Extirpar el apéndice reduce el riesgo de párkinson

Extirpar el apéndice reduce el riesgo de párkinson

Una intervención quirúrgica.Pixabay

El apéndice vermiforme del intestino se consideró durante mucho tiempo un órgano inservible en el humano. De hecho, suele pasar desapercibido excepto en las personas que sufren de apendicitis (inflamación del apéndice), momento en el que el apéndice es difícil de olvidar debido a los dolores abdominales que genera.

Cuando la apendicitis puede derivar en peritonitis de gravedad mayor, el apéndice se extirpa sin aparentes graves consecuencias en la persona.

Recientemente se han encontrado otros beneficios inesperados tras la extirpación del apéndice: un menor riesgo de padecer párkinson.

El apéndice no es tan inservible como se cree

A pesar de tener mala reputación, el apéndice desempeña un papel en nuestro sistema inmune (las defensas del organismo). Incluso algunos expertos afirman que tiene funciones de órgano linfático, es decir, ayudar a nuestro sistema de defensa a la detección y eliminación de patógenos infecciosos.

Por otra parte, el apéndice alberga una población significativa de microorganismos del intestino, bacterias beneficiosas que desempeñan funciones esenciales para el bienestar de la cabeza. Este órgano accesorio ayudaría a repoblar las poblaciones bacterianas estables en el intestino.

Las bacterias del intestino son protagonistas de la vida cerebral. Como se comentaba en un artículo anterior de El HuffPost (la caca que te hace inteligente), existe un vínculo estrecho entre los microorganismos del intestino y las funciones del cerebro. Esta relación bichos intestinales-cerebro es tan importante que cuando se producen alteraciones en los microorganismos se deteriora el estado de ánimo, la capacidad memorística y cognitiva. Incluso aumenta el riesgo de padecer enfermedades como el alzhéimer, párkinson, esquizofrenia, autismo y depresión.

Como parte del intestino, el apéndice está tomando protagonismo en una función para la salud cerebral que hasta ahora se desconocía en este órgano asociada con el riesgo de párkinson.

Sin apéndice hay menos párkinson

Un reciente estudio neurocientífico efectuado en personas residentes en Suecia ha demostrado que quitar el apéndice reduce el riesgo de padecer párkinson.

En la investigación, se hizo un seguimiento de más de 1,6 millones de personas con y sin apéndice durante 52 años. Trascurrido ese tiempo, se constató que en las personas a las que se había extirpado el apéndice años antes el riesgo de tener párkinson se reducía en 19%. Además, el párkinson se manifestaba aproximadamente 3 años y medio más tarde que en aquellos que conservaban este órgano.

Un aspecto interesante es que la incidencia de párkinson era aún más reducida en personas del ámbito rural, en las que el riesgo disminuía en 25,4%. Los investigadores explican este dato por el hecho de que la exposición a pesticidas y herbicidas es mayor en el campo que en la ciudad. Se sabe que estas sustancias aumentan la toxicidad en el cerebro que ocurre en el párkinson. Este dato podría indicar que extirpando el apéndice se acumularían menos productos tóxicos en el intestino.

Punto de reunión de proteínas no deseadas

El apéndice parece ser un lugar preferencial de acumulación de proteínas aberrantes. En el estudio se observó que en las personas que habían conservado el apéndice toda la vida había acúmulos de agregados de proteína alfa-sinucleína en el apéndice. Estos agregados se consideran uno de los principales factores patológicos del párkinson.

De esta manera, en ausencia del apéndice se tendrían menos posibilidades de acumular estos complejos tóxicos, lo que podría explicar la reducción de riesgo de esta neuropatología. También se reduciría la inflamación asociada con esta enfermedad.

El siguiente reto en esta investigación sería identificar otros posibles lugares en el organismo que pudieran alojar también estos acúmulos nocivos. Seguramente el apéndice no es el único hospedador de estas proteínas tóxicas.

Y la pregunta en el aire es si debemos entonces eliminar el apéndice vermiforme de nuestra vida ante la eventualidad de sufrir párkinson más adelante. Personalmente, conservo el mío por el momento a la espera de más investigaciones al respecto.

Para saber más, visita mi blog: www.raquelmarin.net

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MOSTRAR BIOGRAFíA

Raquel Marín es neurocientífica y catedrática de Fisiología. Coordina el grupo de investigación de «Señalización celular en enfermedades neurodegenerativas», de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, en la que también da clases. Estudió Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid, y fue allí donde se inició en la investigación médica. Máster y doctora en Biomedicina por la Universidad Laval de Quebec, sus tesis se centraron en investigar el sistema nervioso. Con posterioridad, y antes de llegar a La Laguna, trabajó en la Universidad Rockefeller de Nueva York. Investigadora de excelencia Ramón y Cajal durante cinco años, a lo largo de toda su carrera académica y profesional ha centrado su línea de investigación fundamentalmente en enfermedades neurodegenerativas asociadas al envejecimiento. Es autora de varias monografías y de casi un centenar de artículos científicos publicados en revistas internacionales referentes de su ámbito de estudio, ponente invitada en una treintena de congresos internacionales y conferenciante y divulgadora científica. Ha recibido el Premio a la Mujer Investigadora en Biomedicina en la Universidad Laval (Canadá), el Premio de Investigación Agustín de Bethencourt de la Fundación Caja Canarias, la Medalla Europea al Trabajo de Economía y Competitividad, y la Medalla de Honor del Instituto de Ciencias Forenses (Barcelona). En su página www.raquelmarin.net escribe un blog de divulgación sobre el cerebro, la nutrición y recetas neurosaludables. Dale vida a tu cerebro es su primer libro de divulgación, que tras cinco meses desde su publicación ha entrado en su 3ª edición.