10 consejos para sobrevivir a la Navidad con tu familia política... aunque hable de política

10 consejos para sobrevivir a la Navidad con tu familia política... aunque hable de política

Probablemente esta información sea el mejor regalo que vas a recibir estas fiestas. Y no te lo ha contado tu cuñado.

Pues claro que va a votar al mismo partido que en las últimas elecciones por mucho que insistas.RgStudio via Getty Images

La Navidad ya está aquí y con ella ha llegado todo lo que rodea a esos momentos únicos y propios de estas fechas. La casa adornada con la decoración que guardas durante todo el año en una caja de cartón. Los villancicos sonando a todas horas aunque tú no los hayas puesto. Los regalos en papel brillante ocultos durante semanas en un rincón oscuro del armario. La lotería que siempre toca pagar y quizás alguna vez cobrar. El cava que se acaba.

Y, cómo no (si ómicron te lo permite y con todas las seguridades del mundo para evitar contagios) sentarte a una mesa durante horas con ese cuñado que no soportas, esa suegra que no te soporta o el tío que no se ha olvidado de a qué partido has votado ni de recordarte lo mal que has elegido. No obstante, es posible sobrevivir -física y mentalmente- a una de estas cenas de Nochebuena o Nochevieja. O al menos intentarlo con una serie de diez consejos que pueden ayudarte a disfrutar de estas fechas a pesar de que nunca hayas tragado a tu familia política... y aunque hable de política.

El psicólogo Ernesto Martín Lobo, de la firma Psicopartner, analiza para El HuffPost las claves para afrontar lo mejor posible las reuniones y visitas -o mesas virtuales- con familiares en esta fechas navideñas. Así se hace un milagro de Navidad.

Primer paso: aceptación. En una publicación de Psicopartner se alude a que es necesario organizar las prioridades y apostar por visitas breves y afables. Ernesto Martín va un paso más allá y propone plantear cada encuentro navideño y pensar en cuál es el propio objetivo de una cena de Nochebuena o Nochevieja. “La familia es la que tenemos, nos gustaría cambiarla, pero hay que partir de la aceptación”, relata el profesional, señalando que hay que tener claro a qué se acude, si vamos a pasar un rato agradable o “vamos a crear una polémica”. De esta forma, es conveniente acudir con la premisa básica de que esto es lo que hay y está en nuestra mano que salga bien. Y la clave es no llegar pensando en tratar de cambiar a nadie, ya sea en materia de ideología, preferencias sexuales o, por ejemplo, religión.

Otro de los consejos que propone este especialista con más de una década de experiencia en la psicología es el de hacer los deberes previamente con tu pareja respecto a la simbólica balanza de cómo se reparten las visitas entre una familia u otra, así como cuestiones como lo que se gasta uno en regalos. Martín explica que es importante que “los dos miembros de esa pareja se sientan en equilibrio” y que eso no tiene que significar necesariamente un 50% a la hora de dividirse entre Nochebuena, Nochevieja o una comida de Reyes. Aquí entra en juego la capacidad de la “escucha activa” y la “negociación” previa, un “win to win”.

La sinceridad puede acabar simbolizando un metafórico detonador de problemas en una reunión social de estas características. Este psicólogo con gran experiencia en temas como la ansiedad o los trastornos de estado de ánimo recuerda que la cordialidad es un gran aliado, pero con una condición. “Hay que mantener la cordialidad, pero no desde una falsedad”, precisa, recomendando realizar un “pequeño ejercicio de introspección”.

Con la empatía no es necesario estar de acuerdo
Ernesto Martín, psicólogo de Psicopartner

Se trata de hacer un examen previo ante cuestiones que pueden irritar de la familia política. Por ejemplo, si nos molesta o no estamos de acuerdo en que se gasten un dineral en la cena podemos pensar que quizá para ellos significa un gran esfuerzo que podemos reconocer. Por eso es importante abordar estos conflictos con cierta dosis de empatía y “con la empatía no es necesario estar de acuerdo”, anota.

  La empatía y la escucha activa son claves para evitar este tipo de situaciones.Westend61 via Getty Images

Lo primero que uno puede pensar, y no estaría tan equivocado, es que la clave para no discutir se basa en la contención. Nada más lejos de la realidad, pero Ernesto Martín propone que es preferible no tener que llegar a este paso. Defiende analizar “qué recursos puedo utilizar yo para gestionar que algo no me afecte”, para no tener que “estar agarrándome al sillón y mordiéndome la lengua ante una opinión”. Por ejemplo, tu cuñado hacer un comentario político. En ese caso puedes respirar hondo, salir cinco minutos de la habitación o tratar de eliminar ese pensamiento. Para ello también sería positivo realizar otro ejercicio previo al encuentro familiar preparándose para este tipo de situaciones.

¿El anterior punto no es factible? Pues sí, ahora llega el momento de la contención. El profesional de Psicopartner apuesta por “tener mucho cuidado con los juicios de valor” y porque “siempre hay que llevar la conversación hacia un tema que no sea enquistado”, véanse conflictos latentes o previos en la familia. El consejo pasa por ser “asertivos, asépticos y tajantes”, puesto que una cena no tiene como finalidad solucionar problemas. “Lo mejor que se puede es hablar del discurso del rey y de si los niños juegan al fútbol”, explica Martín, puntualizando que hay que ser educados y directos para evitar discusiones. Una buena idea, dependiendo de las posibilidades o incluso hablándolo antes en pareja, es firmar una suerte de “pacto de no agresión” con determinadas temáticas.

