Cortan las bolsas de comida que usan los repartidores y las convierten en mochilas para 300 niños en situación desfavorecida
"No solo alegraron a nuestros estudiantes, sino que les dieron esperanza".

Un proyecto solidario en Rumanía ha demostrado que la sostenibilidad y la empatía pueden ir de la mano. Las clásicas bolsas térmicas con las que los repartidores de comida transportaban pedidos en Bucarest han recibido una segunda vida inesperada: se transformaron en mochilas y estuches escolares para más de 300 niños de entornos vulnerables.
La iniciativa nació tras el proceso de rebranding de Tazz, empresa de reparto a domicilio que fue adquirida por Wolt, una de las plataformas más importantes de Europa en el sector. En lugar de desechar los antiguos materiales, los responsables de la compañía decidieron convertirlos en algo útil.
Lo que antes servía para llevar comida a los clientes, hoy acompaña a decenas de estudiantes en su camino hacia la educación, simbolizando una transformación que va mucho más allá del reciclaje.
Mochilas llenas de esperanza
Según el medio local Libertatea, cientos de repartidores entregaron sus viejas bolsas de trabajo cuando recibieron las nuevas con el logotipo actualizado. En lugar de acabar en un vertedero, los materiales fueron enviados al Taller de Lienzos, donde un equipo de trabajadores —entre ellos, personas con discapacidad— se encargó de desmantelar, limpiar, cortar y coser cada una de ellas.
El proyecto se realizó en colaboración con World Vision Romania, una organización no gubernamental que trabaja en zonas rurales y comunidades vulnerables de varios países del mundo. El objetivo de esta iniciativa era aprovechar al máximo los materiales reutilizables y darles una segunda vida.
Un gesto que multiplica su impacto
Así, las piezas de tela térmica y los cierres de las antiguas bolsas se transformaron en mochilas resistentes y estuches funcionales, creados especialmente para los estudiantes del barrio Ferentari de Bucarest, una de las zonas más desfavorecidas de la ciudad.
Según recoge Romania Insider, por su parte, Marian Vasile, director de la escuela secundaria Ferentari, destacó la importancia de este tipo de gestos: "No solo alegraron a nuestros estudiantes, sino que les dieron esperanza. Iniciativas como esta marcan una gran diferencia en la vida de los niños que enfrentan dificultades económicas".
Esta colaboración de la ONG con Wolt se suma a una lista creciente de iniciativas que combinan responsabilidad ambiental, inclusión social y apoyo educativo. Un simple accesorio de trabajo ahora se ha convertido en un símbolo de segundas oportunidades para los materiales y para los niños.
