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La Starship supera su décimo vuelo de prueba (sin explotar) y Space X entierra meses de fracasos

La Starship supera su décimo vuelo de prueba (sin explotar) y Space X entierra meses de fracasos

La compañía del magnate Elon Musk logra completar la fase de desarrollo de la llamada a ser la nueva nave espacial para enviar astronautas de la NASA a la luna. La Starship no solo ha despegado con el pionero cohete Super Heavy para amerizar de vuelta con éxito, también ha completado una operación de despliegue ocho satélites simulados. ¿Qué supone?

El titular podría haber otro: 'Esta vez sí'. O: '¡No ha explotado!'. Pero no alteraría la realidad del doble hito que acaba de conseguir esta madrugada la empresa Space X, del magnate Elon Musk, con el décimo vuelo de prueba de la última generación de sus naves espaciales, la Starship. Esta ha despegado con éxito, a lomos de la también nueva generación de cohetes, el Super Heavy, y ha amerizado en su regreso, tras desplegar antes una constelación de ocho satélites Starlink simulados.

Pero no solo eso. La misión tiene un doble significado, también en términos comerciales y de marca, pues el éxito cosechado por Space X llega tras meses marcado por una serie de errores, a veces en forma de explosiones y bolas de fuego, que había hecho brotar las dudas sobre uno de sus mayores proyectos -naves espaciales reutilizables-. El que está llamado a ser heredero del programa Apollo, es decir, la nave que la NASA ha elegido para llevar a su nueva generación de astronautas para pisar el polvo lunar.

La décima prueba de vuelo tenía varios objetivos clave en el marco de esta fase de desarrollo que se da por finalizada. En primer lugar, la simulación exitosa del despliegue satelital, pero también se probaron las nuevas placas hexagonales de escudo térmico, destinadas a reducir el, quizás, uno de los mayores retos al que se enfrentan los ingenieros y las agencias aeroespaciales en términos de rentabilidad. 

¿Rentabilidad? Efectivamente, Space X propone cohetes y naves reutilizables tras cada misión y eso supone no tener que realizar reparaciones -o reducirlas al mínimo- en el blindaje de una nave que reingresa en la atmósfera terrestre con unos niveles de fricción muy altos. "Quedan miles de desafíos de ingeniería por delante, tanto para la nave como para el propulsor, pero quizás el más grande sea el escudo térmico orbital reutilizable", ha reconocido el propio Elon Musk.

Momento en que la Starship realiza su décimo vuelo de prueba empleando el nuevo cohete Super Heacy, en la Starbase de Space X (Texas, EEUU).
Momento en que la Starship realiza su décimo vuelo de prueba empleando el nuevo cohete Super Heavy, en la Starbase de Space X (Texas, EEUU).REUTERS/Steve Nesius

Despliegue de ocho satélites Starlink y amerizaje

En este sentido, la Starship ha despegado esta madrugada desde la Starbase -concretamente a las 1.30 horas en España-, las instalaciones de Space X en el sureste de Texas. Se trató de un ingente sistema de 127 metros de altura compuesto por la propia nave espacial en la punta, montado sobre el Super Heavy. Tras el despegue, y un lapso de unos siete minutos, el cohete se separó colocando la Starship en el espacio. 

El propulsor cayó, en una operación controlada, sobre las aguas del Golfo de México. Tampoco es casual, pues se intentó demostrar que trabajan alternativas de regreso del cohete al habitual, volviendo a encajarse en la plataforma de lanzamiento. Entretanto, y tras media hora de vuelo, la Starship procedió al despliegue de los ocho satélites Starlink falsos mediante el nuevo sistema 'Pez'. Tras cerca de una hora de misión, la nave regresó a la Tierra reingresando a velocidad supersónica -prueba de fuego, literal, para el nuevo escudo térmico-.

La misión se completó con un amerizaje en aguas del Índico, tras realizar un aterrizaje vertical constante, guiado por motor, en la superficie del océano al oeste de Australia. Sin lugar a dudas, y a juzgar por los constantes vítores que se escuchan desde la sala de control en Texas, se trata de un antes y un después para Space X, que venía cosechando explosiones y errores críticos en fases muy tempranas -por ejemplo, uno de los fallos más catastróficos tuvo lugar en una prueba rutinaria de ignición de motores-.

¿Qué viene ahora?: hacia el programa Artemis III

Si bien el verdadero listón que se ha colocado Musk a largo plazo pasa porque estas naves se conviertan en el sistema para enviar humanos a Marte, la realidad es que a medio plazo su futuro pasa por el programa Artemis III. Se trata de la serie de misiones de la NASA que, en el horizonte de 2027, esperan realizar el primer alunizaje tripulado en esta nueva etapa de carrera espacial.

En palabras del administrador interino de la NASA, Sean Duffy, lo ocurrido hoy acerca a la agencia al sueño de conseguir un flujo regular de ida y vuelta con el satélite lunar: "El éxito del Vuelo 10 allana el camino para el Sistema de Aterrizaje Humano Starship que traerá a los astronautas estadounidenses de regreso a la Luna en Artemis III".

Pero, ¿qué resta hasta entonces? La realidad es que a pesar de los logros que viene cosechando Space X, todavía quedan flecos muy grandes por recortar. Concretamente, hay dos retos monumentales para que sea viable el programa espacial. El primero es la segunda parte de lo ocurrido en la Tierra, es decir, que realmente sea viable y seguro aterrizar en la superficie lunar. Y el segundo es conseguir la posibilidad de realizar procesos de reabastecimiento de combustible en el propio espacio.

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Soy redactor de actualidad en El HuffPost, donde cada día realizo un seguimiento de todo lo que está pasando y marcando la jornada, con el único objetivo y árdua tarea de trasmitírselo a nuestros lectores de una forma en la que conozcan el contexto y el trasfondo más allá de un mero titular. Es decir, para que tu cuñado no pueda colártela otra vez.

 

Sobre qué temas escribo

Aunque en el día a día acabe escribiendo de cualquier cosa que suceda en el mundo, “puede que me recuerdes” de algunas temáticas que suelen quitarme el sueño con especial frecuencia. Me gusta escribir de política internacional, sobre todo cuando esta es eufemismo de atroces injusticias contra los derechos humanos o el medio ambiente, así como para acercar causas sociales que pasarían inadvertidas (la siguiente podría ser la tuya, así que escríbeme). La morriña también me devuelve en ocasiones a Galicia, sobre todo para que sus historias no se pierdan en el camino a la meseta.

 

Mi trayectoria

Antes de llegar a El HuffPost en 2021, fui periodista en La Voz de Galicia durante cinco años. En aquella etapa también pasé por los micrófonos de ‘Radio Voz’, en distintos programas radiofónicos. Y, aunque parezca poco probable, bebía más café que en la actualidad.


Soy de Ribeira, una bella localidad coruñesa que probablemente recuerdes del marisco, las páginas de sucesos o de personalidades de las que solemos presumir (tenemos a la triplista olímpica Ana Peleteiro y a una de las Tanxugueiras).


Aunque bromeo con que soy doctorado en Periodismo Gonzo, en realidad solo soy licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), pero, eso sí, tengo la orla de la misma tienda que la que se la hizo al rey Felipe VI. Aquellos años en Madrid me sirvieron para conocer la ciudad, pero también para entender que el mercado de la vivienda aún podía ir a peor. Ah, también tengo otra identidad secreta bajo la que hago rap o escribo poesía y que solo revelé en la redacción para que me dejasen entrevistar a artistas.

 


 

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