La espera(nza) humana asalta la cartelera

La espera(nza) humana asalta la cartelera

Obras en las que se espera. Es decir, sus personajes esperan y, en algunos casos, a sus espectadores se les hace esperar con ellos.

6015559e410000500042db4a

Coinciden en la cartelera madrileña varias obras en las que se espera. Es decir, sus personajes esperan y, en algunos casos, a sus espectadores se les hace esperar con ellos. En este sentido, la más atrevida es la nueva propuesta de Bella Batalla para el programa de Teatro Confinado del Teatro de la Abadía, Telémaco: el que lucha a distancia (un hijo de Grecia). Obra que no acaba hasta que el último y desesperado espectador se cansa de esperar y se desconecta, dejando a Telémaco solo esperando a su padre Odiseo o Ulises. 

No es la única. También está la divertida y excelentemente ejecutada propuesta de Colectivo Fango en los Teatros del Canal de título explícito, La espera. Comedia con karaoke incluido que recibe al espectador con cinco personajes mirando una pantalla en la que la espera se está cargando, como se cargan aplicaciones en el móvil o en el ordenador. En un bonito circulo vicioso o trabalenguas escénico de esperando a que comience la espera que viven tanto actores en escena como público en las butacas, justo antes de que comience este delirio de humor y música.

También está la espera de la Mariana Pineda de García Lorca, en el montaje viejo y a la antigua que se puede ver en el Teatro Español. Esa mujer que borda la bandera liberal esperando a su galán, Don Pedro. Bordado que la llevará a la cárcel donde le seguirá esperando sin que acuda a o venga ese novio que huye, que no se arriesga por ella. Espera(nza) a la que se aferra incluso cuando le han confirmado que no llegará. Una esperanza que le deja como legado a sus hijos. Una esperanza de que las cosas cambien.

Como es una espera, la espera de llegar a destino, lo que le pasa al protagonista de … and breathe normally… la obra que Julio Provencio ha estrenado en el Teatro Fernán Gómez, Centro Cultural de la Villa. Obra en la que su personaje principal hace un viaje físico y real de Bruselas a Madrid y un viaje personal, a través de sus miedos, después haber vivido los atentados yihadistas belgas. De nuevo la espera(nza) de no ser él mismo un terrorista, de no llevar dentro de sí la capacidad de aterrorizar a gentes tan amables como la ancianita que lleva al lado, que lo único que quiere es pasar el rato mientras llega a su destino, por cierto, llamándole a mirar la realidad, lo concreto que tienen cerca.

Y, aunque no lo parezca, también espera Tito Andrónico, el personaje que protagoniza la obra gore de Shakespeare en la clara, directa y aligerada versión que Teatro del Noctámbulo ha traído a la Sala Roja de los Teatros del Canal. Un personaje que tiene una ciega espera(nza) en su idea de Roma. Una Roma justa que celebrará y premiará a sus sacrificados héroes y a la familia de este. Una Roma idealizada, que el personaje comprueba en sus propias carnes, y en las de sus hijos, que no moverá un dedo ante las injusticias y vejaciones a las que el caprichoso emperador y su mujer le someten.

Incluso habla de lo que se espera Metamorphoses (Parte I) la obra multidisciplinar de Back Productions que cerró el Festival Essence de la Cuarta Pared. Un entusiasta espectáculo de teatro, danza, música, performance y video arte en el que se reivindica la fluidez de género, de la vida frente a la espera(nza) mayoritariamente social de que todos sean heterosexuales y se dividan en hombres y mujeres. Peras y manzanas. Espera frente a la que hay personas que se revelan también con la esperanza de que les dejen fluir hacia donde quieren ir, ese mundo de Oz que se promete al final del arco iris.

¿Por qué hay tanto artista esperando? ¿Qué les preocupa y ocupa de la espera? ¿Para qué invitan a reflexionar sobre ella a toda aquella persona que ha acudido al teatro? ¿En que consiste ese estado de espera? ¿Qué se espera? ¿Para qué se espera lo que se espera? ¿O por qué nos desesperamos esperando (y hay espectadores que se desesperan mucho esperando que pase algo en el teatro)? Preguntas y más preguntas que asaltan, de forma consciente o inconsciente, al espectador que harto de las discusiones de me gusta o no me gusta, se sienta en la butaca preguntándose para qué le cuentan lo que cuentan. 

Todas estas obras hablan de la espera, sí, pero hablan más de la frustración de la esperanza en lo que se espera

Parece que para todos estos artistas esperar es un signo de los tiempos en los que viven. Se vive esperando. Se espera al padre ausente, su principio de realidad, aunque haya poco que esperar de un padre como Ulises que llena su ausencia de batallas míticas, viajes sin rumbo, ninfas y sirenas porque le da la real gana, sin propósito (pues ni si quiera dice que le divierta).

Se esperan muchas cosas de la esforzada vida que llevamos. Cosas como son dinero, sexo, juventud, fama y amor cuando la evidencia, sobre todo el deterioro biológico y el azar, lo desmienten. Como saben los personajes de La espera.

Se ponen muchas esperanzas en la ley y en la justicia. Cuando la ley y la justicia están a merced del capricho vengativo y cínico de los romanos, es decir, de los ciudadanos, es decir, de los seres humanos. Como descubre Tito Andrónico.

Se espera que la vida sea como siempre ha sido y nos han contado, cuando nunca lo ha sido. Sino que normalmente es un relato que ha funcionado como best seller, el mejor vendido, y el más comprado. Cuyo marketing comienza, incluso antes de nacer. Cuando se hace una ecografía y los padres quieren asignar un sexo y con él un género amoroso a la prole, como se ve en Metamorphoses (Parte I)

Todas estas obras hablan de la espera, sí, pero hablan más de la frustración de la esperanza en lo que se espera. Y de las reacciones, las respuestas que las sociedades actuales y los individuos le están dando a esa espera frustrada.

Desde la justicia tomada por su mano a lo Tito Andrónico. A ese consumo errático de cultura y entretenimiento, mezclados sin solución de continuidad, al que se invita a los espectadores de Telémaco hasta que el cuerpo aguante.

Desde ese bucle de irrealidad en el que hay muchos seres metidos gracias al miedo que llevan en el cuerpo. Un miedo lleno de opiniones sobre el mundo, las opiniones de otros. Un miedo por la falta de evidencias. Un miedo que impide respirar con normalidad, oxigenarse, incluso en ambientes cerrados y perfectamente estabulados como es el avión de …and breathe normally... 

Hasta aquellos que optan por la frustración de la esperanza que supone la espera y que se instalan en ella a lo Mariana Pineda, como forma de no contaminarse con la tozuda realidad. Aquellos que se inmolan y martirizan en la espera, porque ser mártir y víctima, sufrir o haber sufrido, tiene mejor prensa, es más respetable, es un legado que dejar.

Todas reacciones humanas. Diversas formas de esperar, de tener esperanza. De ser en sí mismo una esperanza. Y, por tanto, una incertidumbre. Nunca una certeza. Siempre una pregunta. El teatro humano, el teatro de las preguntas. ¿Ser (espera) o no ser (espera)?, he aquí la cuestión.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.