Invertir en memoria democrática

Invertir en memoria democrática

A la derecha española no le duele España o, al menos, no le duele esta España.

Imagen de archivo de un homenaje a víctimas represaliadas y desaparecidas durante la Guerra Civil y el franquismo. Sergio Perez / Reuters

En el frontispicio del Panteón de Francia, en París, puede leerse en letras de oro: Aux grands hommes, la patrie reconnaissante (“A los grandes hombres, la patria agradecida…”). Mientras el país vecino honra con honores a sus grandes hombres y mujeres, su polvo cubre los cuerpos de insignes españoles como Azaña y Machado y de tantos otros compatriotas que amaron y que sufrieron por España. Pero la derecha española permanente insensible e indiferente a tanta indignidad.

Españoles que a los que les dolía España, perseguidos, que padecieron exilio, interior y exterior. Los cuerpos de 114.226 españoles permanecen todavía hoy abandonados en cunetas y fosas comunes con familias que claman por una sepultura digna y que solo buscan la paz interior. Pero a la derecha española no le duele España o, al menos, no le duele esta España. Para ellos, son las “batallitas del abuelo” (así las calificó Pablo Casado) ideadas, sin más, para “cobrar subvenciones”. 

Para el PSOE las políticas de memoria democrática constituyen un imperativo moral: reparar el daño individual, neutralizar el olvido y dignificar nuestra historia y nuestra democracia con verdad, justicia, reparación y memoria. Por ello, defendemos una inversión presupuestaria extraordinaria (más de 11 millones de euros) frente a los 0 euros que el Gobierno Rajoy del Partido Popular destinó de 2013 a 2017, incumpliendo la Ley de Memoria Histórica de 2007.

Frente al discurso hiriente y ofensivo de la derecha, hace falta todavía mucha pedagogía social

El PSOE da la bienvenida a unos Presupuestos que contemplan un plan general de exhumación de las víctimas, la conmemoración del 80 aniversario de la muerte de Don Manuel Azaña o la resignificación del Valle de los Caídos, un año después de la exhumación del dictador y coincidiendo con la recuperación del Pazo de Meirás, auténtico símbolo del expolio de la familia Franco y hoy, por fin, patrimonio de todos los gallegos, de todos los españoles.

Hoy damos un paso de gigante, pero será necesario mucho más y, en particular, mucha pedagogía social frente a los todavía nostálgicos del franquismo que, sin escrúpulos, aspiran a aniquilar a media España, a 26 millones de españoles, o frente a esos militares retirados de nuestro Ejército que engrosan las candidaturas de la ultraderecha fascista tras haber ejercido el mando durante 40 años de democracia y haberse codeado con sus homólogos europeos y americanos sin que se les hayan pegado ninguno de sus valores democráticos.

Frente al discurso hiriente y ofensivo de la derecha, hace falta todavía mucha pedagogía social para formar a las futuras generaciones de españoles en la cultura del respeto a los derechos humanos.