Soy técnica en nutrición y le saco peros al desayuno completo que adoran muchos
Esta experta resalta que comer bien empieza por cuestionar lo que siempre hemos dado por hecho por costumbre.

Zumo de naranja, tostadas y café suena equilibrado, pero dista bastante de ser un desayuno completo, saciante y saludable. Lo afirma la técnica superior en Nutrición y Dietética Ana Luzón. "No se trata de demonizarlo, sino de entender qué le falta (y por qué lo elegimos tan a menudo)", explica esta experta.
"El desayuno 'de toda la vida' es el que contiene alimentos como el zumo de naranja recién exprimido, pan blanco tostado con mantequilla o mermelada, y un café. Una imagen clásica que evoca orden, salud y energía. Pero si lo miramos con lupa, nos encontramos con un desayuno muy poco equilibrado", añade Luzón.
Y detalla las principales razones. "El zumo, aunque proceda de fruta, al exprimirla eliminamos la fibra y concentramos azúcares, se absorbe rápidamente y provoca picos de glucosa; el pan blanco con mermelada o mantequilla casi todo son carbohidratos refinados y grasas saturadas, y el café aporta poco más que cafeína (y a veces ansiedad por la falsa sensación de energía)".
Así que el resultado, prosigue esta técnica en dietética, es que obtenemos "energía rápida, poca saciedad y hambre a media mañana". ¿Por qué lo seguimos eligiendo entonces? "Porque asociamos tradición con salud", responde la experta, "porque es rápido y fácil, y porque hemos crecido escuchando que 'el desayuno es la comida más importante del día'. Pero, más que 'la más importante', deberíamos pensar en 'una oportunidad para nutrirnos'", añade. "Y en ese sentido, este desayuno aprovecha poco esa oportunidad"
A continuación, Luzón cuenta qué le falta entonces al desayuno que deberíamos tomar y cómo podemos mejorarlo sin complicaciones: "Un desayuno equilibrado necesita proteína, como huevo, yogur natural, queso fresco, frutos secos o legumbres (sí, también). También grasa de calidad, como aguacate, aceite de oliva virgen extra, semillas, frutos secos. Además, fibra y micronutrientes, como fruta entera, pan integral, avena, verduras (en tortilla, tostada o smoothie). Así que no hace falta eliminar el café o el pan, sino sumar alimentos que aporten saciedad y calidad nutricional".
"Un ejemplo de mejora sencilla sería tomar pan integral con aguacate y huevo; fruta entera, y café o infusión. Pero no hay un desayuno perfecto", agrega la experta. "El desayuno ideal no es el que ves en Instagram, sino el que se ajusta a tu hambre, tus horarios y tus gustos. Hay personas que desayunan fuerte y otras que prefieren hacerlo más tarde o incluso no hacerlo, y todas pueden tener una alimentación saludable. El problema no es desayunar, sino desayunar en automático", resalta.
Así que, en conclusión, "no se trata de desterrar el zumo o las tostadas, sino de entender por qué las elegimos y qué podríamos añadir para sentirnos mejor. Comer bien empieza por cuestionar lo que siempre dimos por hecho", aconseja esta técnica en dietética.
