Quien aguanta termina por ganar

Quien aguanta termina por ganar

La capacidad de resistencia suele ser directamente proporcional a la convicción en la lucha.

El mandatario ruso, Vladímir Putin, en una imagen de archivo.MIKHAIL KLIMENTYEV/SPUTNIK/AFP via Getty Images

Es un viejo principio militar, aplicable a todas las disciplinas de la vida por puro sentido común: el que resiste vence. Qui resistit vincit, en latín. Entre otras razones porque el que ataca se desgasta. Y al dilatarse la victoria, o alejarse cada día, aumenta el descontento interno mientras la imagen del invadido se fortalece en el mundo… a la vez que a todos, hasta a los que parecen amigos, interesa conjurar ese peligro ad futurum, por si acaso.

Y encima aparece entre brumas la famosa ‘quinta columna’. Además, la capacidad de resistencia suele ser directamente proporcional a la convicción en la lucha. Y, a mayores, es obvio que mientras se aguanta se quiebra la moral del enemigo y aumentan los gastos. No es lo mismo una tropa desmotivada con unos mandos incompetentes y ensoberbecidos, engañados por sus propias mentiras históricas, que un pueblo en armas que es invadido por un estado con un dilatado historial colonialista. Todavía hay naciones enteras con el miedo en el cuerpo, que en cuanto pudieron salieron desaladas en busca de protección USA. Todos los siervos a la fuerza del ‘Pacto de Varsovia’.

Hablamos, naturalmente, de la guerra de Putin. El ataque a Ucrania se veía venir —un repaso a la hemeroteca es fundamental para el análisis de la situación— casi desde el momento en que Yeltsin abrió el camino hacia el Poder absoluto a un espía del KGB bregado, y hay quien dice que sufragado, en las guerras de las mafias del puerto de San Petersburgo. De ahí su estrategia de sustituir la telaraña del PCUS y el KGB en el tejido económico soviético por la de los oligarcas nacidos en la rapiña de la privatización de la riqueza pública como sustento del régimen putinista.

Pero el fracaso de la táctica de amenazas, enredos y desestabilización de Ucrania para imponer un gobierno títere, una marioneta en manos de Moscú, que tropezó con el Maidan, enfureció al ‘amo’ del Kremlin. Empezó la recuperación del ‘imperio rojo’ por Crimea. Ya entonces, tanto la OTAN como muchos países neutrales o libre oyentes, y los analistas más sensatos, habían previsto la secuencia probable de la agresión y alertado sobre este ‘primer movimiento’.

Todavía hay naciones enteras con el miedo en el cuerpo, que en cuanto pudieron salieron desaladas en busca de protección USA. Todos los siervos a la fuerza del ‘Pacto de Varsovia

Una serie de maniobras de la armada y la aviación de la Federación Rusa en el área báltica y en el ‘cinturón’ fronterizo fueron respondidas de inmediato con el despliegue de una fuerza aliada disuasoria, que incluye unidades de la aviación española que, como las de otros países, han tenido situaciones de alto riesgo con cazas o aviones militares ya considerados hostiles. Fue una señal clara de que en caso de agresión se activaría automáticamente el artículo 5: la respuesta militar inmediata y proporcionada de la Organización ante el ataque a uno de sus miembros.

Gitanas Nauseda, presidente de Ucrania, ha dejado clara la fuerza y hondura de la determinación de responder a la agresión y a las amenazas. En declaraciones a El País, el 12 de mayo, es absolutamente claro. No hay miedo por su parte a las consecuencias de la escalada de la reacción aliada ante la amenaza: “Occidente debe cruzar todas las líneas rojas en la guerra de Ucrania”.

En todas las visitas de periodistas al cuartel general (SHAPE) de la OTAN en Mons, Bélgica, o en la sede de Bruselas, antes de la entrevista con el secretario general, era una tradición de los anfitriones empezar por la historia real. Se trataba de demostrar, hasta que no quedara duda alguna, que el Tratado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte fue consecuencia directa y automática de la ‘conquista sin guerra’ de media Europa practicada por la URSS, tras la IIGM, que se apropió mediante golpes de estado y manu militari de lo que fue el pacto de Varsovia o, en terminología de Breznev, ‘sus’ países de soberanía limitada.

