Un pescador va a por truchas y regresa a casa con el coche cargado de cientos de pelotas: "Soy un amante de los ríos y del medio ambiente"
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Un pescador va a por truchas y regresa a casa con el coche cargado de cientos de pelotas: "Soy un amante de los ríos y del medio ambiente"

Realizó una labro encomiable y muy admirable.

Trucha bajo aguaReinhard Dirscherl

Lo que debía ser una tranquila jornada de pesca en el arroyo Lima, en la localidad italiana de Bagni di Lucca, terminó convirtiéndose en una operación de limpieza ambiental. Giorgio Piercecchi, un vecino de Corsena y aficionado a la pesca, regresó a casa no con truchas, sino con 337 pelotas de tenis y siete de fútbol que encontró flotando en el río.

Piercecchi, que suele pescar en la zona de Ponte a Serraglio, bajo el Casino Municipal, se sorprendió al ver decenas de pelotas arrastradas por la corriente. Intrigado, siguió el rastro hasta el Centro de Tenis Mirafiume, situado justo encima del cauce, donde descubrió la magnitud del problema: “Había pelotas por todas partes —en el agua, el barro, entre las piedras—. Empecé a recogerlas una a una, con la idea de limpiar el río”, relató.

Tras varias horas de trabajo, logró reunir cientos de pelotas en cubos y cajas, además de los balones que también había atrapado el río. “No podía dejarlas allí, iban a acabar en el mar”, explicó. El improvisado “botín” llenó el maletero de su coche, una imagen que no tardó en hacerse viral en redes sociales.

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El pescador decidió entonces acudir a la Policía Municipal para informar del hallazgo y entregar el “corpus delicti”. Según su hipótesis, las pelotas proceden de la cancha de tenis situada junto al río. “Parece que la red protectora tiene una malla demasiado grande, y cuando los jugadores golpean con fuerza, las pelotas terminan pasando al otro lado y cayendo al agua”, señaló.

Piercecchi, que se define como un amante de los ríos y del medio ambiente, aprovechó para pedir una solución al municipio. “No es solo una cuestión estética; toda esa goma y ese plástico acaban contaminando los cursos de agua y, finalmente, el mar”, advirtió.

El gesto del pescador ha sido celebrado por vecinos y colectivos ecologistas locales, que destacan la importancia de la conciencia ciudadana ante la contaminación cotidiana. Las autoridades municipales han abierto una investigación para comprobar el origen de las pelotas y evaluar posibles medidas para evitar que el problema se repita.

Lo que comenzó como una mañana de pesca terminó convirtiéndose en una historia de compromiso ambiental: un hombre solo, armado con paciencia y sentido cívico, rescató del río más de 300 pelotas que el agua había arrastrado sin que nadie las echara de menos.

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