27 socios, 27 navidades: así celebran las fiestas los vecinos de la Unión Europea

27 socios, 27 navidades: así celebran las fiestas los vecinos de la Unión Europea

Somos distintos y somos iguales, una mezcla de tradición, fe y capitalismo salvaje en la que caben los antepasados de Santa y los magos, las estrellas, los barcos, los capones y el vino pero, sobre todo, el azúcar hasta la hiperglucemia y los regalos.

Una niña abre sus regalos de Navidad bajo el árbol, rodeada de estrellas de la bandera de la Unión Europea (UE).Getty Images / El HuffPost

La celebración de la Navidad como hoy la entendemos es una tradición profundamente europea, por más que la raíz del Cristianismo haya que buscarla más lejos, en Oriente Medio. Hoy se inclina a influencias externas, sobre todo de Estados Unidos, en una especie de cantes de ida y vuelta entres las dos orillas del Atlántico, pero sin perder su esencia de siglos. Hay tradición, hay fe y hay capitalismo salvaje, expresado de formas distintas, pero a la vez comunes. 

Si nos fijamos en los Veintisiete, en los socios actuales de la Unión Europea (UE), la celebración religiosa sigue en la base, por más que mengüe, y la fiesta se adereza luego con folclore, arte, memoria, comida y comercio. Somos distintos y, a la vez, somos iguales, vayamos estos días a los mercadillos con vino caliente, creamos en Reyes Magos o en San Nicolás, enfrentemos demonios, cantemos o guardemos respetuoso silencio. 

En El HuffPost hemos hablado con europeos residentes en la burbuja comunitaria, en Bruselas, para que nos cuenten cuáles son los ritos y costumbres imprescindibles en su país en estas fechas. Y hay una conclusión clara: el azúcar hasta la hiperglucemia y los regalos todo lo unen.

Alemania

Para la mayoría de los alemanes, la tradición más colorida son los mercados navideños. Comienzan principalmente a finales de noviembre en casi todas las ciudades, pueblos y aldeas del país. Tienen de todo: puestos bellamente decorados, entretenimiento y comida y bebida, como el glühwein (vino caliente) y las castañas asadas.

"En mi país la Navidad empieza antes, pero no sólo en lo comercial. El Adviento es importante. Se encienden cuatro velas en los cuatro domingos previos a Navidad, una por domingo, y los niños van abriendo abren una ventanita de su calendario cada día, para encontrar dulces o sorpresas. Lo mismo con los mercados, no tienes que ir un día y comprar todo, sino que vas, paseas, comparas y te tomas un vino con los amigos o la familia mientras", explica Hanna, traductora freelance para empresas con cinco años de residencia en Bruselas. 

En la noche del 5 al 6 de diciembre, los niños dejan sus zapatos limpios para que San Nicolás los llene de chocolates y pequeños regalos, como pasa en otros muchos países centroeuropeos, sobre todo. 

Es un proceso de "preparación" y de "amistad" hasta la Heiligabend (la Nochebuena), que es el día principal para el encuentro de las familias. Tradicionalmente, se sirve una comida ligera como ensalada de patatas (kartoffelsalat) con salchichas pequeñas (Frankfurter / Wiener Würstchen) o pescado tipo carpa, y ya luego van a por los presentes, que se colocan bajo el árbol o Tannenbaum, que además es de origen germano. Hanna explica que en los hogares más creyentes "se hace sonar una campana que indica la llegada del Christkind", el Niño Jesús, antes de tocar los regalos. 

Es más "contundente" la comida de Navidad, con platos como el ganso o el pato asado, Christstollen (unos panes largos rellenos de nueces, pasas, cidra y frutos secos), Lebkuchen (barritas de especias), mazapán y Dresden Stollen (un pan húmedo y pesado relleno de fruta).

Austria

Claudia dice: "Da igual lo que te digan los demás. Nadie puede competir con el Concierto de Año Nuevo de Viena". Y, aunque es posible que tenga razón, nos toca seguir con el repaso. En Austria, como en Alemania, la Navidad se extiende por todo el último mes del año, también con mercados navideños donde se venden adornos, pasteles, pan de jengibre y vino caliente dulce y especiado. Un clásico regional, como los calendarios y coronas de Adviento. Los mercados más destacados son los de Viena, Innsbruck y Salzburgo, que atraen a visitantes de todo el mundo. 

También ellos esperan regalos de San Nicolás pero, como recuerda esta una contable en excedencia proveniente de Graz, tiene una cara b "única": lleva aparejada la aparición del Krampus, un demonio que castiga a los niños si no han sido buenos. Aún así, más querido es el Kristkindl, un bebé de cabello dorado y alas, que es quien trae los regalos a los niños. "Se les enseña que el Niño Jesús baja del cielo cada Nochebuena y, con sus amigos los ángeles, decora los árboles y reparte los regalos", indica. 

Por eso, para ellos "la Nochebuena es mucho más importante que el día de Navidad" y son "bastantes" las familias que acuden a los servicios religiosos, a la Misa del Gallo. No es a la medianoche, como en España, sino antes de la cena. "Suena una campana, se enciende por primera vez el árbol, sobre todo con adornos dorados y plateados, estrellas de paja y dulces", y ya luego se intercambian los regalos. Un must es cantar Noche de Paz, que fue escrita en Austria.

"Ese día tiene cosas diferentes que me encantan, como que los granjeros escriban con tiza las iniciales de los Reyes Magos en el arco de la puerta del establo para proteger a sus rebaños de enfermedades en las próximas campañas. Las tiendas cierran, por supuesto, y la gente se reúne en las torres de las iglesias y plazas para cantar villancicos. No es sólo una celebración en casa, es en comunidad", dice. Así, hasta que suene la Marcha Radetzky, al fin. 

Vista del mercado navideño frente al ayuntamiento de Viena, el 26 de diciembre de 2023.Emrah Yorulmaz / Anadolu via Getty Images

Bélgica

Geert, informático de 49 años, de Mechelen, define la Navidad en su país como "una experiencia mágica y luminosa". Incluso para quien no sea muy de estas fiestas, "es bonito porque las ciudades se transforman, más allá de lo religioso, y nos vemos con gente que queremos, a la que igual no ves en todo el año". 

