Cambio de hora en Domingo de Resurrección

Cambio de hora en Domingo de Resurrección

Cuando llegaron Pedro y Juan al sepulcro se encontraron la enorme piedra que bloqueaba su entrada todavía puesta en su sitio. Se miraron extrañados...

Mujer cambiando la hora en su despertadorGetty Images

Cuando llegaron Pedro y Juan al sepulcro se encontraron la enorme piedra que bloqueaba su entrada todavía puesta en su sitio. Se miraron extrañados.

JUAN.— Pero… ¿no habíamos quedado en que… no se suponía que tendría que estar movida la piedra? ¿y ahora qué hacemos?

Pedro permaneció en silencio. Con paso prudente se acercó para comprobar que no hubiera alguna rendija por la que pudiera haberse marchado Jesús después de resucitar. Negó con la cabeza.

PEDRO.— No sé… era hoy, ¿no?

Durante unos segundos intentaron encontrar una explicación. Los dos pensaron lo mismo, pero sólo Juan se atrevió a decirlo.

JUAN.— ¿Y si…? ¿Y si no era dios? Quiero decir…

PEDRO.— Calla, no digas tonterías. Si caminaba sobre las aguas y curaba leprosos…

JUAN.— Yo tengo un primo que adivina una carta que estés pensando. Quizá…

De pronto, acompañado de un estruendo súbito, la enorme piedra comenzó a moverse, dejando libre el espacio suficiente para que Jesús, con un brillo resplandeciente, saliera al exterior. Al ver a Pedro y a Juan intentó disimular su desconcierto.

JESÚS (en voz baja, entre dientes, mirando de reojo a todas partes por si alguien les viera).— ¿Pero qué hacéis aquí?

JUAN (balbuceando).— ¿Có… cómo que qué hacemos aquí? Habíamos quedado en que… son las diez de la mañana… Tú ibas a re… resucitar a las nueve y nosotros llegábamos a las diez y nos encontrábamos el sepulcro vacío.

El joven apóstol miró a Pedro buscando complicidad, pero éste se mostraba impasible. Temía poner en peligro su vicepresidencia.

JESÚS.- Son las nueve.

JUAN.- Con el debido respeto, maestro, son las diez.

JESÚS (mirando la posición del sol en el cielo).— Son las nueve. En punto. Soy dios. (Señalando al sol) Lo creé yo el primer día. Sabré la hora que es… vamos, digo yo.

JUAN.— Pero es que esta noche cambió la hora. A las dos se pasó a las tres. Que no entiendo por qué hacen siempre el cambio de hora de noche si sólo tenemos relojes de sol…

Jesús abrió desproporcionadamente los ojos. En ese momento se dio cuenta. Pedro tomó la palabra para disculparle.

PEDRO.— A ver, maestro, es normal que no te dieras cuenta. Cuando uno está muerto…

JUAN.— Toda Judea se ha pasado estos días tallando de nuevo los números en los relojes de sol, para que la sombra apunte a las nuevas horas. Salvo el viernes, que por algún extraño motivo el sol se oscureció unas horas por la tarde.

Guiñó un ojo a Jesús. Estaba pensando en dedicarse a los monólogos de humor si lo de ser apóstol no daba para ganarse la vida. Inmediatamente lamentó haber hecho el chiste.

JESÚS.— Mira que lo pensé. Pero creí que era sólo cosa de Europa. Con esto de la crucifixión… no puedo estar en todo.

PEDRO.— Ya sabes… Herodes y su política de acercamiento a la Unión Europea.

JESÚS.— Pues a ver ahora qué hacemos. Que van a llegar los evangelistas. Mi resurrección es el dogma fundamental del cristianismo. Es importante que escriban la escena como yo la había pensado.

JUAN.— Si quieres nos vamos y no hemos visto nada.

JESÚS.— Sí, eso. Buena idea. Iros y volvéis dentro de una hora. No… mejor… que vengan María Magdalena y María la madre de Santiago… y luego, cuando os lo cuenten, hacéis como si os pillara de nuevas.

Pedro y Juan retomaron el camino de vuelta aliviados por lo bien que se había resuelto la situación.

JUAN.— Pues dirán lo que quieran, pero yo prefiero el horario de invierno.

PEDRO.— A mí el cambio me sienta fatal. Paso unos días con dolor de cabeza.

JUAN.— Dicen que éste es el último año que lo cambian.

PEDRO.— Lo dicen todos los años. Carajo, casi nos cargamos el cristianismo.

JUAN.— ¿Te imaginas? Vaya lío…

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Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.