Zelenski se resiste a hablar de derrota pese a los cantos de sirena de Occidente que le aconsejan ceder territorios
El presidente ucraniano no quiere ni plantearse la opción de una posible victoria rusa en el campo de batalla.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, hizo hoy oídos sordos a los últimos llamamientos a renunciar a los territorios ocupados por Rusia, incluida la anexionada península de Crimea, en favor de un arreglo pacífico, y mantiene firme su apuesta por el éxito de la contraofensiva.
"Preparamos cosas fuertes para Ucrania, para el reforzamiento de nuestro Estado y nuestras tropas (...). Armamento para nuestros soldados. Nuevo potencial para nuestra defensa. Nuevos paquetes de ayuda de nuestros socios", aseguró Zelenski en su tradicional alocución televisiva.
En un viaje sorpresa, se reunió el sábado en Estocolmo con el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, para abordar el envío de armamento después de que el país escandinavo prometiera otros 300 millones de dólares en asistencia militar.
La ayuda consiste en munición y piezas para los carros de combate 90 y 122, y el sistema de artillería Archer, pero Zelenski insistió en la red social X que Kiev también está interesado en los blindados de fabricación sueca CV-90s para su producción en territorio ucraniano.
Zelenski insiste en que la única forma de arreglar el conflicto es suministrando armamento occidental a Kiev, incluido los F-16 estadounidenses, que podrían cambiar la suerte de la contienda.
El presidente de EEUU, Joe Biden, compartió el optimismo de Zelenski al asegurar durante una cumbre con Japón y Corea del Sur que "Rusia ya ha perdido", puesto que es imposible que logre los objetivos que se marcó al comienzo de la campaña militar.
Ni hablar de derrota
Kiev está agilizando los esfuerzos diplomáticos para contrarrestar tanto el hartazgo de Occidente tras casi 18 meses de guerra como las declaraciones derrotistas de algunos de sus representantes.
El jefe de gabinete del secretario general de la OTAN, Stian Jenssen, insinuó el martes durante un foro político en Noruega que una posible solución al conflicto era que Ucrania "cediese" territorios a cambio de ingresar en la Alianza.
Su jefe, Jens Stoltenberg, le desautorizó poco después asegurando que "es Ucrania y solo Ucrania la que puede decidir cuándo se dan las condiciones para una negociación y la que puede decidir en una mesa de negociaciones qué es una solución aceptable".
El expresidente francés, Nicolas Sarkozi, volvió a meter el dedo en la llaga al afirmar al día siguiente que pensar que se pueda volver al 24 de febrero, es decir, que Rusia retire sus tropas de territorio ucraniano, es una mera "ilusión", y demandó un compromiso con Rusia. También descartó un ingreso ucraniano en la OTAN y la Unión Europea, y propuso un referéndum como el crimeo en los territorios ocupados, humillantes propuestas de "tierra por paz" que la Presidencia ucraniana rechazó categóricamente.
La contraofensiva continúa
Pese a la postura de estos mandatarios y expresidentes occidentales, la contraofensiva no parece que vaya a terminar a corto plazo. Prueba de ello son los continuos ataques que el frente ucraniano está realizando durante las últimas semanas en Donetsk y Zaporiyia.
Según fuentes estadounidenses citadas por el canal CBS, unidades ucranianas habrían atravesado una línea defensiva rusa llena de campos de minas en dirección a Tokmak, localidad situada a menos de 60 kilómetros de Melitópol, objetivo número uno de Kiev en Zaporiyia.
La inteligencia británica considera que los últimos avances ucranianos hacia el mar de Azov han sido exitosos, todo lo contrario que los rusos en la zona de Kupiansk, en la región nororiental de Járkov.