También es Bélgica parte del territorio San Nicolás, tanto en la zona flamenca (la suya) como en la valona y en Bruselas, la capital. "Los regalos del día 5 por la noche son más importantes aún que los de Santa, al menos para los niños, que se pasan semanas con visitas de Sinterklaas a los colegios, mandan cartas, piden lo que quieren... Para los mayores, la Nochebuena también se empieza a imponer", cuenta. 

Como en los casos anteriores, destaca los mercadillos navideños y, sobre todo, "las hogueras con mantas en mitad de las plazas para beberte el vino caliente con tus amigos". Y chocolate caliente, huelga decirlo. Las cadenas de radio locales hacen concursos de villancicos en vivo y sirven de hilo musical. "Las luces son también muy importantes, más que cuando era pequeño. Se pasea mucho para verlas y hay espectáculos como el de Bruselas, aunque yo prefiero las calles antiguas de Brujas y Gante", dice, barriendo para casa. También se abren pistas de patinaje sobre hielo, tiovivos y norias gigantes desde un mes antes de la Navidad. 

Las casas se decoran profusamente, también con muchas luces y con coronas, se abren calendarios de Adviento y se encienden velas desde el inicio de diciembre. "Nochebuena y Navidad supone familia. Es lo mejor. Hacemos comidas gigantes y ricas, digan lo que digan de la cocina belga. Hay carne de caza, sobre todo de ciervo y de jabalí, aves rellenas o mariscos, además de pasteles de mantequilla y chocolate. Queda para un mes".

Bulgaria

Aproximadamente el 70% de la población búlgara se identifica como cristiana ortodoxa, aunque no toda sea practicante, y la Navidad es el momento de sacar a flote toda la tradición que eso conlleva. Dimitar, belga de nacimiento pero búlgaro de origen, explica que en su casa se respetan esos ritos, como el cántico de koleda (o villancicos) casa por casa, el ayuno de 40 días antes del 7 de enero o la figura de Diado Koleda (el Abuelo Navidad).

La Nochebuena se llama, en este caso, Badni Vecher, y es el epicentro de todo. Dimitar, belga de nacimiento pero búlgaro de origen, expone que en su casa es "obligatorio" seguir la tradición de que la cena familiar sea estrictamente vegetariana. "No carne, no lácteos, pero todo buenísimo, como pimientos rellenos, judías verdes y dulces", explica.

Una de las curiosidades es que hornea para Navidad un pan especial, tipo pita, con una moneda dentro; quien la encuentre tendrá suerte todo el año. El miembro mayor de la familia rompe el pan y lo reparte. 

"También tenemos que cortar el tronco navideño y dejar la mesa puesta para espíritus, que eso es más costumbre que religión, mientras que el día de Navidad, además de lo del pan, podemos ya comer carne", indica. Habitualmente, es de cerdo. También se cocina el banitsa, un pastel de hojaldre con queso. Es cuando se ofrecen regalos. 

"Cuando he visitado a la familia, lo que más me gusta es que suenan muchas campanas para celebrar y las ciudades están muy bonitas con luces. Hay muchos mercadillos, como aquí. Quizá mi tradición favorita es la de Año Nuevo, cuando los niños golpean la espalda de sus familiares con una rama y les desean deseando salud. Son golpes suaves. A cambio, se les entregan regalos o también dinero. Es una manera de desear cosas buenas". 

Chipre

Andreas es chipriota y trabaja un restaurante -griego- a la espalda de la Grand Place de Bruselas. En su caso, su mejor recuerdo navideño son los regalos. En su país se entregan en el primer día del nuevo año, que es el día de San Basilio. "Pero los paquetes no se ponen en una chimenea o en un árbol, sino debajo de un barco. ¡Es que somos mediterráneos!", dice, por si fuera necesario. "La mayoría de las casas tienen un barco de madera, pero en miniatura, que se decora con luces cuando llega Navidad. Es importante", resume. Sobre los regalos, "lo normal para los niños son juguetes, pero para los mayores, ropa nueva, cosas normales útiles". 

Como es una época importante para los cristianos ortodoxos, también es costumbre entre los creyentes hacer ayunos previos y misas, culminando en la celebración del nacimiento de Cristo. La Navidad concluye oficialmente el 6 de enero, el Día de la Epifanía, que celebra el bautismo de Jesús. Para ellos, la Nochebuena o Paraskevi es el punto clave. La cena y la comida de los días grandes es "pura cocina mediterránea" y lo importante, como en tantos otros lugares, "es la familia". 

También en Chipre comen un pastel con una moneda escondida dentro, que se supone que "trae buena suerte a quien la encuentra", y los niños recorren "casas y tiendas" cantando villancicos. La costumbre es darles monedas, dulces o frutos secos a cambio.

Una cosa que destaca este camarero es que sus navidades no son de nieve o frío, como en Centroeuropa, sino que la estampa es de buen tiempo. "Se hacen muchas cosas al aire libre, como ferias de artesanos y se cantan villancicos en las calles. No hay necesidad de vino caliente; con vino normal nos vale", bromea. 

San Nicolás y sus dos ayudantes, vestidos tradicionalmente como Pedro el Negro, caminan por Bruselas durante el desfile anual, en 2016.Frederik Sadones / Pacific Press / LightRocket via Getty Images

Croacia

Croacia, miembro de la UE desde 2013, condensa las tradiciones del Mediterráneo con las del este de Europa, más el añadido de la presencia de cristianos (mayoritarios) y ortodoxos. Marta, empleada en el Comité Europeo de las Regiones, resume sus tradiciones en "comida y familia". 

"Antiguamente, mis abuelos quemaban un tronco para traer bendiciones a las casas, pero hoy la gente está menos en el campo y en espacios abiertos, así que ahora se ponen decoraciones y basta. Lo más bonito, para mí, no pasa en Navidad, sino antes, el 13 de diciembre", explica. Es el día de Santa Lucia y es cuando se siembra el trigo en honor de la santa, "para que dé tiempo a que esté alto y verde para Navidad" y "traiga muchas cosas buenas". En su familia es algo muy arraigado, que trata de no perderse. 

