El 50º aniversario que no pudo ser: la vida que esperaba tener Juan Carlos I medio siglo después de su proclamación frente a la vida que ha acabado teniendo
El rey emérito ha tenido una biografía singular, tanto que es posible que ni él mismo hubiera imaginado que fuera así.

Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias nació el 5 de enero de 1938 en Roma. Aunque al nacer se convirtió en el futuro heredero de la casa real española, no vino al mundo en España debido a que la familia real llevaba casi siete años de exilio. En aquel momento sus padres y su hermana Pilar, que había nacido en Cannes año y medio antes, se encontraban en la Italia de Mussolini.
No se quedaron demasiado tiempo allí. En 1942, Juanito, como le llamaban en casa, y su familia se mudaron de la Italia fascista a la neutral suiza, en concreto a Lausanne. Allí permanecieron hasta 1946 cuando los condes de Barcelona se trasladaron a Estoril, muy cerca de Lisboa, para estar lo más cerca posible de España.

Con ellos se marcharon sus hijas Pilar y Margarita y su vástago Alfonsito. Juanito se quedó en el colegio católico Villa St. Jean de Friburgo en régimen de internado. Allí se sintió solo y desgraciado, únicamente aliviado por las visitas de su abuela, la reina Victoria Eugenia.
Afortunadamente aquello no duró mucho y se le permitió instalarse en Estoril con sus padres y sus hermanos. Eso sí, tampoco permaneció demasiado tiempo en Portugal porque tras un acuerdo entre el dictador Franco y don Juan de Borbón se trasladó a España. Era 1948.

En ese momento era un niño asustado de 10 años que no sabía muy bien lo que se esperaba de él, o que no se daba del todo cuenta de la misión que iba a tener en la vida. Si echa la vista atrás seguramente en aquel tiempo no imaginó todo lo que le depararía su larga existencia, una vida sin duda singular y llena de luces, pero también cargada de enormes sombras por todos y todas bien conocidas.
Pero dejemos por un momento el pasado atrás y volvamos al presente solo por un instante. Es 22 de noviembre de 2025. Como cada 22 de noviembre es un día de muchos recuerdos para Juan Carlos de Borbón, pero no es un día cualquiera, sino un aniversario redondo en el que no se le celebra a él, lo que sin duda considera una injusticia y una enorme ingratitud.

En una jornada como aquella del año 1975 llegó el momento de cumplir su destino. Después de tantos años de preparación, de ser y saberse un peón entre Franco y su padre, y de pagar el precio del trono en forma de distanciamiento con su progenitor, era proclamado rey. La monarquía volvía a España, pero entonces todavía no lo había hecho la democracia. Para eso tendría que pasar un tiempo.
Aquel lejano 22 de noviembre de 1975, con el cadáver de Franco expuesto en el Palacio Real, Juan Carlos I juró en las Cortes acatar los Principios del Movimiento Nacional teniendo claro que no iba a cumplir con su juramento. Eso sí lo sabía, lo que no pudo predecir es cómo sería su existencia medio siglo después de su subida al trono.

Juan Carlos era de esos monarcas de la vieja escuela que pensaban que un rey tenía que morir en la cama como algunos (no todos) de sus antepasados o como opinaba también Isabel II de Reino Unido. Ella sí pudo hacerlo. Cuando fue proclamado difícilmente se figuraría que su reinado iba a terminar con su imagen por los suelos y obligado a tener que ceder la corona para salvarla. Y aquello fue solo el principio.
En los años 80 y 90 la imagen pública de Juan Carlos I era prácticamente impecable. Llegó al 25 aniversario de su proclamación con el viento a favor. Sin embargo las cosas fueron cambiando en el siglo XXI. La protección de la que gozaba la familia real se fue resquebrajando. Ni los Borbón y Grecia eran un clan unido, ni los reyes Juan Carlos y Sofía formaban una pareja modélica, ni el comportamiento del paterfamilias era intachable, sino todo lo contrario.

