Un padre se acaba mudando con su hijo de su casa congelada sin agua caliente: "Puede incluso ser mortal"
“Nos cansamos de congelarnos”.

Después de casi cinco años soportando inviernos fríos dentro de su propio hogar, Hussein Hasan decidió que ya no podía más. Padre de cuatro niños pequeños y vecino de Avesta, vivía en un edificio cuyo propietario, residente en el extranjero, dejó de pagar la calefacción distrital y las facturas necesarias para mantener unas condiciones mínimas de habitabilidad.
El resultado es que todos los apartamentos estén a 8–10 grados en pleno invierno, sin calefacción, sin agua caliente y con riesgos eléctricos “potencialmente mortales”, según ha confirmado la inspección ambiental.
“Nos cansamos de congelarnos”, cuenta Hussein según recoge un medio sueco, que el pasado 1 de noviembre se mudó con su familia a una casa de alquiler donde, por primera vez en mucho tiempo, pueden ducharse con agua caliente y encender la calefacción sin miedo a recibir una factura desorbitada.
Los inviernos más fríos en casa
En el antiguo apartamento, la familia llegó a pagar entre 2.000 y 2.500 coronas suecas al mes ––que son entre 184 y 230 euros–– solo en electricidad para alimentar radiadores propios y evitar que la temperatura interior cayera aún más.Según relata Hussein, cada invierno desde que el propietario adquirió el edificio en 2019 ha sido un desafío.
Primero desapareció la calefacción central y hace apenas un mes se cortó también el agua caliente. A ello se sumaban peligros como una lavadora mal conectada que soltaba chispas al contacto con el agua, ventanas deterioradas que dejaban entrar el frío, moho en el baño, ventilación deficiente y escaleras sin limpiar ni palear en invierno. Incluso la puerta del balcón de la escalera estaba atornillada, bloqueando una salida de emergencia.
En febrero, desesperado, Hussein acudió a la Asociación de Inquilinos en busca de apoyo. En marzo contactó con la oficina medioambiental de Avesta, pero el proceso de inspección se alargó meses debido a la imposibilidad de localizar al propietario. Cuando por fin se realizó la primera inspección a finales de mayo, ya no hacía frío y el informe no pudo incluir los problemas de calefacción. Hussein pidió que regresaran en invierno, algo que finalmente sucedió.
Axel Amcoff, abogado de la Asociación de Inquilinos, describió la escena al medio local: “Los radiadores no funcionaban. Calculamos entre 8 y 10 grados dentro. Tampoco había agua caliente; como mucho tibia durante uno o dos minutos”. La inspectora ambiental Bénédicte Lindblom fue aún más tajante: “Este es un edificio que no está bien mantenido. Y la lavadora mal conectada puede ser realmente mortal”.
La solución
Ante la falta de soluciones, la Asociación de Inquilinos ha decidido dar el paso más drástico y solicitar que el edificio sea puesto bajo administración obligatoria, una medida excepcional en la que un administrador especial se hace cargo de la gestión y los ingresos del alquiler pasan directamente a este, no al propietario. La empresa municipal Gamla Byn ha aceptado asumir la administración, lo que permitirá cursar la solicitud formal al tribunal de alquileres antes de Navidad.
Para Hussein y su familia, el cambio llega tarde pero al menos llega. “Aquí estamos bien. Tenemos agua caliente y no vivimos con miedo”, dice. En el edificio que dejaron atrás, en cambio, todavía quedan vecinos esperando soluciones para un invierno que, sin intervención urgente, puede llegar a ser peligrosamente frío.