Adviento es tiempo de pistas de hielo, belenes vivientes y conciertos de música clásica, mientras que en Nochebuena, tampoco es común comer carne, "es una cena de vigilia", en la que el bacalao es el rey de la mesa. ¿Cómo se prepara? "Como quieras. Con pimientos y vino blanco, mi favorito". Destaca en lo gastronómico las rosquillas, los bollitos con pasas y pan de Nochebuena, con miel y nueces, "que cada vez se come más fuera del día". Para beber, más vino caliente y licores locales como el orahovac.

Para el día de Reyes, también recurren los croatas a la bendición de casas con tiza, poniendo las iniciales de los tres magos y echando agua bendita, "lo que sea para tener un buen año". 

Dinamarca

Theo es danés por parte de madre y británico por parte de padre, por lo que sus Navidades son un mix de los dos países. "Lo de que los hombres se vistan de mujeres y las mujeres de hombres de Reino Unido es insuperable, pero por lo demás, me gusta más la manera de llevarlo de Dinamarca", explica. ¿Por qué? "Me parece que, comas lo que comas o hagas lo que hagas, se siente más lo bueno que es estar en familia", dice. 

En Adviento, hay coronas y calendarios y también se acuerdan de Santa Lucía, pero en vez de con cultivos, con procesiones de niños vestidos de blanco con velas. La Nochebuena es "fija de cerdo asado o pato con patatas y lombarda" y el postre "es lo mejor": risalamande, arroz con leche y salsa de cerezas, con una almendra escondida para un regalo extra. También son de la cofradía del vino caliente especiado, que no desplaza, sino que convive con la cerveza, y de las galletas de jengibre, los buñuelos y los rollos de canela, que para algo llevan el "daneses" de apellido. 

"El árbol es como todos, con adornos y luces, pero cambia que se añaden velas, que hay que ir controlando si son de verdad, y corazones de papel. Aparte de para poner los regalos, sirve para bailar, nos gusta hacerlo juntos, y cantar también, antes de abrir regalos". A los daneses se los llevan Julemanden (Papá Noel) y sus duendes. Reyes no hay, pero en la Epifanía tienen la costumbre de apagar las velas de árbol y cerrar, ya sí, las fiestas. 

Eslovaquia

Ivana es traductora de eslovaco a francés e inglés en las instituciones europeas y dice que en estas fechas es cuando más echa de menos su país. "Lo hacemos largo, porque celebramos el Adviento, con calendarios y velas, y los niños tienen regalos en San Nicolás. También se les dejan dulces o carbón en sus zapatos, en función de cómo se han portado", expone. En ese tiempo de espera, dice, es "precioso" el ritual de las misas hechas al amanecer, a menudo a la luz de las velas, para fomentar la piedad. "Estamos en tiempos duros, el planeta está mal, y esa manera de reunirte con otros y pedir por un futuro mejor me parece una revolución". 

En su casa no son muy "cumplidores", se ríe, pero lo normal es que se haya un ayuno en el día 24 de diciembre, para dar más sentido a la cena, que es tempranera (no más allá de las seis de la tarde) y empieza alrededor de una vela central, con una oración y una oblea con miel. "Luego se come mucho, se ponen 12 platos sin carne, sí pescado, hay carpa frita, sopa de col o guisantes y ensalada de patata, además de semillas de amapola. Y se hace una cosa que pensaba que era común hasta que llegué aquí: se corta una manzana para predecir la salud, si te salen las semillas en forma de estrella es buena. También se pone una escama de carpa bajo el plato para dar prosperidad; no es sólo dinero, es que te vayan las cosas bien", indica. 

Para decorar la casa, se adorna el árbol (a menudo natural) y se coloca un pesebre con su nacimiento. Pese a la visita previa de San Nicolás, también hay regalos en Nochebuena, que se abren en familia, tras la cena. La gracia es que los trae directamente el Niño Jesús. Los más creyentes acuden a la Misa del Gallo. Y ya en Navidad, sigue la comida, siguen las misas y se añaden las visitas a los vecinos y familiares. "Porque solos es peor". 

Carrera del Krampus o demonio en Gorikane, Eslovenia, en 2023.Luka Dakskobler / SOPA Images / LightRocket via Getty Images

Eslovenia

Irena lleva apenas unos meses en Bruselas, estudiando Publicidad con una beca. Mientras, cuida niños de familias de su país. Pertenece a la minoría de protestantes de su país, pero explica que las tradiciones católicas son las que imperan y comparten la mayoría de ciudadanos. "Hay también ortodoxos, así que las cosas están mezcladas. Para unos lo principal es la semana de Navidad y para otros, el inicio del año porque van con más retraso. La cena de Nochebuena y la de Navidad son las importantes, en familia. También hay una comida grande el 2 de enero", indica. 

Los alimentos básicos de estos días sopa, un asado de cerdo enrollado con patatas y chucrut, o quizá ganso asado con patatas al horno y col lombarda. De postre, destaca la potica, un pastel de nueces, y el strudel de manzana de toda la zona. Su favorito, si tiene que recomendar un plato, es el sarma, unas hojas de repollo rellenas de carne. 

"Los regalos son sobre todo para los niños, los lleva San Nicolás pero también el Niño Jesús o Papá Noel, o el 6 de diciembre o en Navidad, hay también regalos en Año Nuevo", dice. El Krampus está presente, también, para quien no se porta bien. Los paquetes se abren bajo el árbol, en el caso de la Nochebuena, donde también hay quien acude a actos religiosos. Las horas que no se dedican a comer y conversar son para visitas a la familia y amigos. 

