El banco convence a los vecinos de un pueblo pobre para que gasten sus ahorros: sus cifras dejan a todos boquiabiertos

La historia de la ciudad estadounidense de Quincy, en el estado de Florida, está inevitablemente unida a la de Coca-Cola y a la de un banquero que con su astucia cambió el rumbo de la localidad.

Todo comenzó en 1919, cuando el fabricante del conocido refresco comenzó a cotizar en bolsa a un precio de 40 dólares por acción. Sin embargo, un conflicto con la industria azucarera y sus embotelladoras provocó un rápido desplome del 50%, situándose en 19 dólares por título.

En ese contexto, el banquero local Pat Munroe se dio cuenta de que por muy pobres que fueran los vecinos de Quincy, siempre destinaban su dinero a disfrutar de un vaso de Coca-Cola fría.

De esa forma, Pat Munroe se dio cuenta de que la empresa estaba muy infravalorada, por lo que era una oportunidad de oro para comprar acciones de la compañía y acabar haciéndose rico a través de los dividendos

El banquero compró todas las acciones de Coca-Cola que pudo. Pero no se quedó ahí. Pat Munroe convenció a todos sus conocidos para que gastaran sus ahorros invirtiendo en la compañía.

De hecho, el banquero estaba tan convencido de que adquirir títulos de la empresa era sinónimo a enriquecerse en el futuro que concedió préstamos con la condición de que el dinero se destinara a comprar acciones de Coca-Cola.

Y el tiempo le acabó dando la razón a Munroe. El pueblo, que en estos momentos tiene poco más de 7.900 habitantes, llegó a convertirse en la localidad con mayor riqueza per cápita de EEUU antes de las II Guerra Mundial gracias a esas inversiones masivas en Coca-Cola.

A día de hoy, hay quienes se siguen beneficiando de la astucia y la determinación de Pat Munroe. Según diversos medios, en Quincy hay al menos una veintena de millonarios gracias a las acciones heredadas de Coca-Cola.