Todos los motivos para hacer huelga: así golpea el cambio climático en España

Todos los motivos para hacer huelga: así golpea el cambio climático en España

Descreídos del mundo, pasen y lean. Ojalá fuera mentira lo que nos dice la ciencia.

Agua bajo mínimos en la reserva de Yesa, en Navarra, en pleno marzo de 2012.Vincent West / Reuters

Descreídos del mundo: estos son datos reales que revelan que el cambio climático no es una milonga y que nos afecta ya, no mañana ni pasado, y nos afecta aquí, en España, no sólo en el Polo Norte. Lo que vas a leer ha sido avalado por informes como el del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), compuesto por más de 2.000 científicos que trabajan en el tema desde hace 31 años, por analistas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIF) español y organizaciones ecologistas como Greenpeace. Nos sobran los motivos para ir a una huelga por el planeta en este país que, según la Unión Europea, es el más vulnerable al calentamiento global y a sus impactos.

En los últimos 30 años, la temperatura media de nuestro país ha aumentado 1,5 grados centígrados, más de lo que ha aumentado la temperatura media del planeta (1ºC) en el mismo periodo. España se calienta a un ritmo de 0,5 grados por década, un 50% más de la media continental en el hemisferio norte y casi el triple de la media global. ¿Cómo lo notas? Por ejemplo, con las recurrentes olas de calor de 2011, 2015 y 2017, los años más calurosos registrados hasta ahora según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

El 2018 fue sido el cuarto año más cálido desde 1880, según análisis independientes del Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS) de la NASAy la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).

Casi el 90% de la extensión de los glaciares ha desaparecido en poco menos de un siglo y más del 80% de los glaciares pirenaicos se han perdido. Según el Instituto Pirenaico de Ecología (dependiente del CSIC), el glaciar de Monte Perdido retrocede un metro al año, por ejemplo, y otros -Maladeta o Aneto- están a nada de desaparecer.

El Atlas del Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente registra que el último glaciar de Sierra Nevada desapareció completamente en 1995 y de 34 glaciares que había en España en 1982 se ha pasado a 18, a fecha de noviembre de 2018. Si la superficie de hielo en el Pirineo español ocupaba 600 hectáreas en los primeros 80, en 2010 sólo quedaban 210.

La Universidad de Southampton (Reino Unido) sostiene que la posibilidad de que el nivel global del mar suba tres metros de aquí al año 2100 es real. Piensa: los polos se derriten, el agua de los océanos sube y se come parte de lo que hoy es tierra. Costa. Playa. Puerto. Si eso pasa, gran parte de ciudades como Barcelona, Málaga o A Coruña se verían inundadas y en zonas ya de por sí bajas, como el delta del Ebro o Doñana, el riesgo de desaparición total es alto.

El ritmo también se ha acelerado en este caso: mientras que en la década de los 60 del pasado siglo el nivel del mar subía unos dos milímetros de media cada año, ahora se acerca a los cuatro. En algunos lugares como la costa atlántica y cantábrica el mar ha llegado a subir entre tres y seis milímetros al año.

Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, el 75% del suelo español está en proceso de desertización y se prevé que un 20% de lo que hoy está a salvo se verá en riesgo dentro de apenas 50 años. Las zonas más castigadas son Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y prácticamente todo el Levante, con una alta proporción de suelo con susceptibilidad de degradarse.

No sólo se pierden paisajes clásicos, sino que este fenómeno lleva consigo una irreversible pérdida de suelo fértil, que hace vulnerables a todas las especies, la humana también. Según la ONU, un 6% de la superficie de nuestro país ya se ha degradado, sin remedio. Si hay una crisis del modelo de agricultura tradicional, buscaremos donde haya, lo que sea, con lo que los recursos disponibles estarán (aún más) sobreexplotados. Habrá un éxodo hacia las grandes ciudades, sacaremos agua hasta del subsuelo, hasta que ya la Tierra no pueda más. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, siete de las diez cuencas hidrográficas con mayor estrés hídrico o sequía crónica de todo el Viejo Continente se encuentran en España, que es también el país más árido de Europa.

