Con la derecha, en Madrid no hay Plan

Con la derecha, en Madrid no hay Plan

Madrid necesita tener un Plan, pero para hacer una ciudad más habitable, más inclusiva, más limpia, más justa y, por supuesto, también más rica.

Vista de MadridGetty Images

El todavía alcalde Martínez-Almeida ha dicho estos días que, esta vez sí, tras las elecciones municipales del próximo 28 de mayo, si sigue siendo alcalde, su prioridad será un nuevo Plan General para Madrid. Permítame el lector o lectora que lo ponga en duda a la vista de que el actual Plan es de 1997 y que tras nada menos que 26 años gobernando, la derecha no ha sido capaz, o no ha querido, llevar adelante esa herramienta fundamental de planeamiento que en cualquier ciudad mediana es decisiva, no digamos en una urbe como la nuestra.

El último intento de aprobar, no ya un plan, que es una herramienta compleja y ambiciosa, sino un modesto avance de modificación de las Normas Urbanísticas (una pequeña parte del Plan), es de finales del año pasado y tampoco pudo ser. Sus socios de la extrema derecha, de los que depende y dependerá su partido en Madrid y seguramente en muchas otras partes de España, le dejaron tirado por traicionarse a sí mismo y a sus votantes al no liberar el centro de Madrid para que “la gente de bien” —que diría Feijóo— pudiera circular con sus coches de bien y sus tubos de escape de bien.

Desde el PSOE rechazamos aquella propuesta, diseñada sin escuchar a los vecinos o colectivos que han presentado 207 escritos con sugerencias, que han sido en un 80% rechazadas. Lo hicimos porque la modificación que se pretendía aprobar no aportaba ninguna solución a los principales problemas de los vecinos y vecinas de Madrid, el acceso a la vivienda, el papel de la capital en el contexto metropolitano o medidas contra el cambio climático y la contaminación.

Nada de eso les importaba. La nueva modificación de las normas pretendía que siguiera siendo un coladero abierto a intereses de promotores privados, que son el colectivo al que va dirigida toda la estrategia urbanística de la derecha, convencida como está de que la riqueza de una ciudad está en el bolsillo de sus vecinos más privilegiados y no en la vida cotidiana de todos. Todo lo que sea negocio, aunque deteriore la calidad de vida de las personas o hipoteque el propio futuro de Madrid, es bueno para el convento de la derecha, ya sean cocinas fantasmas, plataformas logísticas, pisos turísticos o locales de apuestas en los barrios económicamente más vulnerables.

La modificación que se pretendía aprobar no aportaba ninguna solución a los principales problemas de Madrid, el acceso a la vivienda, el papel de la capital en el contexto metropolitano o medidas contra el cambio climático y la contaminación

En ese escenario de macrocentro comercial y turístico que la derecha sueña para todo Madrid, sus ciudadanos contamos únicamente como consumidores o clientes, el resto de nuestras necesidades están de más. Eso cuando no estorban.

El Grupo Municipal Socialista lleva años reclamando que se aborde la revisión del Plan General de 1997, obsoleto y desfasado, que ni siquiera se ajusta a la legislación del suelo actualmente vigente. Pero hacer un Plan para una urbe como Madrid es mucho más que cumplir la Ley, es pensar en la ciudad que dejaremos a nuestros hijos, no solo a nuestros inversionistas, es imaginar hacia dónde van las ciudades punteras, como podría ser Madrid, y escribir un nuevo modelo de ciudad. Hacer un plan es generar la ilusión en una ciudadanía que merece vivir en una de las mejores ciudades del mundo, tan buena que ni siquiera tantos años de gobiernos de la derecha han podido con ella. Madrid necesita tener un Plan, pero para hacer una ciudad más habitable, más inclusiva, más limpia, más justa y, por supuesto, también más rica. La derecha ha tenido un cuarto de siglo para hacerlo y no ha sido capaz. Es hora de que, por fin Madrid empiece a tener el Plan General que necesita, que no es, desde luego ese que Almeida tampoco va a hacer.