Sí, por mucho que digan los negacionistas, el cambio climático también explica la virulencia de la última ola de incendios
El aumento de las temperaturas no provoca los incendios ni las danas pero sí es un factor clave para entender su cada vez mayor intensidad. Los científicos avisan: "Tendremos cada vez fenómenos meteorológicos más extremos".
Cuando la mayor parte de los científicos expertos en una materia alcanza la misma posición, eso recibe el nombre de consenso científico. No se refiere a una verdad absoluta, sino a unas mismas conclusiones en base a la evidencia científica, a los estudios que han realizado. ¿Y hay un consenso científico con relación al cambio climático? Sí, y no solo con que existe, sino que, según la NASA, "la gran mayoría de los científicos del clima que publican activamente (97 por ciento) están de acuerdo" en que son los seres humanos quienes lo causan. Pese a los crecientes discursos negacionistas, basados únicamente en opiniones, el cambio climático es un factor clave para entender los incendios forestales que han arrasado centenares de miles de hectáreas durante las últimas semanas en Castilla y León, Galicia, Extremadura o Asturias, pero también fenómenos meteorológicos adversos como la dana que dejó más de 200 muertos.
"En verano siempre ha hecho calor" o "siempre ha habido incendios", dicen los negacionistas para tratar de desmentir cualquier prueba que relaciona la ola de fuego con el cambio climático. En invierno hace frío y en verano, calor, por supuesto. Pero no tanto. Y la tierra, por cierto, es esférica, pero ese es otro asunto. La realidad es que, desde que hay registros, España no había sufrido una ola de calor como la de agosto de este año. Según la AEMET, duró dieciséis días y el periodo que va desde el día 1 al día 20 de agosto fue el más cálido desde, al menos, 1961. "Está constatado que en España las olas de calor están aumentando en duración, extensión e intensidad. ¿Y qué está detrás del incremento de las temperaturas y de unos episodios de calor extremo más frecuentes?", se preguntan desde la agencia meteorológica. ¡Sorpresa! "El cambio climático". Es cierto, según reconoce la AEMET, que "cada verano no va a ser siempre más cálido que el anterior, pero la tendencia a veranos más extremos es clara".
Ahora que sabemos que la temperatura media es cada vez mayor, el siguiente interrogante es: ¿provoca el cambio climático los incendios? No por sí mismo, pero sí los agudiza. Así lo explican desde Greenpeace: "El cambio climático no origina los incendios, pero los agrava y multiplica hasta convertirlos en episodios más frecuentes, intensos y difíciles de controlar. A las sequías, propias del clima mediterráneo, se suman el aumento de las temperaturas medias y la frecuencia e intensidad de las olas de calor que incrementan el riesgo de incendio forestal debido a la menor humedad del suelo y la vegetación y una situación prolongada de estrés hídrico en los montes. En caso de incendio, esto convierte la vegetación en un combustible altamente inflamable". Desde la AEMET lo ven igual. El cambio climático, además de afectar a la salud de las personas vulnerables, "aumenta el riesgo del peligro de incendios".
"Ah, claro, o sea que el cambio climático hace que haya más y peores incendios, pero también que llueva, ¿no?" Exacto, así es. "El cambio climático no solo calienta la atmósfera, también los mares y océanos. Las elevadas temperaturas del mar Mediterráneo [...] generan más humedad en la atmósfera e intensifican las lluvias, provocando danas destructivas", señalan desde Greenpeace, donde también avisan de que el episodio de lluvias torrenciales del año pasado en Valencia "no es el primero ni será el último". Lo mismo apunta la meteoróloga y doctora en Ciencias Físicas Mar Gómez en un artículo en El Tiempo sobre las implicaciones del recalentamiento del Mediterráneo, que ha pasado de una temperatura media de 19 grados en 1982 a superar los 21 grados en la actualidad. Este verano, el mar Mediterráneo ha superado incluso los 32 grados. "Estos valores – escribe Gómez – confirman que el Mediterráneo occidental se comporta ya como un mar casi tropical en pleno verano. ¿Qué consecuencias podría tener? Esto sienta las bases de un mayor riesgo de tormentas intensas y lluvias torrenciales en otoño además de un grave impacto en la biodiversidad marina".
En conversación con El HuffPost, Gómez aclara que el aumento de la temperatura en el Mediterráneo "no influye en la formación de danas sino en sus efectos". "Un mar Mediterráneo más cálido alimenta con la mayor evaporación los sistemas tormentosos que pueden descargar mayores cantidades de lluvia en poco tiempo. A esto hay que unir otros factores como es la orografía o mala planificación del territorio", añade. Es exactamente lo mismo que sucede con los incendios. "El cambio climático lo que hace es sentar unas bases más propicias para la propagación de incendios. No los genera porque sabemos que la mayoría son provocados, pero con un mundo más cálido y en general más seco, la propagación de los fuegos es mayor", explica Gómez. Esto es algo que ya sucede, como se ha podido comprobar estos días. "El número de días con riesgo extremo de incendios ha aumentado el todo el mundo y se ha duplicado en la cuenca mediterránea en los últimos 40 años, y esto va vinculado al aumento de las temperaturas a nivel global. Los paisajes secos y cálidos son más susceptibles de quemarse y en mayor extensión", cuenta para concluir: "El calor extremo, las épocas de sequía prolongadas y la falta de prevención en algunas zonas se combinan para que, en cuanto se declare y provoque un incendio, este sea más virulento".
No solo se recalientan tierra o mar, también los océanos, como el Atlántico, con consecuencias igual de devastadoras. Según un estudio de Climate Central publicado en Environmental Research: Climate, "las temperaturas en los océanos, aumentadas por el cambio climático provocado por el ser humano, están provocando huracanes más intensos en el Atlántico". Daniel Gilford, climatólogo del organismo, describió este fenómeno en The New York Times mediante una comparación de los huracanes con el motor de un coche. "[Los huracanes] necesitan combustible para girar, y este combustible es la superficie del océano. Así que, a medida que la temperatura de la superficie del océano aumenta, se añade más combustible que estas tormentas pueden usar para intensificarse", señaló Gilford.
Con un cambio climático desbocado, el principal temor, como avisa la meteoróloga Mar Gómez, es que "tendremos cada vez fenómenos meteorológicos más extremos". "Ya lo estamos viendo. Llevamos años avisando de que las condiciones climáticas iban a producir estos efectos y a influir en ciertos fenómenos como los incendios", zanja.