A la subida de temperaturas y la desertificación creciente se suman los incendios, que ahondan el problema de la degradación general. Sorprendentemente, el pasado no fue un mal año: el número de incendios forestales bajó un 49,11 % en España respecto al año anterior, con 6.874 siniestros declarados, y la superficie quemada se redujo un 86,73 % (23.683,17 hectáreas afectadas frente a las 178.602,68 de 2017), según datos del Gobierno central. Pero es que veníamos de un año terrible, el 2017, en el que la superficie quemada por el fuego fue un 94% superior a la media de la última década, y el triple de lo que quedó arrasado en 2016. Además, ese año se produjo el mayor número de grandes incendios (así se catalogan los superiores a 500 hectáreas) de los últimos diez años.

Con el cambio climático se altera el entorno en que vivimos y quienes vivimos en él, a la fuerza, tenemos que morir o adaptarnos. Sobrevivir pue llevar a mutaciones, a traslados, a una nueva lucha por la vida.

Por ejemplo, el aumento de temperatura del agua, la acidificación de los océanos y el cambio que están experimentando las corrientes marinas están modificando la distribución de las especies en los mares. Tanto en el Cantábrico como el Atlántico se ha detectado ya que sus peces habituales viajan más al norte. Este fenómeno, llamado "tropicalización de las especies" afectará al 60% de la pesca y acuicultura nacionales. Y ya no hay necesariamente agua donde habitualmente la había. Humedales, lagos, ríos, arroyos... los animales no pueden recurrir a ellos con la misma fiabilidad. De nuevo, las especies se mueven, hasta usando nuevas rutas, como las aves.

A España han llegado especies invasoras desconocidas. Más allá de las llegadas a propósito o por accidente, están las que arribaron por los cambios en el clima. Se hacen fuertes y desplazan todo lo que encuentran a su paso. Se deshacen de la competencia y se adueñan del terreno, de las especies que ya conocíamos. En la UE se estima que una de cada tres especies está en peligro crítico de extinción por esta creciente amenaza. Hablamos del mejillón cebra, las avispas asiáticas, el alianto...

  Fauna invasora en España.EFE / EL HUFFPOST
  Flora invasora en España.EFE / EL HUFFPOST

Una de cada cuatro muertes prematuras y de enfermedades en el mundo están relacionadas con la contaminación y otros daños al medio ambiente causados por el hombre, según ha advertido esta misma semana el informe Global Environment Outlook (GEO), elaborado por Naciones Unidas. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, la contaminación atmosférica provoca más de 30.000 muertes prematuras en España cada año.

La mortalidad por las olas de calor y la elevada emisión de gases de efecto invernadero que generan aumentará drásticamente en el futuro, según un estudio coordinado por la Universidad de Monash (Australia) y con colaboración del CSIC, que estima que en nuestro país se producirá un incremento del 292% en este tipo de fallecimientos, en comparación con el período entre 1971 y 2010.

El impacto extremo del cambio climático en el ámbito de la salud amenaza con saturar los servicios sanitarios en España y en el resto del mundo

El estudio Cambio climático y salud, publicado en diciembre por la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y Lancet Countdown, añade que la mortalidad por los efectos del cambio climático se incrementa en un 4% por cada grado que aumenta la temperatura ambiente. El doctor Ricardo Gómez Huelgas, presidente de la SEMI, afirma que "el impacto extremo del cambio climático en el ámbito de la salud amenaza con saturar los servicios sanitarios en España y en el resto del mundo. Ello se debe a que la exposición y la vulnerabilidad al calor extremo están afectando de manera importante a la población, especialmente a las personas de mayor edad y a aquellos pacientes con enfermedades subyacentes, como enfermedades cardiovasculares, diabetes o enfermedades crónicas. Por ello, debemos poner especial interés en las medidas de prevención para que esto no suceda".

El aumento de las temperaturas está favoreciendo, además, las condiciones para que aparezcan nuevos tipos de mosquitos, como el tigre, que ya se ha establecido sobre todo en la zona de Levante, y que transmiten enfermedades hasta ahora desconocidas en España.