En los últimos días, el fallecimiento del papa Francisco ha llevado a muchos profesionales de la salud a repasar los problemas médicos que había sufrido el pontífice en los últimos meses. Uno de los comentarios más repetidos ha sido el de cómo había cambiado el rostro del papa argentino en los últimos tiempos. 

Lo cierto es que la cara y la piel del rostro pueden reflejar o alertar de determinadas enfermedades. Es lo que se conoce con el término latino facies, que según El mundo se utiliza para calificar el aspecto de la piel de un paciente y relacionarlo con una posible enfermedad. 

Entre los tipos de facies que existen hay diversos, en función del color de la piel. Una de ellas es la cerúlea, que se caracteriza por una tez blanca o pálida habitual en personas que sufren anemia o problemas cardíacos. 

También está la roja, que se presenta con un enrojecimiento muy intenso que demuestra que el sistema circulatorio no funciona como debería. Por otro lado también está la amarilla, que es una facies que se da por problemas hepáticos o cirrosis y que provoca que la piel del rostro y de los ojos se vuelva amarilla. 

En el caso del aspecto del papa Francisco en sus últimos días, podría hablarse de la llamada facies cenicienta. Esta se caracteriza porque la piel de la cara se vuelve gris y el rostro se afina, apareciendo además los ojos hundidos. 

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