Sus actuaciones, que no vamos a repasar aquí porque están ampliamente documentadas, le llevaron a caer en desgracia y contribuyeron a su abdicación en 2014. Se convirtió en alguien muy incómodo. Mientras en otras casas reales el antecesor es un modelo para el sucesor, como por ejemplo Beatriz de Holanda o Margarita de Dinamarca, en España Juan Carlos era un problema para Felipe VI, para su reinado y para la monarquía. Con poca actividad oficial y muchos viajes privados, regatas, espectáculos deportivos y corridas de toros, Juan Carlos vivía un retiro dorado que realmente no quería porque su deseo era haber seguido reinando. También sentía que su imagen pública no había sido rehabilitada. No podía pensar entonces en lo que acabaría ocurriendo.
No tardaron en aflorar una serie de escándalos de diversa índole. Juan Carlos I no fue invitado al 40 aniversario de las primeras elecciones generales democráticas tras la dictadura, y se enfadó. Para enmendarlo, sí se le invitó al 40 aniversario de la Constitución Española. Fue la última vez en la que se vio en público al rey Juan Carlos con sus nietas Leonor y Sofía. No tuvieron mucho trato antes, y tampoco lo han tenido en exceso después, pero esa es otra historia...

Medio año después, Juan Carlos I anunció su retirada de los actos oficiales. Gracias a eso, evitó ser expulsado hasta que en marzo de 2020, cuando Felipe VI anunció en un comunicado que retiraba la asignación que recibía su padre y que renunciaba a la herencia que le correspondería llegado el momento. La situación del emérito era tan insostenible y el daño a la corona tan profundo que solo quedó una salida: el exilio. Como ocurrió con muchos de sus antepasados tuvo que irse de España.
"¿Te has ido a Londres?", le preguntó su hijo. Nada más lejos de la realidad, se fue a Abu Dabi, donde disfruta de un retiro a todo lujo con seguridad pagada por el estado español, y todo lo demás por la familia gobernante de Abu Dabi. Mientras en España es un problema, para los Al Nahyan es un placer tenerle allí, así que todos contentos... o no, porque Juan Carlos I no deja de lamentar no poder vivir en España y no poder regresar a La Zarzuela, aunque al mismo tiempo ha optado por ser residente fiscal en Abu Dabi.

Pero Juan Carlos I, autor junto a Laurence Debray de una biografía llamada Reconciliación que ha escrito para contar su propia historia, no podía imaginarse que su destino era ese. No cuando fue proclamado rey de España, con la reina Sofía y sus tres hijos a su lado, y tampoco cuando fue un monarca idolatrado que tenía todo lo que quería y más, y que realmente creyó que eso no se acabaría nunca.
A buen seguro imaginó como sería su vida cuando se cumplieran 50 años desde su subida al trono. Juan Carlos I no habría abdicado en 2014. En ese momento habría cumplido cuatro décadas como monarca que hubiera celebrado ampliamente, aunque sin fastos al estilo británico. No hubiera logrado su deseo de casarse con Corinna a la que, como ella misma confesó, pidió matrimonio sabiendo que realmente ese momento no podría tener lugar.

Como relató Ana Romero en el libro Final de partida: "El complicado plan implicaba aguantar un año más, llegar hasta los fastos de celebración del 40 aniversario de su proclamación en noviembre de 2015 y luego retirarse con ella en un país extranjero, apenas con un apartamento en el Palacio Real al que acudir cuando los ánimos de los españoles se hubieran atemperado respecto a ella. Era un deseo recurrente en el ánimo del monarca pero de muy difícil encaje en la realidad política y constitucional de España".
Por si fuera poco, ofrecía a Corinna tratamiento de Alteza Real y el título inventado de princesa de Borbón, algo revelado por ella misma. Tenía hasta un plan para lograr todo lo que se le había pasado por la cabeza. Lógicamente nadie aceptó. La propia Corinna sabía que no era viable y de hecho la relación se acabó yendo al garete.

Eso es lo que pudo pasar y no fue. ¿Pero qué habría pasado si nada de lo que se supo de Juan Carlos hubiera salido a la luz? Si el 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos hubiera pensado en cómo sería su vida medio siglo después, en poco se parecería a su realidad. ¿Hubiera seguido reinando? Es posible que no. Por mucho que no hubieran saltado los escándalos, la frágil salud de Juan Carlos no le habría permitido cumplir con sus obligaciones como jefe de Estado. Además, por mal que se lleve con Letizia, no habría tenido a su hijo Felipe en una espera eterna.
¿Cuándo hubiera ocurrido el relevo en el trono? Nunca lo sabremos, pero seguramente le habría gustado superar los 45 años de reinado de Felipe V, el primer Borbón. Juan Carlos es vanidoso y le gusta ganar y de este modo habría logrado el reinado más largo de la historia si exceptuamos a Juana La Loca, a la que no dejaron tomar el mando.

