionera en el mundo.

Desde la Comisión de Seguridad Electrónica en Australia, el organismo encargado de aplicar la medida, señalan que no se trata de una prohibición, sino de tan solo "un retraso", una especie de "aún no", "un respiro para que los menores de 16 años desarrollen habilidades digitales, sociales y emocionales, y para que comprendan la importancia de buscar ayuda si las cosas salen mal". El Gobierno, además, ha preparado muchas herramientas de apoyo e información tanto para los más jóvenes, para sus padres y madres, así como para sus educadores.

Fácil, fácil, no va a ser. Las principales dudas recaen sobre las propias plataformas. ¿Cómo sabrán si una cuenta es de un menor de 16 años? ¿Cómo sortearán atajos como las VPN? ¿Cómo adivinar si alguien dice ser mayor, pero no lo es? Al frente de la Comisión de Seguridad Electrónica está Julie Inman Grant, una estadounidense con veinte años de experiencia en grandes tecnológicas como Microsoft o Twitter. Conoce bien estas plataformas, vaya. Y sabe que, pese a las trabas que ponen, tienen capacidad de sobra para aplicar la norma. De no asumir sus responsabilidades, podrían enfrentar sanciones de hasta 49,5 millones de dólares. Inman Grant sabe que las plataformas pueden, sin problema, verificar la edad de mil maneras, como con la IA, incluso vetar los accesos con VPN, como ya hace Netflix. "Será bastante evidente en las primeras semanas quién lo está haciendo bien, quién no y quién no lo está haciendo en absoluto. Estaremos atentos y observando el cumplimiento", ha declarado la comisionada a The Atlantic.

Como el primer país del mundo que toma una medida de tal calado, el Gobierno australiano no espera que todo sea perfecto, sino que sirva más bien como un primer paso en la buena dirección. Una suerte de ensayo, como el de Haidt, que ayude a las personas jóvenes. "El 10 de diciembre – ha explicado Inman Grant a The Atlantic – lo que deberíamos ver no es que todas las cuentas de redes sociales desaparezcan por arte de magia; sabemos que será imperfecto. Lo que realmente esperamos es un cambio normativo significativo para los padres, para que estar constantemente en las redes sociales no sea una batalla. Creo que, para los jóvenes, servirá simplemente para que tengan más libertad para leer más libros, interactuar cara a cara con sus amigos, disfrutar de las hermosas playas de Australia y salir al campo de fútbol".

La comisionada ofrece la mejor definición de la medida: "Las redes sociales fueron un gran experimento social. En cierto modo, esto es un experimento social antídoto".

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Me llamó Héctor Juanatey, aunque como dice Xoan Tallón, eso no importa, todo el mundo tiene un nombre. Me gusta escribir y contar cosas. En El HuffPost escribo de política, y como política lo es todo, decirles esto es como decir todo y decir nada.

 

Sobre qué temas escribo

En El HuffPost escribo, como ya les dije, de política, que es todo. Si quisieran entrar más en detalle, les cuento: por gustar, me gusta escribir de todo aquello que me preocupa dentro y fuera de la redacción. En los últimos años, por ejemplo, he estado investigando el ascenso de la extrema derecha, una suerte de virus invisible que crece cada día más. Un crecimiento, sin embargo, que también tiene responsables, y en ellos me gusta fijarme, ya sea Elon Musk, Mark Zuckerberg o influencers de ultraderecha con cada vez más adeptos. Pero también la política es causa de la desafección de la que beben los ultras. De ahí que no haya que olvidarse nunca de temas fundamentales como la vivienda; en definitiva, de las condiciones materiales de la ciudadanía. Por ese motivo, también, y desde la cobertura que hice para Público durante el 15M en la Puerta del Sol, en Madrid, he centrado gran parte de mi trabajo en las diferentes reivindicaciones de la movilización social. Sospechen siempre de aquellos periodistas que acostumbran a agobiar con la cantinela de la objetividad. Al final, solo buscan desprestigiar el sentido mismo de la profesión.

 

Mi trayectoria

Pese a todas las advertencias, desde que me decanté por estudiar periodismo (Licenciatura y Máster en Periodismo de Investigación), a excepción de un parón en el que trabajé en discurso y comunicación política, he tenido la suerte de dedicarme a escribir. Empecé en La Voz de Galicia y, tras dejar la terruña (Galicia) y mudarme a la capital en busca de oportunidades laborales, pasé por Público, La Sexta, fui redactor fundacional de eldiario.es, y he escrito para un buen número de medios como Praza.com, la revista Luzes, Playground Magazine, La Marea, Vanity Fair o CTXT. En una ocasión estuve en el campamento de refugiados de Dajla, en el Sahara, y de allí me traje unas breves anotaciones que fueron publicadas como libro, ‘Dajla. Apuntes desde o Sahara’, editado por Praza. En otra, entrevisté a Txema Guijarro, una de las personas que trabajó en el asilo de Julian Assange y Edward Snowden, y esos diálogos se transformaron también en libro, ‘El analista. Un espía accidental en los casos Assange y Snowden’, de Libros del KO. En otro lapso de tiempo, creé junto a los cómicos Facu Díaz y Miguel Maldonado un programa de humor, La Tuerka News, porque tengan claro que sin risas nos vamos a la m*****.

 


 

Cómo contactar conmigo:

Podéis escribirme a hjuanatey@huffpost.es. Se aceptan insultos, siempre y cuando tengan cierta gracia. Estoy en X/Twitter (@hectorjuanatey), Bluesky, (@hectorjuanatey.bsky.social), Instagram (@hectorjuanatey) y TikTok (@hectorjuanatey). Lo curioso es que, en el fondo, me gustaría que desapareciera más de una de estas plataformas.