Se debe respetar la idea y sobre todo no entrar
Ernesto Martín, psicólogo

¿Y que pasa si tenemos al típico familiar que busca el enfrentamiento a toda costa? Martín lo tiene muy claro, “se debe respetar la idea y sobre todo no entrar”. El psicólogo afirma que en el perfil clásico de a quien le gusta mucho discutir suele corresponder con el de “personas con mucha rigidez cognitiva a los que les cuesta asumir otro punto de vista”. No vas a poder cambiarle y ahí es donde tienes que plantearte si todo se va a incendiar por ser del Real Madrid o del Barça, “qué vas a solucionar de tu vida en esos momentos, si vives del fútbol y eres representante de futbolistas igual sí”. Sin embargo, no suele ser el caso.

Otra tarea pertinente para llevar lo deberes hechos. Párate a pensar que aunque un familiar nos caiga mal, siempre puedes acabar sacando algo bueno de este. Para el profesional de la psicología es prioritario “evitar una visión de túnel, es decir, quedarse en el detalle”. Hay que tratar de ver a cada persona con un enfoque global y “olvidarse del prejuicio y de la etiqueta”. Ernesto Martín recuerda que “muy rara vez todos nos comportamos de la misma manera” y que una mala relación familiar no tiene por qué adjudicar a esa persona la concepción que nosotros tengamos de él. Quizás tu suegro o tu tío pueden aportar o enseñarte cosas en las que no habías reparado.

  ¿Es que nadie va a pensar en los niños?Estradaanton via Getty Images

El protocolo social es más importante de lo que parece y hay que prestar especial atención a los rituales o costumbres en cada familia. Lejos de quedarse en lo obvio de que si se está preparando una comida es de buena educación ayudar con los preparativos o poner la mesa, el experto explica que la cena debe ser un proceso que incluya a todo el mundo porque genera un vínculo. Acompañando estas tareas puedes forjar una relación más íntima con alguien que creías no poder tener.

También es importante lograr un equilibrio entre ser uno mismo y mantener el carácter propio con mostrar cierto respeto a esas normas no escritas en cada casa. Quizás tú veas ridículo tomarte las uvas de Nochevieja y prefieras hacer el chiste con chucherías, pero eso puede incurrir en una falta de respeto si en esa casa hay una gran tradición con este momento. Nuevamente, es aconsejable informarse previamente con el diálogo entre los miembros de la pareja que van a cenar fuera, esa antes mencionada conversación previa. “Debe primar una conversación franca y sincera”, destaca.

El gran enemigo o quizás mejor, el gran falso amigo, es el alcohol. Es prácticamente imposible que no esté presente en la mesa y este “puede ser un precursor de la discusión”, tal y como explica Martín. El psicólogo adelanta que “no lo vamos a demonizar, pero el alcohol es un ansiógeno”. Puedes pensar que tomándolo te vas a tranquilizar, pero cada copa te da más papeletas de acabar perdiendo el control. Además, recuerda que entra en juego un doble factor, puesto que las fechas navideñas son complicadas para algunas personas “con ciertas dependencias” como a la bebida, pero también al juego o a la alimentación. Si te pasas bebiendo, todo lo anteriormente expuesto puede irse al traste a la mínima tirantez o comentario.

A veces tampoco somos conscientes de que nosotros también podemos ser la causa de la discusión, el motor del problema. El psicólogo pone el foco en la necesidad de conocer bien las características de cada comensal sentado a la mesa, si tiene alguna dificultad, para poder respetar. “Si un niño es muy tímido no va ayudar que le digas, venga ponte a cantar”, relata Martín, apuntando a que hay personas que tienen claustrofobia social. Hay más ejemplos. Pongamos que una persona está a dieta, entonces si insistimos en que coma más puede acabar generando rechazo o tensión.

Seamos sinceros, cada situación es única y de distintos grados por lo que puede que todo acabe fallando. Si estalla una discusión hay que tener especial atención en que no afecte a los más pequeños de la casa. En este punto, el especialista de Psicopartner indica que es vital “hacerles sentir que ellos no han sido los culpables y que si yo he discutido es porque no he sabido tolerar mis pensamientos negativos”. Hay otro aspecto fundamental y es el de “en ningún momento culpar al otro con el que yo he discutido”, puesto que podemos generar una imagen negativa de dicha persona en el niño.

Los niños no tienen los mismos recursos psicológicos que los adultos para poder manejar la situación
Ernesto Martín, psicólogo de Psicopartner

Hay que remarcar que son distintos pareceres y que estamos aprendiendo a cómo evitar este tipo de escenas en el futuro. “Es importante porque [la discusión] puede quedar grabada en la psique [del niño] y causar un trauma; los niños no tienen los mismos recursos psicológicos que los adultos para poder manejar la situación”, valora Ernesto Martín. También es recomendable contar con una tercera persona que corte de raíz el desencuentro.

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Antón Parada es redactor de actualidad en El HuffPost. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Antes de llegar aquí trabajó cinco años en La Voz de Galicia y pasó por los micrófonos de Radio Voz.

Puedes contactar con él escribiendo a: anton.parada@huffpost.es