Raquel Salamanca, joven de 24 años en Suiza: "Ahorro casi 2.900 euros al mes, más propinas, cobro mucho más y ahorro también más"
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Raquel Salamanca, joven de 24 años en Suiza: "Ahorro casi 2.900 euros al mes, más propinas, cobro mucho más y ahorro también más"

La experiencia de una abogada que decidió que era "demasiado joven" para meterse en una oficina y quería descubrir mundo y ponerse a prueba. 

Balneario y centro de salud de Ovronnaz, al pie de los picos nevados de los Alpes, en la zona de Valais (Suiza).Gunter Fischer / UCG / Universal Images Group via Getty Images

Suiza es considerada una tierra de oportunidades, debido a su fuerte economía, bajos niveles de desempleo y altos salarios. Ofrece oportunidades en sectores de alta demanda como la salud, la biotecnología y la tecnología, con un ecosistema de innovación vibrante y un buen sistema de apoyo para emprendedores, especialmente jóvenes, esos que en España apenas se pueden emancipar

Sin embargo, la vida es cara en el país y, aunque el mercado laboral está abierto, se da prioridad a los ciudadanos suizos y europeos, a lo que se suma el reto de enfrentarse a una sociedad en la que hay cuatro idiomas oficiales (el alemán, el francés, el italiano y el romanche).

Así que, ¿en qué quedamos? ¿Pesan más las oportunidades o los retos? ¿Compensan los salarios ante los costes? ¿Es una zona complicada para adaptarse, entre cultura e idiomas? 

Quizá el testimonio de la joven española Raquel Salamanca, 24 años, sirva para arrojar algo de luz. En una entrevista con La Vanguardia, esta titulada en Derecho (sacó un 9,16 en el examen de acceso al máster) explica que se veía "demasiado joven" para meterse en una oficina, que quería descubrir mundo y ponerse a prueba, así que apostó por Helvecia y ahora se dedica a la hostelería. Su meta: ahorrar y comprarse un piso, a poder ser. Según relata, su experiencia merece la pena. 

En cuestiones laborales y económicas, la joven barcelonesa expone que, aunque gasta "más que en España", también cobra "mucho más" y también ahorra más. "Tengo un objetivo claro, así que gasto sólo en lo necesario", dice convencida y haciendo gala de una buena capacidad de organización. Explica que, sin tener un trabajo cualificado, ha sabido elegir su apuesta y maximizar el margen de ahorro. "Suiza es cara, pero se puede ahorrar mucho. Todo depende de tus objetivos, mentalidad y de buscar bien las oportunidades. Yo sabía que un trabajo de temporada en la montaña con alojamiento me permitiría ahorrar más que en Zúrich", indica. 

A día de hoy, sostiene que ahorra 2.700 francos suizos al mes, casi 2.900 euros, con las propinas aparte. Además, desvela que hay también posibilidad de mejorar las condiciones, porque en Suiza son flexibles a negociar caso a caso en función de cosas que valoran mucho, como "experiencia, idiomas y estudios". "Suiza es cara, pero se puede ahorrar mucho. Todo depende de tus objetivos, mentalidad y de buscar bien las oportunidades", defiende, según su experiencia.

Sobre derechos laborales, añade que "si trabajas más de ocho horas semanales para la misma empresa, esta cubre cualquier accidente, laboral o no", aunque la sanidad en el país es privada y es necesario sacarse una póliza. Indica que hay franquicia altas (por ejemplo, 2.500 francos locales, más de 2.600 euros) pero también bajas (300 o 321 euros). 

Toca adaptarse

En su conversación con el diario catalán, Salamanca defiende su giro vital porque entiende que le va a aportar, con el tiempo, "más habilidades y confianza", sea cual sea el camino que siga en el futuro. 

Suiza es un buen sitio para ponerse a prueba y en la entrevista explica que se ha ido adaptando a todos los retos, echándole ganas. Divertida, cita que uno de los mayores choques culturales que ha tenido es el de la puntualidad, tanto de las personas como de los servicios públicos. "La cultura suiza está basada en el respeto mutuo, la precisión y una dignidad presente en los pequeños gestos del día a día", como dicen las promociones turísticas. "Aprender a organizarte el tiempo te da más tranquilidad y demuestra respeto por el tiempo de los demás", reconoce la joven española. También se ha adaptado bien, pese a la extrañeza inicial, al nivel de ruido que tolera el país: allí se lleva la calma, no la estridencia. "A las 22:00 empieza el descanso nocturno, y actividades habituales como poner una lavadora o ducharte pueden molestar", pone como ejemplo. 

En su tiempo como expatriada, ha aprendido a disfrutar de otros pequeños detalles de Suiza: la educación de su gente (todo el mundo se saluda), la calidad del agua del grifo o su empeño en reciclar (aunque a veces sea un poco caro: "10 bolsas cuestan aproximadamente 20 CHF", esto es, casi 22 euros al cambio). Sobre los idiomas, asume que el inglés es esencial para el trabajo y que tuvo que mejorarlo, en su caso, pero le merece también la pena. Para entablar relaciones sociales con los locales, es mejor dominar las lenguas locales. "Es inevitable", dice con lógica.

Pero su resumen final en La Vanguardia no deja lugar a dudas: "Si desde España no recibes respuestas positivas, no esperes a que las oportunidades lleguen a tu casa. Sal y ve a Suiza a buscarlas. Están esperándote".

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