Los últimos periodistas en Mariúpol narran su huida

Los últimos periodistas en Mariúpol narran su huida

“Sin la información que salía de la ciudad y sin las fotos de los edificios destruidos y los niños heridos, los rusos podrían haber hecho lo que quisieran”

Ucranianos refugiados en un búnker subterráneo.MSTYSLAV CHERNOV / ASSOCIATED PRESS

Pasaron casi un mes documentando muerte y desolación. El lunes 21 de marzo, la agencia de noticias Associated Press publicó el estremecedor relato de sus periodistas Mstyslav Chernov y Evgeniy Maloletka, que vivieron desde dentro la invasión rusa a la castigada ciudad de Mariúpol. Es el testimonio de una huida forzada y desgarradora.

“Los rusos nos estaban persiguiendo. Tenían un listado de nombres que incluía el nuestro, y se estaban acercando”. Así comienza este relato: con una persecución en los pasillos de un hospital y dos periodistas tratando de escapar, camuflándose con batas de médico, de unos soldados que acababan de llegar buscándoles.

Cuando los dos periodistas se vieron acorralados por una docena de hombres fuertemente armados, descubrieron que eran soldados ucranianos y que estaban allí para sacarlos de la ciudad.

Una operación de rescate sin precedentes, orquestada para evitar que los rusos atraparan a dos testigos clave sobre lo que está ocurriendo en Mariupol desde que comenzó la guerra. “Si os pillan, os pondrán delante de una cámara y os obligarán a decir que todo lo que contasteis fue una sarta de mentiras”, les dijeron.

Durante la guerra en Ucrania, Mstyslav Chernov y Evgeniy Maloletka se han convertido en observadores clave. Son los dos últimos periodistas que han podido documentar el sufrimiento de Mariúpol en un medio internacional y ofrecer un relato objetivo al mundo, en un momento en que se están multiplicando las acusaciones de crímenes de guerra contra Rusia.

“Sin la información que salía de la ciudad y sin las fotos de los edificios destruidos y los niños heridos, los rusos podrían haber hecho lo que quisieran”, escribe Mstyslav Chernov. “Sin nuestro testimonio, no habría quedado nada”. Y añade: “Nunca he sentido que pudiera ser tan importante romper el silencio”. Por ejemplo, con el intento de Rusia de tachar de desinformación las fotos y las noticias de la AP sobre embarazadas víctimas de los bombardeos.

En cuanto a la situación sobre el terreno, estos dos periodistas —acostumbrados a trabajar en zonas de conflicto— hablan de familias atrapadas en la más absoluta indigencia en refugios subterráneos improvisados, de ambulancias que ya no pueden transportar a los heridos por los escombros que cortan el paso, de fosas comunes cavadas a toda prisa entre bombardeos. También destacan la falta de contacto con el resto del mundo y la incertidumbre de sus vidas mientras huyen.

“Cuando los soldados vinieron a buscarnos, me sentí realmente agradecido y, al mismo tiempo, aturdido. Y cuando nos fuimos, me sentí avergonzado”, dice el periodista de la AP. Tuvimos que atravesar unos quince puestos de control rusos, cada una de esas veces con el miedo de ser detenidos, hasta que finalmente llegamos a territorio controlado por Ucrania. Sanos y salvos. Pero a qué precio, porque a partir de ahora ya no hay más periodistas en el terreno. Cuanto más nos alejábamos, más se desvanecían mis esperanzas de que Mariupol sobreviviera”.

Los periodistas de la AP Mstyslav Chernov y Evgeniy Maloletka llegaron a Mariupol antes del amanecer del 24 de febrero. Cuando se marcharon, casi tres semanas después, lo que antes era un próspero puerto marítimo estaba en ruinas. Esta es su historia.

Este post fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Francia y ha sido traducido del francés por Daniel Templeman Sauco.