El esposo de Aguirre se defiende de la denuncia del cuñado por vender el Goya: "Debo un pico"
"Era un momento grave y difícil para mí", expone el conde de Bornos en la vista ante el juez, en un conflicto por el que podría tener que acabar abonando más de 700.000 euros a su familia.

Más del tono de las angustiosas expresiones de las pinturas negras en las paredes de la Quinta del Sordo que de la primera etapa de coloridos tapices, parasoles y romerías. Ese fue el ambiente que se respiraba en la vista por la causa judicial que enfrenta al marido de la política popular Esperanza Aguirre, Fernando Ramírez de Haro, contra su cuñado, Íñigo -obviamente, de mismos famosos apellidos-. El 'pintoresco' motivo es una disputa por la venta de un bien patrimonial que el actual conde Bornos -seguimos hablando del marido de la expresidenta madrileña- asegura que le pertenecía a él solo y no en conjunto a sus hermanos.
Fernando Ramírez de Haro se defendió durante una sesión que abarcó, ayer martes, unas tres hora de duración y en las que aprovechó para esgrimir su defensa legal y relatar cuál era el escenario y situación en el que decidió la venta de un cuadro de Francisco José de Goya y Lucientes al empresario de la construcción Juan Miguel Villar Mir, por la friolera de cinco millones de euros. El motivo lo dejó claro en todo momento, poder afrontar "una deuda importante".
"Tenía una deuda importante y la asumí yo con mis bienes. Yo asumí esa deuda tan importante, era un momento grave y difícil para mí y vendí el cuadro, que era mío. Todavía debo un pico al banco", expuso el marido de Aguirre en la sala de vistas, según recoge la crónica de ElDiario.es.
"No lo llame contrato, es un propósito que tuve con la mejor voluntad y generosidad"
Con todo, de lo que se acusa a Fernando Ramírez de Haro es de la venta del cuadro -cuya tasación llevó la reputada firma de un experto de la casa de subastas británica Sotheby's- sin haber compartido las ganancias. La denuncia alude a la existencia de un documento firmado en 2014 en el que se habría comprometido al reparto de lo sacado por el cuadro. La parte que denuncia lo considera un "contrato" a todos los efectos, pero el esposo de Aguirre y su hermana Beatriz era solo "una declaración de intenciones".
Y sobre esas intenciones se pronunció Fernando: "Estaba muy agobiado y con la mejor intención del mundo hice la declaración, si me iba bien y me recuperaba haría lo que pudiera". También que "no es un contrato, no lo llame contrato, es un propósito que tuve con la mejor voluntad y generosidad", en sintonía con su defensa legal que apunta a que "los hermanos nunca han tenido ningún derecho sobre el cuadro".
Con todo, el propio Fernando ha dejado entrever que todo se hizo de forma adecuada, pero que en realidad él ha descargado esa responsabilidad en profesioanles: "Yo en estos asuntos no estoy muy preparado, lo han llevado los abogados, está todo hecho correctamente, se han pagado todos los impuestos, de estos temas jurídicos se ocupan otras personas".
