Un estudio español señala cómo distinguir una merluza de un merluzo y apunta a un gen
Esta particularidad genética condiciona el desarrollo de unos órganos genitales u otros.

La merluza es uno de los pescados más habituales en la dieta de cualquier mediterráneo. Es un alimento clave que ofrece a aquellos que lo tomen grandes valores nutricionales y con una fácil accesibilidad debido al amplio terreno en el que se puede llegar a encontrar esta especie. Pese a ello, décadas de pesca y de explotación de este animal le ha convertido irremediablemente en uno de los más explotados de todo el océano. Se estima que el ser humano se alimenta cada año con 150 mil toneladas de merluza, lo que ha provocado que en el mar Mediterráneo, se considere ya como una especie vulnerable.
Un reciente estudio liderado por científicos españoles ha revelado que la diferencia entre merluza y merluzo va más allá del lenguaje popular: se debe a un mecanismo genético sorprendentemente similar al que define el sexo en los humanos. Investigadores del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC) y de la Universidad de Santiago de Compostela han logrado descifrar el genoma completo de la merluza europea (Merluccius merluccius), lo que les permitió localizar la clave de esta diferencia.
El estudio identificó una región en el cromosoma 9 del pez donde se encuentra el gen sox3, un pariente evolutivo del gen humano SRY, responsable del desarrollo masculino. En la merluza, los machos presentan dos variantes diferentes del gen (heterocigotos), mientras que las hembras tienen dos iguales (homocigotos), lo que indica un sistema de determinación sexual del tipo XX/XY, como en los humanos. Este hallazgo desmonta la creencia de que el tamaño o el sexo del pez dependía únicamente del entorno o la edad y desvela un hallazgo sin precedentes y es que las merluzas y los seres humanos tenemos algunas particularidades en común.
La distinción tradicional, en la que las merluzas suelen ser ejemplares más grandes (hembras) y los merluzos más pequeños (machos), tiene ahora una explicación genética. La diferencia no es arbitraria ni anecdótica: está codificada en el ADN, en un sistema que ha evolucionado de forma paralela al humano. Esto cambia por completo la percepción de uno de los animales más habituales en las neveras del Mediterráneo y en general del mundo al pescar miles de toneladas de merluza todos los años.
Más allá del interés científico, el descubrimiento tiene implicaciones prácticas relevantes. Los investigadores han desarrollado herramientas genéticas no invasivas para determinar el sexo de las merluzas en estado juvenil, lo que permitirá una gestión pesquera más sostenible y precisa. Esto es crucial debido a que, por el alto consumo de las merluzas, la especie se está volviendo en vulnerable en algunas zonas del mundo.
Lo que emergió como una simple curiosidad lingüística esconde una compleja base biológica. La diferencia entre merluza y merluzo no es sólo cuestión de tamaño o de cultura popular, sino un reflejo de la biología molecular y de la evolución compartida entre peces y humanos. Un descubrimiento inesperado que une genética, pesca y lenguaje en una misma historia.
