Nadie sabía cómo los cocodrilos van de isla en isla pese a ser malos nadadores hasta que los vieron surfear
La vida siempre encuentra el camino, tal y como decía el doctor Ian Malcolm en Jurassic Park.

El cocodrilo marino (Crocodylus porosus), el reptil más grande que existe en la actualidad, no destaca por ser un nadador veloz. Sin embargo, su presencia en numerosas islas del Pacífico Sur ha intrigado a los científicos durante décadas. La respuesta, según un estudio de la Universidad de Queensland publicado en 2010, es que estos gigantes saben aprovechar las corrientes marinas… como si hicieran surf.
Los investigadores colocaron transmisores de sonar a 27 ejemplares adultos en el río Kennedy, al norte de Australia, y usaron receptores submarinos para seguir sus movimientos durante un año. El seguimiento produjo 1,2 millones de registros, revelando que estos viajes de larga distancia solían comenzar una hora después del cambio de marea. En ese momento, los animales se dejaban llevar por las corrientes oceánicas y, cuando la marea bajaba, salían a tierra para esperar el siguiente cambio favorable.
En sus expediciones, los cocodrilos recorrían habitualmente más de 50 kilómetros hasta la desembocadura del río e incluso se adentraban en mar abierto, avanzando en tramos de unos 10 kilómetros cuando las condiciones eran óptimas. El patrón se repitió en individuos seguidos durante desplazamientos oceánicos, lo que confirma que este “surf” marino también se emplea en mar abierto.
“El cocodrilo de estuario se encuentra en poblaciones insulares a lo largo de los océanos Índico y Pacífico, y dado que es la única especie de cocodrilo que vive en agua salada en esta vasta área, es probable que se produzca una mezcla regular entre las poblaciones insulares”, explicó el doctor Hamish Campbell, autor del estudio. “Dado que estos cocodrilos son malos nadadores, es improbable que crucen grandes extensiones de océano. Sin embargo, pueden sobrevivir durante largos periodos en agua salada sin comer ni beber, por lo que, al viajar solo cuando las corrientes superficiales son favorables, podrían recorrer largas distancias por mar”.
Entre los casos más llamativos, un macho de 3,84 metros viajó 590 kilómetros desde el río Kennedy hasta la costa oeste de la península del Cabo York en 25 días, aprovechando un sistema estacional de corrientes en el golfo de Carpentaria. Otro, de 4,84 metros, cubrió 411 kilómetros en apenas 20 días, esperando a que las aguas del estrecho de Torres fluyeran en la dirección adecuada.
Para los investigadores, este comportamiento no solo explica cómo estas poblaciones se conectan entre islas, sino que también respalda la hipótesis de que los cocodrilos cruzaron grandes barreras marinas a lo largo de su evolución.
