Un restaurante del País Vasco oculta un frontón en sus paredes y alguno se preguntará si se puede jugar
Ha sabido convertir la mirada al juego en parte de su propuesta gastronómica.

En el País Vasco el frontón no es solo un espacio deportivo, sino un lugar de convivencia donde se cruzan deporte, música, fiesta y memoria colectiva. Las paredes guardan la historia de generaciones que han celebrado victorias, verbenas y encuentros vecinales al ritmo de los rebotes en la pared. Normalmente se sitúan al aire libre o integrados en polideportivos y plazas, pero ¿te has imaginado alguna vez un frontón dentro de un restaurante?
Esto es una realidad en pleno paseo de San Francisco de Tolosa, donde se alza un edificio que resume buena parte de la historia y la vida social de la villa. Se trata del Frontón de Tolosa, un local gastronómico ubicado en la planta baja del frontón deportivo de la ciudad. Funciona como un espacio diáfano para comidas, pintxos y vermuts, con una propuesta culinaria basada en productos de temporada y de cercanía.
El inmueble en el que se ubica fue diseñado y construido en 1935 por el arquitecto Gregorio Azpiazu, y es considerado una de las mejores referencias del racionalismo vasco en Gipuzkoa. No obstante, la historia del frontón es anterior: el Beotibar nace en el siglo XIX, concretamente en 1860 de la mano de J.E. Escoriaza, y fue transformado a lo largo del tiempo para acoger al público y a distintas modalidades de pelota.
Gastronomía y deporte
Ese mismo edificio, además de ser sede de encuentros de pelota vasca, acoge hoy un restaurante que ha sabido convertir la mirada al juego en parte de su propuesta gastronómica. El Frontón se convirtió en referente culinario en la década de 1990 bajo la cocina de Roberto Ruiz, quien desde 1992 trabajó con productos locales y reivindicó productos emblemáticos como la alubia negra de Tolosa, la morcilla de Beasain o las guindillas de Ibarra.
Ruiz permaneció al frente hasta 2017, cuando emprendió otros proyectos en solitario. Desde entonces el restaurante ha mantenido ese vínculo con la identidad culinaria local. Tras un periodo de obras y puesta al día, la gestión del restaurante fue adjudicada a Egoitz Goikoetxea y Sonia Tapia, que a partir de 2022 impulsaron una reforma estructural y conceptual: desde pintxos y vermú hasta menús más elaborados, manteniendo la mirada hacia el frontón como valor añadido.
El Beotibar es un frontón en activo y acoge desde encuentros escolares hasta partidos profesionales programados en la cartelera de las principales ligas de pelota. Por lo que desde el interior del restaurante, organizado en varios niveles y espacios, los comensales pueden seguir los partidos a través de grandes ventanales que conectan la sala con el frontón. En definitiva, funciona como un híbrido poco habitual: patrimonio arquitectónico, equipamiento deportivo y espacio gastronómico.
