Radhia, 69 años, teme tener que abandonar su casa cuando se jubile: "Me exigían ganar el triple del alquiler"
Los precios de la vivienda en esta capital europea son imposibles.
Los porteros de París quieren jubilarse, pero no pueden. Con el aumento del precio de los alquileres, muchos de estos profesionales se ven obligados a continuar sus trabajos a pesar de haber entrado en la tercera edad. Es el caso de Radhia Ben Rabah, que en declaraciones al periódico francés Le Parisien, cuenta que tiene 69 años, es enferma de cáncer y teme quedarse sin su hogar.
Tal y como se recaba en la publicación, lleva 25 años trabajando en un céntrico edificio de la capital francesa, donde vive en una pequeña portería. Pronto tendrá que jubilarse, y tal como ella misma explica en sus declaraciones al medio de comunicación, asegura que sus vecinos quieren trasformar su casa en un cuartillo para guardar bicicletas y carritos.
"Son amables, esperarán hasta que tenga 70. Después de eso, no tengo elección, tendré que irme...", lamenta. La pregunta es dónde. Ella explica que solicitó una vivienda social hace más de una década, sin éxito. "Miré en agencias inmobiliarias, vi un estudio de 21 metros cuadrados por 800 euros, pero me pidieron que ganara tres veces el alquiler. Claramente, no soy un hombre de negocios que trabaje en la banca...".
Para vivir en una ciudad como París, su sueldo es realmente precario: recibe una asignación de 1.200 euros al mes. "La gente pobre, como nosotros, no tiene derecho a tener una pequeña casa en París", crítica, claramente afectada. "He trabajado toda mi vida sin pedir nunca nada. Ahora solo busco un pequeño sitio donde vivir y cuidarme, pagando un pequeño alquiler".
Otra situación similar se puede encontrar en la misma calle parisina, en el edificio de enfrente. Fatiha Dassi, de 63 años, se enfrenta a las mismas dificultades. Durante más de 30 años, ha vivido en su portería, donde ha criado a sus hijos. Pronto, tendrá que dejarlo. "Un año más y tendré que jubilarme", confiesa, mientras sigue activándose. También solicitó una vivienda social, pero, al igual que su compañera, tras una década, no ha tenido noticias.
En la capital, la situación de Radhia está lejos de ser una minoría. "Este problema de vivienda afecta a una gran mayoría de los porteros", observa Jeremy Renner, alcalde del distrito en cuestión, el número 16. Él confiesa que recibe muchas cartas en este sentido.
Tal y como reza el medio de comunicación, en el último Concilio de París, Redler presentó el deseo de que estos profesionales puedan beneficiarse de una "prioridad específica en el acceso a la vivienda social". Si la propuesta recibe una opinión desfavorable, no tiene intención de rendirse: "Seguiré llevando esta propuesta al Consejo de París, hasta que finalmente se haga realidad".