El flujo de migrantes a Ceuta continúa con la llegada de pateras abarrotadas de personas

El flujo de migrantes a Ceuta continúa con la llegada de pateras abarrotadas de personas

España ya ha devuelto a 4.800 de las 8.000 personas que han cruzado en los últimos días y Marruecos vuelve a controlar la frontera tras una noche de calma tensa.

Un soldado del Ejército de Tierra conduce a un inmigrante tras salir del agua en la playa de El Tarajal.Brais Lorenzo / EFE

Tras la jornada histórica de ayer, con la entrada en Ceuta de más de 8.000 migrantes -algo así como el 10% de su población-, la ciudad autónoma ha vivido una noche de calma tensa, en la que empieza a volverse a la normalidad, pero con una herida abierta, una crisis desconocida en la zona, por más costumbre que tenga de lidiar con la inmigración y con los vaivenes de las relaciones diplomáticas con Marruecos.

No obstante, los intentos de cruzar a España han continuado a primera hora de la mañana con la llegada de tres pateras abarrotadas de personas, según ha podido comprobar la Cadena SER. Las embarcaciones han sido interceptadas en el mar por la Guardia Civil y varios de sus ocupantes se han echado a nadar para tratar de alcanzar la playa del Tarajal, algunos de ellos, menores de edad.

España ya ha devuelto a más de la mitad de esas personas que cruzaron ayer, unas 4.800, así lo ha explicado el presidente del Gobierno durante la sesión de control en el Congreso de este miércoles. Marruecos ha vuelto a controlar las salidas de personas, tras dos días de fronteras abiertas por pura estrategia, pero la gente sigue llegando a cuentagotas o, al menos, intentándolo, viendo el éxito de los que lo intentaron ayer, por más que no tengan claras las consecuencias.

Una noche de calma tensa

Militares, guardias civiles y voluntarios de Cruz Roja han estado toda la noche atendiendo la llegada de decenas de personas a nado, pero de forma esporádica, sin comparación con los grupos, hasta familias enteras, que llegaban ayer a las playas ceutíes, después de que Rabat dejase de controlar la frontera, en un intento de presionar a España por mantener ingresado en un hospital al líder del Frente Polisario.

De nuevo vigilancia de la Guardia Civil para intentar que los migrantes, la mayoría jóvenes, no llegasen hasta el espigón y de nuevo ayuda para los que lo lograban, que eran acompañados hasta la playa, donde había militares con manos tendidas y mantas para la hipotermia. Tras la asistencia humanitaria, se les está devolviendo de inmediato a Marruecos.

Miles de personas siguen esperando su oportunidad para cruzar, y mientras todo este despliegue trabaja, se ven de fondo pateras que siguen tratando d entrar en aguas española, pero no como de costumbre, sino más llenas, posiblemente de personas que aguardaban a pasar tras la apertura de Marruecos y que tratan de aprovechar la menor vigilancia en el mar. Periodistas de El Faro de Ceuta, Público o la Cadena SER confirman que durante la noche más de un centenar de personas han estado intentando saltar la valla entre España y Marruecos, en zonas sin concertinas, más sencillas, pero sin que hayan tenido éxito.

Sin embargo, también se relata cómo personas que lograron cruzar a Ceuta ayer están haciendo el camino contrario, regresan voluntariamente a Marruecos, visto que no van a tener la oportunidad de quedarse en España. Por eso las calles, ayer llenas, están ahora más vacías, sin incidentes.

Controles de policías alauitas ataviados con cascos y porras están en cruces estratégicos de Beliones y Fnideq, cerca de Ceuta, para interrumpir la afluencia de inmigrantes. Los agentes también se han desplegado en puntos, muy a la vista de las fuerzas españolas, lo que calma los ánimos.

Pese a ese cierre, queda mucho de lo que pasó ayer: en la crispada ciudad de Ceuta, donde ayer un grupo de vecinos abucheó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, están aún millares de inmigrantes marroquís que las fuerzas de seguridad españolas intentan localizar, reagrupar, identificar y devolver. Ejército, Guardia Civil y Policía blindan la ciudad y despliegan patrullas mixtas para ello, después de que se movilizaran 500 soldados. Por eso las cosas mejoran, pero siguen siendo difíciles.

