Feijóo, el político de las mayorías absolutas que batalla contra su propia sombra
“El nieto de Eladia”, como le conocen los vecinos de su natal Os Peares, ha ido escalando en la política gracias a un perfil neutro que sus enemigos niegan. Sus fotos con el 'narco' Marcial Dorado a bordo de un yate en 1995 le persiguen aun hoy.
Alberto Núñez Feijóo (Os Peares, Ourense, 1961) aterrizó el año pasado en la política nacional como acicate para salvaguardar los valores tradicionales del PP y el 'pegamento' necesario para recomponer un partido que había entrado en la autodestrucción con la crisis entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso.
Elegido por proclamación como presidente del PP, Feijóo lucía con orgullo en su curriculum cuatro mayorías absolutas, el respeto de la política española y un perfil moderado y cauto que chocaba frontalmente con el carácter explosivo y radical de su rival a la derecha, Santiago Abascal. Un mesías tardío que no cogió el tren del liderazgo en 2018 tras la salida de Rajoy, pero que acabó acudiendo en rescate de los suyos cuando más lo necesitaban alejándose de su Galicia natal.
Un año y medio después de su decisión, Feijóo se asoma a las generales del 23-J - que se celebran este domingo - con el sueño de acabar con el denominado "sanchismo" y alcanzar la Moncloa. A ser posible, sin el lastre de las coaliciones o los pactos con la ultraderecha.
“El nieto de Eladia”, como le conocen los pocos vecinos que habitan la aldea de Os Peares, se licenció en Derecho por la Universidad de Santiago de Compostela para llegar a ser juez. Sin embargo, casi toda su carrera profesional se ha desarrollado en la administración pública. En 1985 entró como funcionario de la Xunta y pronto ocupó altos cargos técnicos del Gobierno gallego. Con 29 años ya estaba en la Conselleria de Agricultura y después fue secretario general de Sanidad hasta 1996, año en que se fue a Madrid en época de José María Aznar para ser secretario general de Asistencia Sanitaria en el Ministerio de Sanidad y, posteriormente, presidente del Instituto Nacional de la Salud. Unos años más tarde, entre 2001 y 2003, fue nombrado presidente de Correos.
Fue durante su etapa en la empresa postal cuando se afilió al PP. Antes, había incluso llegado a votar en 1982 y "probablemente" en 1986 al socialista Felipe González, del que siempre ha hablado muy bien en sus mítines y con el que mantiene una estrecha amistad. En noviembre de 2021, según El Confidencial, el expresidente del gobierno le invitó a pasar un fin de semana en la finca que posee en la Sierra de Guadalupe (Cáceres).
Tras su experiencia en la capital, Feijóo regreso en 2003 a Galicia para ser conselleiro de Infraestructuras y vicepresidente segundo del gobierno de Manuel Fraga. El histórico fundador de Alianza Popular le señaló entonces como su sucesor y el 86% de los compromisarios del partido apoyaron su decisión en el XIII congreso del PP gallego, celebrado en enero de 2006. "Yo nunca seré un Judas", dijo Feijóo a Fraga nada más hacerse oficial la sucesión.
Los electores gallegos siempre han apoyado al líder del PP, encadenando cuatro mayorías absolutas consecutivas (2009, 2012, 2016 y 2020). Un 'arrase' del que siempre ha hecho gala en las entrevistas y que le permite tapar algunos de sus más sonados escándalos o deslices, como el día que le dijo a una diputada de la oposición que estaba “muy necesitada”, su foto en náuticos y vaqueros apagando un incendio con una manguera, las purgas en el estamento médico para colocar a afines, la manipulación de la televisión pública gallega denunciada por periodistas de la casa, o la discreta gestión económica que dejó como legado: menos empleo, una deuda pública multiplicada por tres, el IPC disparado y un dato de riesgo de pobreza situado en el 25%.
Pero todo queda eclipsado al lado de la eterna polémica por la estrecha relación que mantuvo durante sus años jóvenes con el narcotraficante Marcial Dorado. El País publicó hace diez años unas instantáneas de Feijóo a bordo de un barco junto con el narco fechadas en 1995. Por entonces, sobre Dorado ya había sospechas acerca de su importante papel en la trama de contrabando de tabaco en Galicia. Algo que el actual presidente del PP, que ocupaba en aquellos años destacados puestos en la Administración sanitaria, desconocía o no lo vio como un problema para compartir juntos viajes a la playa, a la montaña y al extranjero, disfrutar de copiosas comidas o de plácidos ratos navegando por el mar. Actividades que Feijóo, según sus propias palabras, no recuerda quién pagó.
Cuando las fotografías vieron la luz, el líder del PP dijo desconocer todas las sombras que rodeaban a Marcial Dorado. Y no sólo eso: también negó haber mantenido una relación de amistad con él pese a sus numerosos encuentros y viajes juntos.
Las fotos a bordo del yate han ido enfangando el camino político en vertical de Feijóo, siendo usadas como arma arrojadiza contra el candidato popular en todas las campañas en Galicia y ahora también en las generales del 23-J. Este pasado miércoles, Núñez Feijóo aseguró que desconocía las conexiones de Marcial Dorado con el contrabando y el narcotráfico pese a que dicha información ya había sido publicado por diferentes medios. “En aquel momento no tenía acusación por ello. Ahora es más fácil saber cosas porque hay internet y Google. Hasta que yo le conocí, este señor no tenía ninguna causa por el narco”, dijo. El viernes, en una entrevista en COPE, admitió que cuando conoció a Marcial Dorado "había sido contrabandista” pero que "nunca tuvo nada que ver con este asunto".
Pese a las sospechas, Feijóo ha sabido crecer en la política ofreciendo muchas caras y aristas, incurriendo en diversas contradicciones ideológicas (como con el aborto) y apoyándose en un grupo muy cerrado de personas de confianza. "Hay muchos 'Feijóos', es difícil saber por dónde va a salir a veces. No le gusta confrontar e intenta proyectar de sí mismo una imagen de estadista. En Galicia eso le bastó, pero para el asalto a la Moncloa ha tenido que mancharse las manos", señalan a El HuffPost personas cercanas a él.
La oposición gallega 'pinta' un Feijóo muy diferente. "Su imagen se ha estado blanqueando desde parte de la prensa estatal porque se quiso hacer ver que estábamos ante un nuevo Gallardón. Y ni es moderado ni es buen gestor. Se le ven las costuras", señalaba la líder del BNG, Ana Pontón, a El HuffPost. Para ella, el popular "hizo una gestión muy negligente en Galicia, pero consiguió maquillar los datos controlando a los medios públicos".
A escasas horas de que se abran las urnas, el nieto de Eladia permanece a la espera. Sabe que el sueño de alcanzar la Moncloa está a su alcance. Teme que las las altas expectativas y la losa de su triunfante carrera política jueguen en su contra. Ser primera fuerza parece muy factible, pero luego tocará pactar con Vox o desmontar al PSOE en busca de una abstención casi imposible. Un juego de 'trileros' y arduas negociaciones que el Feijóo de las 'mayorías absolutas' desconoce por completo.