Se rompe un gran sueño de Ryanair

Se rompe un gran sueño de Ryanair

Este supone un nuevo fiasco para la compañía.

Pasajeros subiendo a un vuelo de RyanairArtur Widak

La aerolínea por excelencia de low cost, Ryanair, parece estar atravesando otro duro momento. La compañía aérea que se ganó el reconocimiento de toda Europa durante la última década por sus bajos precios y viajes alrededor del Viejo Continente, no está atravesando sus mejores momentos.

Si den los últimos tiempos ha sufrido numerosas críticas por elevar los precios tanto de sus billetes como de los servicios que ofrecen (equipajes, exigencias, menor comodidad, etc.), ahora le ha tocado asimilar una dura realidad que le ha obligado a poner fin a una de sus aventuras más ambiciosas.

Para comprender lo ocurrido hay que remontarse a sus orígenes, cuando la familia real irlandesa, Ryan, decidieron embarcarse en un proyecto que, pasados varios años, les vino grande. Tras llevar a la empresa al abismo y al borde del colapso como consecuencia de errores en cadena, decidieron dejarlo todo en manos de su actual propietario, O'Leary.

Michael O'Leary, todo un genio de las finanzas, logró darle la vuelta a la situación, llevando a la compañía a ser todo un referente en el sector y codearse con las grandes empresas aéreas. Sus viajes a un bajo coste unido a una gestión verdaderamente buena, le permitieron incrementar su flota de manera considerable y llevarle al éxito.

Pero, ¿qué ha pasado?

Declan Ryan, otro miembro de la familia real irlandesa, quiso emular a O'Leary, y decidió iniciar un nuevo proyecto, fundando la aerolínea Viva Air en Colombia, y de paso, intentar imitar el éxito de Ryanair en Sudamérica. Para ello, decidió aprovechar el 'tirón' de la marca Ryanair, copiando hasta cierto el modelo y aprovechando su apellido: Ryan.

En 2012 realizó su primer viaje y con el paso de los años, el proyecto fue creciendo hasta llegar incluso a expandirse en Perú. No era Ryanair, pero la idea había funcionado. Hasta que todo se paró con la llegada del Covid.

La pandemia supuso en enorme revés para la compañía ya que, con una población muy limitada, e incluso temerosa, a la hora de viajar, unido a la nula ayuda gubernamental, vio como su imperio se desvanecía de un momento a otro.

Tras tres años sin poder realizar prácticamente ningún viaje y con unas pérdidas que se antojaban casi imposible de recuperar, el pasado 27 de febrero dio por finalizada su aventura, declarando en quiebra a la empresa e impidiendo a los trabajadores y a los viajeros subirse a sus aviones.

Con este desenlace se puede afirmar que, una vez más, la suerte no ha sonreído a la familia Ryan, que tendrá que consolarse con ver su apellido y sus esperanzas, en la aerolínea europea comandada por O'Leary.