Estonia

De Estonia es Merike, ama de casa, tres años en Bruselas, reconoce que cuesta de mantener vivas las tradiciones de su país en otra casa mixta, italiano-estonia. La Nochebuena es, en su  caso, el gran momento. La llaman Jõululaupäev. "Ponemos patatas asadas, cerdo también asado, chucrut, el pan de jengibre y el trenzado, es cuando abrimos los regalos, nos vemos todos y vamos a ver a amigos o vecinos también". Una curiosidad culinaria: se preparan siete, nueve o 12 raciones para asegurar una buena cosecha y hay supersticiones para evitar espíritus malignos. "Los números se cumplen", avisa. 

Estonia es otro país que vive la Navidad desde días antes del 25, con mercadillos, conciertos, ferias de artesanía y pistas de patinaje y otros entretenimientos relacionados con el hielo, como los trineos. El primer árbol público de Europa está en la Plaza del Ayuntamiento de Tallín, la capital. 

En casa de Merike, con enorme tradición musical, en Navidad siempre empiezan la mañana organizando conciertos improvisados de villancicos con los vecinos. "Hasta con los que te lleves mal". 

Finlandia

La leyenda sitúa la casa de Papá Noel en Laponia. Más concretamente, dice que vive en un lugar remoto llamado Korvatunturii. Sólo los renos que tiran de su trineo saben cómo llegar a ese punto perdido en Finlandia, pero es bien sabido que tiene oficinas centrales en Rovaniemi, que se pueden visitar durante todo el año para ver cómo funciona su sofisticada logística. Las navidades son, por tanto, en este país nórdico, palabras mayores. Eso sí, a Santa lo llaman Joulupukki, o sea, "Cabra de Navidad"; por eso, la gente se disfraza con máscaras de cabra para entregar regalos.

En este país también se celebra el Adviento y es marcado el día de Santa Lucia, pero "la Nochebuena es una gran celebración para nosotros y el día de Navidad es más tranquilo y se pasa en familia, vagueando, muchas veces", dice Onni, saliendo del comedor del Edificio Berlaymont, central de la Comisión Europea. Ya en los días previos y posteriores, aprovechando los traslados de la familia, se hacen ya comidas grandes, pero también se visitan los cementerios, por los que faltan. ¿Es verdad eso de que van mucho a la sauna en estos días? "Sí", reconoce. También ven juntos la tele o escuchan la radio, donde hay programaciones especiales. "En Turku hay una ceremonia especial que muchos ven, sirve para anunciar el comienzo del período de paz navideña, sin peleas. Es emocionante", destaca. 

En cuanto a los alimentos, tradicionalmente, la gente come gachas de arroz especiales en el desayuno, más zumo de ciruela. En las comidas más pesadas, pescado, jamón y guisos de verduras. Existe la tradición de esconder almendras en las gachas y quien las encuentre tendrá un año de suerte y el privilegio de abrir el primero de los regalos de Nochebuena. Vino, especiado, por favor. 

Es festivo, novedad, el 26 de diciembre, dedicado a visitas o a las rebajas que comienzan en las tiendas. Y otra curiosidad: la poca luz del día resalta la iluminación navideña y crea un ambiente acogedor.

Francia

En Francia, la Navidad se celebra principalmente la Nochebuena (le Réveillon), el 24 de diciembre, con una gran cena familiar, y luego la mañana del 25 de diciembre, cuando los niños encuentran los regalos de Père Noël (Papá Noel) bajo el árbol. Las festividades comienzan en diciembre con mercados navideños y la figura de San Nicolás, el 6 de diciembre, y culminan con la Epifanía el 6 de enero. 

En realidad, en el país vecino tienen unas costumbres similares a las nuestras, constata Pierre, de Picardía. A este electricista instalado en Bélgica le cuentas lo que hace España y no para de decir a todo que sí con la cabeza. En su casa se pone árbol, se pone belén y se decoran las ventanas. Sin velas naturales, con bolas y guirnaldas. Se anima hablando de comida. "Para la cena familiar y la comida del 25 es importante que haya mariscos, foie gras y pavo, con vino, claro. También patatas, pommes dauphine y castañas. Y ya con eso, pues si crees, vas a la Misa del Gallo". Pero antes están los dulces: no puede faltar el nougat (la versión francesa del turrón), una galleta hecha con harina, aceite de oliva y naranjas, conocida como gibacié, un surtido de frutas confitadas, fruta de temporada como uvas, higos, nueces… ¿Y los regalos? "Cuando pasa la noche del 24", resume. 

Los comercios entran en plena competición de ventas, pero el trasiego se reparte con los mercadillos navideños, no tan numerosos como más al norte, pero clásicos. Es tiempo de chocolate y, el día de Reyes, de la Galette des Rois (tarta de Reyes), con un haba escondida, coronando al rey o reina del día. La ciudad de Marsella es cuna de una curiosa tradición que se ha extendido por todo el sur de Francia: dicen que durante la cena de Navidad hay que probar 13 postres diferentes para tener buena suerte en el nuevo año. 

Árbol de Navidad y luces durante la decoración navideña de las Galerías Lafayette Haussmann, el 16 de diciembre de 2025 en París, Francia.Antoine Gyori / Corbis via Getty Images

Grecia

Arsenios es el dueño del restaurante griego en el que trabaja Andreas. Entre bromas y veras, dado el pasado de ambos países, acaba reconociendo que hay muchas cosas que se hacen de forma similar en Navidad, como que los niños reciban sus regalos el primer día del año, San Basilio. Ese día se come la Vasilopita, con bizcocho con una moneda, para la buena suerte.

Destaca los villancicos en la Nochebuena, llamados kalanda e interpretados por niños. "Van de casa en casa con triángulos, recibiendo monedas o dulces". Las familias, mientras, se preparan para la cena y la misa de medianoche, "pero no es una gran fiesta como en otros países, no es tanto de salir y trasnochar". El día principal para la misa ortodoxa y el almuerzo familiar, con platos como pavo relleno o cochinillo y dulces como melomakarona y kourabiedes, es el de Navidad.

Algo distintivo es que el 6 de enero se celebra el bautismo de Jesús con misas especiales y la ceremonia de la bendición del agua, donde un sacerdote arroja una cruz al mar para que los jóvenes la busquen.

