Adiós a las patatas fritas blandas: el truco que usan los restaurantes para que queden crujientes y que funciona en casa
El método es mucho más simple de lo que podría creerse.

Las patatas fritas son un clásico irresistible, pero lograr que queden crujientes sin usar una freidora parece casi imposible. Sin embargo, los restaurantes tienen un truco sencillo que cualquiera puede aplicar en casa para conseguir ese mismo resultado: usar una rejilla en lugar de una bandeja.
Aunque muchos asocian las patatas fritas con la comida rápida estadounidense, su origen se remonta al siglo XVII en Bélgica. Según documentos de la época, los habitantes del valle del Mosa ya freían tiras de patata cuando el mal tiempo impedía pescar. De ahí viene su nombre francés, pommes frites, que significa literalmente “patatas fritas”.
Hoy, cada vez más personas prefieren prepararlas al horno: es una opción más ligera, se necesita menos grasa y se evita el olor persistente del aceite caliente. El problema es que, al hornearlas directamente sobre la bandeja, suelen quedar blandas y sin ese toque crujiente que todos buscan.
La solución es más simple de lo que parece. Colocar las patatas sobre una rejilla de horno, con una bandeja debajo, permite que el aire circule por todos los lados y que el exceso de humedad se escurra. Así, el vapor no se acumula bajo las patatas, el líquido se evapora y el resultado es una textura dorada y crujiente.
El truco, utilizado en muchas cocinas profesionales, reproduce el efecto de la fritura sin necesidad de sumergir las patatas en aceite. Solo hay que asegurarse de que las tiras estén bien separadas, hornearlas hasta que estén doradas y añadir sal al gusto antes de servir.
Además, esta técnica no se limita a las patatas. También funciona para otros alimentos empanados u horneados, como palitos de pescado, nuggets o palitos de mozzarella, que conservan así su textura crujiente sin necesidad de freír.
Con este sencillo cambio, despedirse de las patatas blandas ya no será un reto: bastará una rejilla y un poco de paciencia para conseguir en casa unas fritas tan perfectas como las de un restaurante.
