Cómo se elige la Mesa del Congreso y por qué es tan importante
Cyber Monday
Todas las ofertas en: Patrocinado por Amazon

Cómo se elige la Mesa del Congreso y por qué es tan importante

La constitución de las Cortes, el 17 de agosto, es la primera negociación importante que abordan los partidos antes de la investidura.

Visión de la Mesa del Congreso, durante un debate en el Pleno.Europa Press via Getty Images

El 17 de agosto es la fecha en la que la nueva legislatura echará a andar. Lo hará con la constitución de las Cortes, es decir, del Congreso y del Senado, tal y como establece el decreto de disolución de ambas Cámaras que aprobó el Consejo de Ministros tras el anuncio de adelanto electoral que hizo Pedro Sánchez el 29 de mayo.

Parece un trámite más, pero en realidad la elección de la Mesa del Congreso tiene mucha más importancia de la que parece. Por eso el PSOE quiere esperar a su constitución para iniciar las negociaciones formales para la investidura.

¿Cómo se elige la Mesa del Congreso?

El próximo 17 de agosto, a partir de las 10:00 horas, veremos en el Congreso un ritual que se ha repetido en numerosas ocasiones desde la aprobación de la Constitución.

El proceso de elección de la Mesa del Congreso tiene unos trámites muy concretos marcados por la ley y arrancan por la formación de la conocida como Mesa de Edad, presidida por el diputado de mayor edad y que cuenta como secretarios con los dos parlamentarios más jóvenes.

A finales de 2019, tras las elecciones de noviembre de aquel año, su presidente fue el gran protagonista de esos días. El socialista Agustín Zamarrón, al que se apodó 'el Valle Inclán del Congreso' por su llamativa barba blanca, llamó la atención con su prosa y sus discursos a los diputados. Su jubilación como diputado hará que no sea él este año quien presida la Mesa, que es la encargada de velar por el cumplimiento del reglamento para elegir la Mesa del Congreso, que se compone de un presidente o presidenta, cuatro vicepresidentes y cuatro secretarios. Nueve miembros en total que, aunque no lo parezca, tienen una importancia crucial en el funcionamiento del Parlamento y en cómo se desarrolla la tramitación y posterior aprobación de las leyes.

La elección del presidente o presidenta del Congreso —las dos últimas han sido mujeres: Meritxell Batet (PSOE), que no repetirá, ya que será Francina Armengol la candidata, y Ana Pastor (PP)—, se realiza por mayoría absoluta, es decir, al menos 176 votos a favor. En caso de que no salga por absoluta, se elegirá en una segunda votación por mayoría simple (más síes que noes) entre los dos candidatos con más votos.

La votación es también una liturgia conocida en la Carrera de San Jerónimo. Cada diputado escribe en un papel el nombre del candidato o candidata al que quiere votar y lo introduce, por orden de llamada, en una urna que se dispone en la Mesa, junto al atril de oradores. Después, la Mesa de Edad lee los votos uno a uno.

Acto seguido, se elige al resto de miembros de la Mesa (vicepresidentes primero y secretarios, después) de forma simultánea en cada caso: primero, los cuatro vicepresidentes y, después, los cuatro secretarios. Todos son elegidos en función del mayor número de votos. Es decir, en el caso de los vicepresidentes, el que tenga más votos ocupará la Vicepresidencia Primera, el segundo la Vicepresidencia Segunda y así sucesivamente. De igual modo, con los secretarios.

¿Por qué es importante?

¿Y qué importancia tiene para los partidos tener representación en la Mesa? Mucha, sin duda. Se trata del órgano que decide sobre la admisión a trámite de las leyes y proposiciones que presentan los grupos y pueden ralentizar o acelerar las iniciativas parlamentarias.

Recordemos, por ejemplo, el caso de la reforma del Código Penal que impulsó el Gobierno en la pasada legislatura para reformar la malversación y derogar la sedición. Ahí, el Ejecutivo puso en marcha, gracias a su mayoría en la Mesa, una reforma exprés que se culminó en plazos mucho más abreviados de los habituales.

Por eso es importante para cada bloque —izquierda y derecha— contar con mayoría en este órgano. Al ser nueve sus miembros, estamos hablando de cinco representantes frente a cuatro del otro bloque.

En esto andan las negociaciones estos días, como ha desvelado este lunes la 'número dos' de ERC al Congreso por Barcelona, Teresa Jordà, quien ha explicado que se están produciendo contactos entre los distintos partidos y que la apuesta del PSOE es presidir la Mesa y que los independentistas o el PNV tengan un puesto en el órgano.

De este modo, ha reconocido, sería más sencillo para ERC y Junts tener grupo propio en el Hemiciclo. Algo sobre lo que, según ha desvelado en declaraciones a El Periódico, los socialistas le han dicho que "no habrá ningún tipo de problema".

No es baladí el hecho de querer tener un grupo parlamentario propio, ya que da a los partidos una serie de ventajas que no tendrían en caso de estar integrados en el llamado Grupo Mixto, donde se integran aquellas formaciones que no tienen grupo individual.

Los grupos propios tienen mayores tiempos de intervención en la Cámara, pueden hacer interpelaciones al Gobierno, presentar proposiciones no de ley y, sobre todo, tienen mayores medios materiales y económicos. En el caso del Grupo Mixto, tanto los tiempos como los recursos se reparten entre las distintas formaciones.

Según las normas de la Cámara, tienen derecho a Grupo Propio los partidos que hayan obtenido un mínimo de cinco diputados siempre que hayan logrado el 5% del voto a nivel nacional o del 15% en las circunscripciones en las que los diputados se han presentado. En el caso de ERC y Junts (ambos con 7 escaños), hay varias circunscripciones en las que no llegan a ese 15% exigido. No es el caso del PNV (6 escaños), que supera con holgura este porcentaje en todas las provincias de Euskadi.

Las cuentas del PSOE

Con estos mimbres, el PSOE necesita echar cuentas para poder controlar la Mesa del Congreso y por eso negocia dar entrada a un miembro de PNV o ERC a este órgano.

De este modo, se garantizaría su apoyo para controlar la Mesa, aunque todavía quedaría un escollo por salvar: Junts. En las últimas horas, Carles Puigdemont, expresidente catalán y exlíder de Junts, ha asegurado que la postura de su formación no se ha movido y ha exigido "hechos comprobables antes de comprometer ningún voto":

Si finalmente Coalición Canaria prefiere al PP que a un gobierno progresista, los de Feijóo contarían con 172 votos a favor. Es decir, uno más que el bloque de izquierdas si el BNG mantiene su apoyo: 171. Por lo que a Sánchez y al PSOE no le bastaría la abstención de Junts, sino que necesitarían el 'sí' del partido de Puigdemont para tener más votos a favor que en contra, no sólo en la investidura, sino en la votación para presidir el Congreso.

Al menos, para que la presida algún miembro del bloque progresista, ya que son varias las voces, especialmente dentro de Sumar, que plantean la posibilidad de que sea alguien ajeno al PSOE quien dirija la Cámara.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Jefe de Política de El HuffPost