Aunque los árboles y los papanoeles se han extendido también por Grecia, mantienen una tradición preciosa, propia del sur, que son los karavaki, los barcos iluminados que también se colocan en las casas. "Haremos algo en la distancia", augura para este año. 

Hungría

El húngaro Endre es profesor en la Escuela Europea y reconoce que es importante, en esta fecha, no sólo enseñarle a los chavales a sumar, sino a recordar las tradiciones de casa. "En eso Bruselas ayuda, porque aquí también hay San Nicolás y el Adviento es importante", dice. Los niños dejan sus botas limpias en las ventanas para recibir regalos en la noche del 5 al 6 de diciembre (dulces, mandarinas, cacahuetes) o una varita si se portaron mal. Por lo demás, son semanas previas de mercadillos, árboles decorados en la calle y en las casas y vino caliente. "Las familias quedan en estos espacios, sobre todo en las grandes ciudades, y pasean y juegan porque hay patinaje sobre hielo y hasta curling". 

De nuevo, 24 y 25 son los días más señalados. En la Nochebuena, es el Niño Jesús quien  trae los regalos, que se abren tras los platos típicos, como la sopa de pescado, la col rellena y postres como el beigli. "Es parecido al brazo de gitano, pero con frutos secos", dice con el conocimiento que dan más de diez años viviendo en Alicante. 

¿Hacen algo diferente aparte de comer y ver a la familia? "No mucho, porque la gente está en familia, tranquila, disfrutando de los regalos", explica. Y del vino y del chocolate caliente, afina. "Y un paseo por los mercados y las luces en esos días ayuda con el estómago lleno", recomienda. 

Irlanda

Steven es un empleado del Gobierno irlandés que vive en Bruselas con su familia desde hace dos años. Es un musiquillas de primera, así que su primer comentario sobre la Navidad y su país va por ese camino: "El villancico más antiguo de todos es Wexford Carol. Siglo XIII, en gaélico. Se refiere al nacimiento del Mesías. La versión inglesa también se ha vuelto muy popular", dice. Tras la reivindicación, las cuatro tradiciones clave que recomienda no perderse. "Se enciende una vela en la ventana en Nochebuena para dar la bienvenida a los viajeros y a la Sagrada Familia, en Navidad los valientes se lanzan al mar helado, hay que llevar jerseys navideños y divertidos para cenar o salir y conviene visitar un pub con los amigos". ¿Hay vino caliente? "Y también whisky". 

Los días señalados se celebran con comidas y cenas familiares. "Los habituales son el pavo asado, jamón, patatas y, a veces, ganso o pato. Christmas Pudding, Mince Pies y pasteles de carne para postre. El café, irlandés, y luego, a los pubs y a los mercados", indica. La decoración de las casas, la habitual: árbol, luces, a veces nacimientos (en un país con muchos católicos), también coronas y acebo en las puertas. 

Los regalos se abren el 25, pero se compran hasta bien entrado el 24, hay costumbre de esperar a última hora. "En Navidad, las familias se sientan y los disfrutan, pero no están tampoco todo el día en casa, hay mucha costumbre de salir a pasear o al bosque", dice. El 26 es también una jornada importante: St. Stephen's Day, o sea, San Esteban, día de eventos deportivos y reuniones. En todos esos días hay celebraciones religiosas, a las que se acude "según lo que se crea en cada casa". 

Un grupo de nadadores participa en el baño anual de Nochebuena en Helen's Bay, el 24 de diciembre de 2024.Liam McBurney / PA Images via Getty Images

Italia

Cristina resopla. "¿Tradiciones de Navidad en Italia? ¿Pero en qué parte de Italia?". Y es que su país es muy diverso y en estas fiestas se nota, de lo cultural a lo gastonómico. Esta economista milanesa intenta hacer compendio general. "Mira, lo más bonito, creo, es la historia de la bruja Befana, que ayudó a los Reyes Magos cuando se perdieron camino de Belén". La invitaron a unirse a ellos, y aunque al principio se negó, luego se arrepintió. "Por eso, cada víspera del Día de Reyes (5 de enero), sobrevuela con su escoba los pueblos y ciudades de Italia para intentar alcanzar a Melchor, Gaspar y Baltasar. Y por el camino, como buena bruja, deja algunos regalos para los niños", explica. 

Bruja de las buenas... dependiendo del comportamiento de los chicos: deja dulces si se han portado bien o carbón si no lo han hecho. Se dice que es vieja, fea y viste mal, pues simboliza el año viejo que ha terminado.

Lo importante es la familia pero, en un país tan católico, los ritos son muchos y variados: comenzando con el 8 de diciembre (Inmaculada Concepción),  cuando se ponen las decoraciones, pesebres y árboles, y culminando el 6 de enero y la Epifanía. Las celebraciones incluyen cenas abundantes ("sin carne en Nochebuena, sólo pescado", afina Cristina), el panettone y pandoro como dulces icónicos ("cuidado con lo que compras aquí"), y la importancia del pesebre. La Nochebuena, explica, es central, pero más lo es la Navidad, con su gran almuerzo familiar, donde se intercambian regalos. Papá Noel los deja de madrugada. ¿Y qué se come ese 25 de lujo? Pastas (tortellini, agnolotti), carnes asadas y dulces.

Con el tiempo, se han popularizado los mercadillos, pero pesan más las luces, dice. "La idea es comprar, pasear y ver a gente que no ves en un año. A veces es estresante, pero también es maravilloso", concluye.  

Letonia

La Navidad en Letonia se llama Ziemassvētki y tiene tradiciones únicas como las visitas de los "mummers" (personajes disfrazados que visitan casas), cenas familiares con siete platos simbólicos para la suerte y mercados navideños llenos de vino caliente y artesanía. Todo, bañado de alegría y comunidad. 