En el libro Alianza Atlántica: Estructura, Hechos y Cifras, editado en 1984, se recogía que “la expansión territorial soviética bajo Stalin empezó ya durante la guerra con la anexión de Estonia, Letonia y Lituania, así como de ciertas partes de Finlandia, Rumania, Polonia, nordeste de Alemania, y Checoslovaquia Oriental. Esta expansión territorial continuó después de la derrota alemana y fue completada con acciones políticas tendentes a consolidar el control sobre los países del este de Europa". Lo que "condujo de forma efectiva a que Albania, Bulgaria Rumania, Alemania Oriental, Polonia, Hungría y Checoslovaquia, cayeran dentro de la esfera de dominación soviética". Más de 90 millones de habitantes no rusos.

Paul Henri Spaak , primer ministro de Bélgica, afirmó en la ONU en 1948: "Sólo una gran potencia ha surgido de la guerra tras haber conquistado otros territorios, y esta potencia es la URSS”. Gran paradoja. Tras la guerra las Naciones Unidas comenzaron el proceso de descolonización mundial mediante el ejercicio del derecho de autodeterminación. Se borró la era de los imperios. Cayeron todos, uno a uno. Del inglés, cuyas tropas imperiales fueron tan importantes en las más cruentas batallas, quedó en el mundo de la diplomacia sólo la Commonwealth (Comunidad de Naciones).

En una entrevista realizada en televisión en la Plaza Roja a ciudadanos rusos poco después de iniciada la ‘Operación militar especial’, disfrazada de ayuda a un pueblo oprimido por unos malvados nazis de ficción, una señora se mostró decididamente partidaria de ‘rescatar’ “nuestras colonias”. Un coro asentía. Pensé, “la cabeza es la loca de la casa”, como decía al parecer Santa Teresa, esa gran feminista según mi madre, en que con parecidos argumentos, cogidos con pizas, algún tarado español podría plantear la intervención en México o en Venezuela. Aunque no demos ideas…

Este ‘orgullo colonial’, que en el mundo civilizado y occidental —puede haber como es natural países geográficamente no occidentales que acepten como propia esta forma de civilización, declaración de Naciones Unidas mediante— es totalmente inadmisible y contrario al Orden Mundial heredado desde Westfalia, nada menos, es en cambio un objetivo de futuro para Moscú. Sean zares, mandarines soviéticos o autócratas de una férrea oligarquía de toma y daca, siguen un mismo patrón. Y encima, falsifican la Gran Victoria Patriótica que no hubiera podido ser, sino quizá todo contrario, una ‘gran derrota patriótica’, como a lo peor, para ellos, la que se les avecina, sin la enorme y eficaz ayuda militar de EEUU y UK.

La situación se le está poniendo difícil a Putin y su grupo de apoyo. Aunque la dictadura disfrazada de democracia de carnaval lleve a cabo una feroz represión, la disidencia aumenta porque hay un eficaz antídoto contra la censura y la propaganda: los cientos de miles de soldados muertos o lisiados que van llegando a sus pueblos y ciudades; las redes sociales, que logran atravesar los ‘cortafuegos’; el masivo apoyo internacional, hasta de países medio hermanos...

Y las críticas internas. En el estamento castrense, y pese a la desconfianza y el desdén que los militares de carrera puedan tenerle a los mercenarios, como los del grupo Wagner, las duras críticas del empresario Prighozin, exchef y buen amigo ¿que fue? de Vladimir Putin al ministro de Defensa y otros altos mandos, y sus advertencias de que se está perdiendo la guerra, han debido sembrar la preocupación.

La situación se le está poniendo difícil a Putin y su grupo de apoyo. Aunque la dictadura disfrazada de democracia de carnaval lleve a cabo una feroz represión, la disidencia aumenta

Mientras tanto la UE aumenta las capacidades defensivas-ofensivas de Kiev, Zelenski ha entrado ya en la Historia por la puerta grande de los héroes, las nuevas piezas de artillería y misiles de crucero acercan el infierno a la frontera, a la vez que van tomando fuerza los sabotajes que no son reivindicados…

Todas estas circunstancias están teniendo un serio efecto social y económico. A los muertos y heridos, y el impacto que esa dolorosa verdad produce, hay que sumarle cientos de miles de jóvenes desertores y hasta de exiliados; una quiebra económica por los gastos de guerra y por la reducción de la producción…que puede estallar en cualquier momento. Por primera vez la Plaza Roja fue el Día de la Gran Victoria patriótica un templo patriótico vacío. El gigante tiene los pies de barro.

Rusia es verdad que es como una ‘matriuska’ impenetrable. Pero no hay que descartar que si la guerra sigue se entra en un proceso crítico, y la única solución para el nuevo politburó oligárquico puede que no sea invadir Polonia sino darle una dosis de polonio a Putin. Zelenski es muy inteligente: por sus últimos movimientos parece que quiere que el papa Francisco sea su Papa Wojtila.