El Banco Central Europeo lanza un mensaje intrigante: "Mantenga la calma y conserve el efectivo"
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El Banco Central Europeo lanza un mensaje intrigante: "Mantenga la calma y conserve el efectivo"

La advertencia llega en pleno debate sobre la dependencia de los pagos digitales y el recuerdo del apagón que dejó a España sin datáfonos.

El BCE aconseja tener siempre algo de dinero en efectivo en casa para emergencias como apagones o ciberataques.Pawel Kacperek

El Banco Central Europeo (BCE) se ha puesto en plan prepper y ha soltado un aviso que parece sacado de un manual de supervivencia doméstica: guarde efectivo en casa, no vaya a ser que la modernidad se le apague de golpe. El recuerdo aún fresco del gran apagón que tumbó los pagos electrónicos en España el pasado abril (ese día glorioso en que Bizum dejó de ser verbo y se convirtió en una broma cruel) sirve de ejemplo.

Los economistas del BCE Francesca Faella y Alejandro Zamora-Pérez lo explican sin rodeos en el próximo boletín económico: “El efectivo es un componente crítico de la preparación nacional ante crisis”. Y añaden que gobiernos y bancos centrales de media Europa recomiendan guardar billetes suficientes para sobrevivir un par de días sin tarjeta ni QR. Austria, Holanda y Finlandia incluso ponen cifras: entre 70 y 100 euros por cabeza, lo justo para 72 horas de pan, leche y, con suerte, unas cañas.

En su análisis, Faella y Zamora-Pérez recuerdan que el dinero físico vive picos de gloria cada vez que el mundo se tambalea: la crisis de 2008, el drama griego de 2014 y 2015, la pandemia de covid-19 o la invasión rusa de Ucrania en 2022. “El valor único del efectivo como activo refugio e instrumento de pago de contingencia esencial para emergencias”, remarcan, en un tono que mezcla sermón financiero y consejo de abuela.

La ironía está en que, mientras animan a acumular billetes, los bancos cierran sucursales y cajeros a un ritmo que ya quisiera Ryanair con sus rutas. En Austria, su banco central se ha visto obligado a plantar cajeros automáticos en pueblos perdidos, como si fueran faros de resistencia analógica en mitad de un océano digital.

El apagón español del 28 de abril ha dejado la prueba empírica: el gasto con tarjeta se hundió entre un 41 y un 42%, el comercio electrónico se desplomó un 54% y el consumo nacional se fue al hoyo un 34%. El BCE calcula que la broma costó entre 400 y 1.600 millones de euros en PIB. O dicho en cristiano: un día sin Visa ni Mastercard duele más que una subida de tipos.

Para muchos, aquel día el efectivo dejó de ser reliquia y se convirtió en salvavidas. “Este acontecimiento transformó al efectivo de una opción de pago entre muchas en el único modo de pago para muchos de los que lo tenían”, señala el informe. Y no fueron pocos: un 39% de los españoles ya tenía billetes guardados en casa como precaución. El resto… bueno, el resto se quedó mirando cómo el datáfono se reiniciaba una y otra vez.

Al final, la conclusión del BCE es clara: por mucho que los pagos digitales ganen terreno, el dinero físico sigue siendo insustituible. Así que ya lo sabe: guarde un fajo discreto en el cajón, no por nostalgia, sino porque el próximo apagón no preguntará si tarjeta o Bizum.

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