Heridos y menores

Ciento seis inmigrantes marroquíes, entre ellos una mujer embarazada, han tenido que ser atendidos en las últimas horas en el Hospital Universitario y en otros centros sanitarios de la ciudad como consecuencia de la crisis migratoria.

Según ha informado en un comunicado, el director territorial del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA) en Ceuta, Jesús Lopera Flores, ha dicho que desde la tarde de ayer hasta las 11.00 horas de anoche y tras recabar los datos de atención sanitaria, se han atendido a 106 personas.

Desgranando los datos, 73 adultos, 18 menores y una mujer embarazada han sido atendidos en el Hospital Universitario y otras 14 personas en Atención Primaria, de las cuales, 7 han sido en el SUAP y otros 7 han sido atendidos por la unidad de emergencias del 061.

Las administraciones han previsto analizar en las próximas horas la situación de los más de 1.500 menores marroquíes que se encuentran entre las 8.000 personas entradas ayer. Ha sido la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, la que ha convocado de urgencia este miércoles el Consejo Territorial de Servicios Sociales para estudiar con las comunidades una respuesta conjunta a la situación de los menores no acompañados que han llegado a Ceuta.

Según han informado a Efe fuentes policiales, los menores que han entrado en la ciudad han sido llevados a las naves industriales del Tarajal, donde el Gobierno ceutí ha habilitado este espacio para que pasen el confinamiento obligatorio por el covid-19.

Todavía no se ha anunciado el destino de estos menores, después de que la Delegación del Gobierno haya descartado la posibilidad de utilizar un campo de fútbol como se había previsto en un primer momento.

Los niños no entran en el proceso de devolución a Marruecos, si bien ni la Administración General del Estado ni la autonómica se han expresado en este aspecto.

El Faro relata que se está buscando a cuatro chicos, menores también, de los que no se tiene noticia desde que entraron a nado en Ceuta. Sus familias están escribiendo a las redes sociales del diario de referencia en la ciudad autónoma pidiendo información, porque no dan con ellos.

Nuevo ataque diplomático

Lo que no se calma es la tensión diplomática entre Madrid y Rabat. El ministro de Estado de Derechos Humanos y Relaciones con el Parlamento, Mustafá Ramid, ha asegurado que España “sabía que el precio por subestimar a Marruecos es muy alto”, en referencia a que el país no haya cumplido con “la buena vecindad” al “acoger” al secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali. España insiste en que no lo ha acogido, sino que le ha permitido tratarse de coronavirus por motivos humanitarios, porque estaba muy grave y su vida corrían peligro.

“La recepción por parte de España del líder de las milicias separatistas del Polisario, bajo una identidad falsa, sin tener en cuenta las relaciones de buena vecindad que requieren coordinación y consulta, o al menos cuidando de informar a Marruecos, es un acto irresponsable y totalmente inaceptable”, ha escrito Ramid en su perfil de Facebook.

La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, ha abordado esta cuestión, reiterando el argumento de que fue una medida humanitaria, pero señalando que Ghali “tendrá que responder ante la Justicia como cualquier ciudadano”.

La ONU pide paz

Mientras, Naciones Unidas ha expresado esta madrugada la necesidad de que España y Marruecos alcancen un acuerdo “común” para “calmar” la situación.

El portavoz de la Secretaría General de Naciones Unidas, Stéphane Dujarric, ha calificado este martes en rueda de prensa de “angustiosas” las imágenes que ha podido ver de lo ocurrido en Ceuta y ha pedido tanto a España como a Marruecos colaboración para “calmar la situación”.

“Creo que es muy importante que tanto Marruecos como España lleguen a un acuerdo para tratar de calmar la situación”, la cual, ha valorado, es “otra ilustración de los desafíos” a los que se enfrenta la comunidad internacional para gestionar la migración “de una forma humana y que respete la dignidad de las personas”.