Sofija es letona, esposa de ucraniano y, actualmente, refugiada en Bruselas por la invasión rusa de su país de acogida. Sus navidades, reconoce, son agridulces, con sus padres en Kiev, demasiado ancianos para salir, y su esposo allí también, prohibida como tiene la salida por si lo reclutan. Vive con su hijo de nueve años. ¿Qué recuerda de la tradición de su país? "Esas personas que van por las cacas cantando y bailando, que no es religioso pero es muy alegre", destaca. Explica que, antes de abrir regalos, se recitan poemas, que pueden ser inventados por los niños. 

La decoración, con árboles y ramas de abeto por la casa y las calles. Con los colores "de siempre" de la Navidad. La comida, guisantes, salchichas, carne o pan de jengibre para dar suerte. También vino caliente, que de nuevo se vende en los mercados. Son días, dice, de celebrar la fe y de tranquilidad. "También hace falta descansar". 

Lituania

Para el lituano Algirdas, funcionario comunitario corriendo por el barrio europeo, la Navidad es "trabajo en la cocina", porque dice que es buen chef y se lo rifan en su familia. Este año no retorna, pero hará cena familiar de Nochebuena con otros paisanos. "Servimos 12 platos, por los 12 apóstoles", dice. ¿Eso no suena más a Pascua, a Semana Santa? Se encoge de hombros. "Tienen que ser 12 platos, pero no de carne. Vale pescado. Ponemos muchas verduras y también grano", detalla. Además, se suele hacer una ofrenda de comida a los que ya no están.  

Hay un añadido entre tanto comer y beber que, comenta, no ha visto en otras celebraciones europeas que ha conocido en estos años: "se coloca heno bajo el mantel, simbolizando el pesebre de Jesús" y "se lanza esa paja para saber si vamos a llegar a viejos". Muchos adornos de Navidad están hechos de este material, también. 

En este país, la religión pesa y "es bastante común" ir a misa, sobre todo el 24, pero también en los días previos del Adviento, cuando hay mucha gente que se confiesa, además. Se canta mucho, en los templos y en las casas, explica. Los regalos, en este caso, son cosa de Kalėdų Senelis (Santa). "Nosotros ponemos velas para que vea el camino y no se olvide". Y en la calle, mercados y compras. Un clásico. 

Luxemburgo 

Xavier es también funcionario europeo pero en Luxemburgo, su país, aunque salta ocasionalmente a la burbuja bruselense. "El tren es mi casa", confirma. Respecto a la Navidad, la compara con la belga, que es la que mejor conoce para ello. "Hacemos muchos mercadillos, se ponen árboles en las calles y las luces son hermosas. La idea es comprar y pasear, más que en un centro comercial, al aire libre". Hay artesanía, adornos, mucha comida y, de nuevo, vino caliente. "Y la noria, me encanta, y las hogueras". "Lo bueno -añade- es que se suele hacer como un mercado aparte para niños y tienes muchas opciones para que se diviertan". 

Los regalos en esta nación son cosa de San Nicolás, a inicios de diciembre, y de Santa, el 24 por la noche. Las cenas y comidas familiares clave son las de Nochebuena y Navidad, cuando se come morcilla con puré de patatas y compota de manzana, tronco de Navidad y las gromperekichelcher (tortitas de patata). 

En este caso, el sentimiento religioso "está arraigado", por lo que ir a la Misa del Gallo tras llenar la barriga es común. También son días de poner belenes, no sólo en casa, sino en edificios públicos e instituciones, que se pueden visitar. Además, tienen un festivo más, el 26, que se usa para descansar y ver a más amigos. 

Adornos navideños en las calles de La Valeta, Malta, el 22 de diciembre de 2024.Michal Fludra / NurPhoto via Getty Images

Malta

Malta es una fusión maravillosa en su día a día y también en Navidad, una muestra de su ubicación geográfica y de las distintas civilizaciones y culturas que se han ido sumando en esta isla. Antonio, periodista, acude "siempre" a ver a los suyos "y a por el sol", tan escaso en Bruselas en diciembre y enero. "Las cosas vas evolucionando, como en toda Europa, pero el sentimiento religioso se sigue imponiendo. En Malta ponemos belenes y vamos a misa en Nochebuena en un porcentaje que seguro es mayor al del resto del continente", apunta, aunque se dice ateo. "Es que hay un niño recita el sermón de memoria. Es para verlo", justifica. Hay otra cosa que apuntala la misa: es común que jóvenes y familias se reúnan en restaurantes para un desayuno inglés a la 1 de la mañana, después del oficio. Total, no toca madrugar.

El 25 de diciembre, niños disfrazados de personajes bíblicos desfilan hacia la iglesia en honor al Niño Jesús y en los días previos, también se celebran más misas. "Mi madre lleva flores a la iglesia, por ejemplo". Para calentar motores, los malteses ya habrán paseado bien por los mercadillos o por los belenes públicos, que también es tradición. Hay vino, caliente y no caliente.

¿De comer? "La clave es que sean comidas largas. En Centroeuropa no conversan después de comer, pero nosotros sí", dice. Abunda sobre la mesa el pavo asado, la pasta al horno y postres como el pudín de Navidad y una especie de roscas de miel. "Hay una bebida caliente que es el imbuljuta tal-qastan, que lleva castañas y especias, con cítricos para cambiar el registro. Se sirve tras la Misa del Gallo y es muy reconfortante". De dulces, también se impone el panettone de los vecinos italianos. 

La Nochevieja, indica Antonio, es también diferente porque, comida  aparte, se da la bienvenida al nuevo año con muchos fuegos artificiales. "Son una tradición, como la música". 

Países Bajos

En el caso de Países Bajos, es la festividad de San Nicolás, el 5 de diciembre, la que abre de veras las fiestas, por más que ya se estuvieran celebrando oficios desde el inicio del Adviento y se estuvieran comiendo el chocolate del calendario. "Los niños ponen un zapato en la chimenea lo llenan con una zanahoria y paja si se tiene y cantan canciones. A la mañana siguiente, se despiertan muy temprano y encuentran un regalo y pepernoten", unas galletas especiadas y pequeñas, explica Jasmijn, argelino-neerlandesa, completamente subida al carro del Santo pese a su origen musulmán. "Es que es para todos los niños y, de adulto, es tuyo también". 