Lo que desde luego no esperaría es que su imagen pública hubiera caído por los suelos para la mayoría, porque no hay que olvidar que sigue teniendo partidarios. Habría soñado con un cierre de reinado con honores, con homenajes a su persona y con España entera (o parte de ella) agradecida por los servicios prestados. Seguiría viviendo en La Zarzuela y casado con la reina Sofía. Por muchas relaciones extramatrimoniales que hubiera tenido, lo de Corinna era un imposible y sin duda habría querido seguir al lado de Sofi, como él la llama, a la que pone por las nubes en sus memorias. Eso sí, cada uno en un ala de La Zarzuela.
Habría soñado con la vida que tiene cuando visita a España, con regatas en Sanxenxo y comilonas con amigos, pero yendo y viniendo cuando quisiera sin dar explicaciones ni provocar quebraderos de cabeza a nadie. Habría pensado que tendría una familia unida y no estaría enfrentado con su hijo y podría haber desarrollado un vínculo con sus nietas Leonor y Sofía, con las que lamenta en sus memorias no haber podido hacer con ellas lo que sí hizo y hace con los hijos de las infantas Elena y Cristina.

"Espero sobre todo, mientras viva, tener una jubilación tranquila, retomar una relación armoniosa con mi hijo y, sobre todo, regresar a España, a mi hogar", comenta el emérito en su biografía, donde añade que, por supuesto, desea ser enterrado en España con honores de rey. Ahora tiene que pedirlo, no se da nada por sentado como antes de sus escándalos. Juan Carlos I nunca pudo imaginar que no pasaría los últimos años de su vida en el país en el que no nació y en el que no pasó sus primeros años, pero sí en el que creció y en el que reinó durante casi cuatro décadas.
Sin protagonismo en el 50 aniversario de la monarquía
En el día en el que se cumplieron 50 años desde su proclamación el protagonista no fue él. Como suele ser habitual en la casa real española, donde las celebraciones son discretas, el regreso de la monarquía se celebró en el Palacio Real con la ceremonia de entrega del Toisón de Oro a la reina Sofía, al expresidente del Gobierno, Felipe González, y a Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Miquel Roca i Junyent, los padres de la Constitución que siguen con vida.
Seguidamente los reyes Felipe y Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía se trasladaron al Congreso para presidir el acto 50 años después: la Corona en el tránsito a la democracia. Juan Carlos I no fue invitado al no participar en actos oficiales, aunque su hijo Felipe sí le mencionó en su discurso tras el ingreso en la Orden del Toisón de Oro de doña Sofía. Lo hizo para recordar el discurso de proclamación de su padre y con las palabras que dedicó a su madre, cuando agradeció su apoyo "con convicción al Rey Juan Carlos en su acertada y temprana apuesta por la apertura democrática y las libertades".

Eso ocurrió el 21 de noviembre. Un día después sí ha sido invitado a un almuerzo familiar privado en el Palacio Real de El Pardo con el que se conmemora el regreso a España de la monarquía, lo que sin duda es un recuerdo al emérito, pero también un homenaje a la reina Sofía, para celebrar su ingreso en la Orden del Toisón de Oro. A ese festejo se ha invitado a los Borbón y Grecia al completo, así como a otros familiares tanto del rey Juan Carlos como de la reina Sofía, profundamente unida a su cuñada Ana María de Grecia y a sus sobrinos.
Juan Carlos I no puede pernoctar en La Zarzuela. No es bienvenido en su antigua residencia. Es una persona incómoda a la que muchos en la familia quieren y adoran, otros toleran y algunos detestan. Todos ellos cuentan con motivos para tener esos sentimientos y más con el lanzamiento de su libro de memorias. Y Juan Carlos de Borbón, el hombre que creyó que llegaría al fin de sus días abrazado por la gloria, quizá pensará cómo habría sido todo si sus decisiones hubieran sido otras.
