El artista, en el museo: sobre la exposición de Jesús del Pozo
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El artista, en el museo: sobre la exposición de Jesús del Pozo

Jesús del Pozo fue un creador que llegó de la época más oscura para iluminar rostros y cuerpos, alfombras rojas y discretos vestidores. En la exposición se enseñan sus creaciones, cómo fue dejando un poco de sí mismo en las prendas y cómo ellas se fueron apoderando de él. Abrigos, vestidos, capas, inspiración velazqueña, Felipe II, Balenciaga, Asia, el esparto y las 'paillettes'.

El debate de la relación entre la moda y los museos es tan largo como lo es la vida de sus dos protagonistas. No hablemos solo de los museos de artes decorativas, que se dedican a esos bellos objetos que muchos tienen en sus casas y en su haber: hablemos de los museos, museos. Porque al pan, pan, al vino, vino, y al museo, ¿moda?

El Museo Thyssen de Madrid acogió una exposición de Hubert de Givenchy que rompió récords y abrió cabezas: ¿se merece un trapito, por muy bien hecho que esté, dormir bajo el mismo techo que picassos y renoirs? ¿La moda, que al final es ropa, ha sido creada para el arte o para el pragmatismo?

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Ese melón está abierto y no será aquí donde lo desmembremos aún más. Pero es cierto que hay prendas que son más que tela y agujas y que merecen un lugar preponderante en salas (y ojo, que esa es otra: no solamente de ciudades importantes, sino que bien valdrían una tournée por media España) y una explicación que nos haga entender qué llevamos y por qué lo hacemos.

La antología (aunque no está expuesta de forma cronológica no se puede considerar de otro modo) en honor al modisto Jesús del Pozo (fallecido en agosto de 2011) es una de esas muestras que todos deberían ver y escuchar para entender qué somos hoy y qué cosas sacamos del armario entre legañas cada mañana.

Jesús del Pozo fue un creador que llegó de la época más oscura para iluminar rostros y cuerpos, alfombras rojas y discretos vestidores. En la exposición que puede verse en la sala del Canal de Isabel II (Calle de Santa Engracia, 125, metro Islas Filipinas, no se vayan a ir hasta Plaza de Castilla) se enseñan sus creaciones, cómo fue dejando un poco de sí mismo en las prendas y cómo ellas también se fueron apoderando de él. Abrigos, vestidos, capas, inspiración velazqueña, Felipe II, Balenciaga, Asia, el esparto y las paillettes, las flores, el tul con las conchas del mar, el negro ala de cuervo sacado del palo de Campeche, el rojo de la cochinilla, el volumen y las líneas simples. Todo ello se ve y se va entendiendo poco a poco en esta exposición que ha comandado y comisariado la historiadora de la moda y experta en la misma Esperanza G. Claver.

Siempre faltan cosas, por supuesto. Todo puede ser mejor. El espacio es fantástico, creciendo en altura y combinando luz y oscuridad, pero al final queremos más, se queda corto. Más explicaciones no estarían mal: poder acceder a un folleto más completo de forma sencilla, o a unas cuantas placas explicativas. Las visitas guiadas son magníficas, pero solamente hay sábados y domingos a las 12 para un solo grupo y se llenan pronto (lleguen a las 11:20); además, el personal de la sala no es especialmente receptivo con la gente que -en un espacio completamente diáfano- se acerca o incluso se para, alguna planta más arriba, a escuchar las explicaciones del guía; de hecho, su ansia por echar a la gente de todo lo que toca el guía roza la mala educación. Un guía, eso sí, con explicaciones magníficas y muy necesarias para entenderlo todo.

Supongo, y hablo por hablar, que todo será cosa de permisos, de dineros. Pero espabilen, señores de los museos. Un domingo de calor en la calle esa exposición, gratuita, estaba a reventar. A lo mejor sí que estamos hablando de arte mayor. A lo mejor no está tan mal mezclar algodones y zurbaranes.

La exposición 'Jesús del Pozo' puede verse de forma gratuita en la Sala Canal de Isabel II del 13 de septiembre al 23 de octubre.

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