Muchas empresas también comparten el espíritu navideño en diciembre recompensando a sus empleados con cestas navideñas, que tradicionalmente contiene alimentos como sopa de langosta, palitos de pan, ragú y hamburguesas, velas, patatas fritas y quizás incluso una botella de vino (lo toman caliente en estos días). "Eso no lo veo en otras empresas europeas. Ya casi no se regalan ni bolis", se ríe. 

Las casas se adornan con árboles, luces y coronas, también velas, "y no hay que olvidar las ventanas", dice esta enfermera. La cena del 24 es potente, "aunque con muchas variantes, somos un país multicultural". Lo básico es rollo de pavo con guarnición o una raclette, pero también venado. El desayuno, por lo que cuenta, es más original, porque incluye pan con pasas y embutido. "El 26 es un día fuerte también, pero ya no lo dedicas a los más más cercanos, sino a la familia extensa y amigos muy queridos". Los días grandes son, pues, de visitas y paseos. 

Las semanas previas, y hasta el nuevo año, son para los mercados navideños, las pistas de patinaje sobre hielo y los festivales de luces, muy populares. ¿Algo especial para despedir 2025? "Fuegos artificiales y buñuelos, eso nos gusta a todos". 

Polonia

Urszula trabaja en Exteriores, en la Comisión Europea, y es una fiesta en sí misma. Todo alegría. ¿Navidad? Puede estar un año hablando de cómo la celebra. En su país, Polonia, los regalos se reparten tanto en San Nicolás como en Nochebuena, de manos de Sw Mikolaj (Santa), Dueño de las Estrellas (Gwiazdor), un ángel o el Niño Jesús en persona. "Depende de la familia, son dobles, o se reparten los detalles o se elige uno", dice. Pero, aunque eso sea importante y más en una casa con críos (dos, en su caso), insiste en que la Navidad polaca es Navidad "religiosa, en buena parte", por el sentir del país. "No es una cuestión política, sino de origen y tradición", afina. 

La Nochebuena es una de las grandes celebraciones, las familias tradicionalmente se reúnen para una comida conocida como Wigilia. Antes de la cena en sí, las familias comparten un barquillo de Navidad y se intercambian deseos de buena suerte. Luego, ya viene lo bueno. "Se empieza a comer al ver la primera estrella en el cielo, como si fuera la estrella de Belén. La comida consta de 12 platos, que tradicionalmente incluyen carpa en gelatina o frita y verduras, no carne. Lo hacemos por los apóstoles y por los meses del año. Después de cenar, se abren los regalos y se va misa", explica. Hay quien dice que a menudo se guarda una escama de carpa en la cartera para la buena suerte. ¿Cierto? "Hay gente que lo hace en mi familia, pero no yo". No le gusta el pescado. 

¿Y qué sí, de lo que es tradición de comer? "Las empanadillas rellenas de repollo y setas, el queso, las patatas, el bigos (el estofado de carne nacional) y el makowiec (un pastel de semillas de amapola)". La compota de frutos secos es otro manjar muy extendido, recuerda. 

Añade unas cuantas tradiciones nacionales "que no verás en otros lados": una costumbre es colocar un poco de paja debajo del mantel blanco de la mesa, en recuerdo del pesebre donde nació Jesús, pero también se deja en asiento vacío en la mesa para un invitado inesperado. "Somos hospitalarios", defiende. El 26, que también es festivo, lo dedican a ver a más amigos y familia, de hecho. 

Portugal

Meli es portuguesa, hija del Algarve y de la comuna bruselense de Schaerbeek. Ama de casa, su marido es irlandés y trabaja en la CE. Con ella, repasar la checklist navideña tiene mucho de español. Por algo somos primos hermanos. "Pues en casa ponemos el árbol y el belén, con luces y tiras de colores -arranca-. Hay pesebres vivientes en muchas ciudades y se hace cola para visitarlos". Los mercadillos se han hecho fuertes en ciudades grandes, como Lisboa y Oporto, "sin ser gigantes". Con lo típico: artesanos, bares, pista de hielo... 

Los regalos en el oeste de la península Ibérica son cosa de la noche del 24 al 25, obra de Papá Noel o Pai Natal. Antiguamente, se decía más que era Jesús el encargado del reparto. En cualquier caso, se dejan también zapatos y presentes. Hay quien los abre tras la misa, hay quien los abre en la mañana del 25. 

¿Y la Nochebuena? "Tranquila, familiar y comiendo mucho jajaja". En algunas localidades del interior se encienden hogueras para simbolizar la luz, pero no tanto en su zona. Sí coinciden los alimentos: bacalao de todas las maneras posibles, patatas y col, pulpo, pavo, cordero o cabrito asados y, de dulce, rabanadas, filhos, sonhos, aletrias y el Bolo Rei, un pastel con frutos secos y frutas confitadas que esconde una haba y una figura (quien la encuentra tiene buena suerte). Tan tan tan parecido al roscón de Reyes español. Quien es religioso, acude a la Misa del Gallo y, si no, la familia queda en casa. Al día siguiente, en muchas casas se come el plato tradicional de Navidad, la Roupa Velha, que se elabora con las sobras del bacalao cocinado en la cena.

El fin de año es, de nuevo, de cena a lo grande y muchos fuegos artificiales. Los de Madeira, dice Mili, tienen fama, aunque no los pueda recomendar personalmente. 

Plato tradicional portugués de Navidad, la Roupa Velha, que se elabora con las sobras del bacalao cocinado en la cena de Navidad.Getty Images

República Checa

Rozálie es de la ciudad checa de Liberec y es profesora de Matemáticas en excedencia, una de esas parejas trasladadas a Bruselas por el trabajo comunitario de su compañero que ahora, "sólo por un tiempo", se dedica al hogar y al crío. Habla con cariño de sus tradiciones. "No es sólo Navidad, es el Adviento, hay un ayuno que comienza cuatro semanas antes de las vacaciones, es la época más esperada del año para muchos, porque, en general, disfrutamos mucho de los preparativos", dice. 

Antes de que llegue San Nicolás, o Mikuláš, se celebra el Día de Santa Bárbara, el 4 de diciembre, cuando se celebraba el Barborky. La historia es curiosa: según el folclore nacional, se debía cortar una rama de un cerezo de diez años al primer rayo de sol. Luego se llevaba a casa de una joven soltera y, si florecía en Nochebuena, la joven encontraría novio al año siguiente. El Barborky sigue siendo una decoración típica prenavideña que se encuentra en muchos hogares, aunque "ya ha perdido el sentido" de otro tiempo. En algunas casas, ese día se ponen calcetines en las ventanas y los niños reciben pequeños dulces (para los buenos) o carbón, piedras o patatas (para los reguleras).

"En Nochebuena, nos reunimos en familia y, aunque la comida importa, hay muchas otras cosas: se cuentan cuentos de hadas y las casas se decoran con muérdago y con un árbol de Navidad. Es un momento de descanso y alivio, porque los mayores hacen un ayuno todo el día previo, ¡dicen que así se ve un cerdo de oro!", explica. También se intenta predecir el futuro lanzando piezas de plomo o zapatillas (si cae con las puntas apuntando a la puerta, significa que la chica de la casa se casará dentro de un año). Si se corta una manzana y el interior sale en forma de estrella también se entiende que vendrá salud.

El 24, se sirven platos sin carne, como en toda la zona: guisantes, cebada o una cazuela de champiñones, más sopa de pescado y carpa frita con ensalada de patata. "Siempre hay un plato extra por si alguien pasa por allí", como en Polonia. Será una vez que sale la primera estrella, no antes. 

Ya en Navidad, las familias se reúnen para almorzar pato o ganso asado con albóndigas y col. "Si se coloca una escama de carpa debajo del plato, se tendrá buena suerte para el año", apunta Rozálie. Otras tradiciones navideñas checas únicas incluyen meter una vela en una cáscara de nuez y luego en agua; si no se hunde, trae buena suerte para el año que comienza; y cortar manzanas transversalmente si se encuentra una estrella dentro, trae buena suerte. No sacar basura ni tender ropa el 24 de diciembre para no tirar la felicidad es algo que también está extendido. 

El 26, la idea es aprovechar la libranza para visitar a amigos y familia y, ya de cara a año nuevo, es hora de comer lentejas: supuestamente, atraen el dinero. 

Rumanía

Ana es rumana, limpiadora de colegios, con 12 años de trabajo en Bruselas, y echa de menos su país. ¿Irá en Navidad? "No, en verano, más tiempo", dice. Tampoco le vuelve loca la Navidad, que remueve la morriña. Dice que los ortodoxos marcan los ritos en su país y que el Adviento importa. "Hay un tiempo de ayuno que acaba en la Nochebuena, que es cuando preparamos  12 platos, por los 12 apóstoles", explica. 

Se come mucho y bien, por lo que cuenta: mucho cerdo, porque se hace matanza previa y es la base de muchos playos, como los rollitos de repollo rellenos de carne picada y arroz, la sopa con albóndigas o los embutidos hechos con vísceras y los callos. Hasta la ensalada puede llevar carne, aunque de ternera, más bien. Otro plato que se repite es el Schnitzel, "que gusta a los niños". De dulce, el cozonac, una especie de pan relleno de nueces o chocolate.

El menú es similar en Nochebuena o en Navidad, pero el peso de lo religioso está en el 24, por lo que buena parte de la comunidad acude a misa. "El árbol se decora casi siempre el 24 de diciembre, aunque ahora se hace antes, y se mantiene hasta el 7 de enero", indica Ana. Los regalos los deja el equivalente local a Papá Noel, Moș Crăciun, así que los días siguientes se dedican a jugar, a visitar a la familia y amigos y a descansar si se puede. 

El 1 de enero, los niños usan un ramito de colores para desear buena suerte y salud.

Suecia

En Suecia, la Navidad viene cargada de luz para combatir las pocas horas de sol invernales. Aunque es uno de sus principales reclamos en estos días, a Oskar, empleado de la CE, le gusta más el peso de la naturaleza, sin añadidos. "No puedes ver nada igual en otro país del mundo", se enorgullece. Explica que la Navidad se siente desde "mucho antes", porque ya el primer domingo de Adviento las casas y calles se decoran "con luces, candelabros y estrellas". Y cada domingo se enciende una vela adicional, hasta llegar al 25. En ese tiempo, hay mercados, hasta donde el clima deja, y quedadas en casas y bares, con vino caliente y galletas de jengibre en el menú. 

"Es muy típico el 13 de diciembre, Santa Lucia. Hay una procesión con una chica vestida de blanco con una corona de velas en la cabeza, que trae luz en el invierno, con otras damas y chicos estrella que cantan villancicos. Es bonito. Lo suelen poner en televisión y la gente lo sigue". 

La Nochebuena es original, se mire como se mire: "a las tres de la tarde, las familias se reúnen para ver un especial de dibujos animados de Disney". Dice Wikipedia que eso se hace desde 1959. Tras la maratón de dibus, se prepara la cena, contundente, con mezcla de platos fríos y calientes: jamón, arenque en escabeche, albóndigas, salmón, gratinado de patatas con anchoas y cebolla...  Y cuando se acaba, ya Jultomten o Papá Noel acude con los regalos. Sí, en persona. Hasta se pone a cantar y bailar si se le invita. El 25 de diciembre, la gente suele asistir a la iglesia temprano por la mañana para la misa de Navidad y, de nuevo, hay comida, familia y descanso, algún paseo. 

"Cuando acaban las fiestas, también hacemos fiesta, porque a principios de enero tenemos el Julgransplundring, las familias retiran los adornos del árbol jugando y cantando. A veces llamas a los amigos o los primos", indica Oskar, que parece sentir alivio al relatar esa parte. Entre las cosas que se guardan, algunos elementos distintivos: los gnomos, las flores de Pascua y la cabra de Navidad, una figura de paja.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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