Los y las jóvenes del espacio iberoamericano somos la solución

Los y las jóvenes del espacio iberoamericano somos la solución

La actual crisis de la COVID-19 tampoco podrá frenar a nuestra generación ni a las que vienen detrás de nosotros.

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Hoy es el Día Internacional de la Juventud. En el espacio iberoamericano somos más de 200 millones de jóvenes de entre 15 y 35 años. Ya tuvimos que sufrir la crisis de 2008 en la que se nos repitió hasta la saciedad que no podíamos aspirar a tener nunca una vida digna, enviándonos así al cajón de las generaciones perdidas. Pero la juventud iberoamericana no se resigna ni entonces ni ahora: la actual crisis de la COVID-19 tampoco podrá frenar a nuestra generación ni a las que vienen detrás de nosotros. Los jóvenes iberoamericanos entendemos de lucha, de derechos y de reivindicar lo que nos pertenece por derecho: un mundo en el que aspirar a vivir libres e iguales.

El Tratado Internacional de la Juventud es un texto que los jóvenes que residimos en el espacio iberoamericano no podemos dejar de reivindicar. Al igual que el Plan 30 (Pacto Juventud 2030) que presenta el Organismo Internacional de la Juventud es otro de los textos que los jóvenes debemos trabajar e implementar: solo desde el compromiso con los derechos y con las libertades públicas podremos hacer un espacio iberoamericano de seguridad y progreso. 

Como portavoz de Derechos de la campaña “Somos la solución” que el Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica lanza hoy, Día Internacional de la Juventud, reivindico el legado de los que nos precedieron en la conquista por las libertades, pero también exijo el compromiso de los gobiernos e instituciones con la juventud de Iberoamérica: los y las jóvenes no somos ninguna moneda de cambio, ningún trofeo y ninguna mercancía de trueque. Somos sujetos con derechos, y estamos aquí para conquistar nuestro propio destino, a pesar de los repetidos intentos de gobiernos e instituciones de instrumentalizar la realidad de la juventud iberoamericana. 

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Estamos comprometidos con las mujeres, con el colectivo LGTBI, con las diversidades, con las personas migrantes, con las personas trans. Y estamos comprometidos con nosotros mismos. En un mundo eminentemente adultocentrista, los y las jóvenes tenemos que alzar nuestra voz y reivindicarla como propia sin tutelas. La juventud tiene una agenda propia, y la juventud iberoamericana, además, tiene el reto de poner en la agenda el reto de construir un espacio de progreso amplio y hondo.

El Plan 30 es el mejor punto de partida y la mejor agenda en la que mirarnos los jóvenes de Iberoamérica. Es hora de trabajar en nuestras asociaciones, en nuestros barrios y entornos, con nuestra propia agenda y apoyados en textos como este plan o como el Tratado Internacional de Juventud, que nos recuerden que somos sujetos con agencia, que tenemos derechos, que tenemos agenda propia y que solo puede ser implementada por nosotros y nosotras.

La actual crisis de la COVID-19 tampoco podrá frenar a nuestra generación ni a las que vienen detrás de nosotros.

No toleramos la transfobia, ni la violencia ejercida contra las personas migrantes, ni la violencia contra las mujeres, ni consentimos la destrucción de nuestro planeta. Por eso luchamos y por eso seguiremos luchando: por hacer de nuestro espacio iberoamericano un lugar mejor y más digno en el que vivir. Estoy orgulloso de ser un joven iberoamericano, y de no pedir permiso por tener una agenda propia y en algunos casos disidente de la aparente hegemonía de los pensamientos dogmáticos, adultocéntricos y machistas que muchas veces tenemos que soportar en Iberoamérica y en el resto del mundo.

Seguiré trabajando por construir puentes entre las personas, y por intentar mejorar el mundo que me rodea. Los y las jóvenes de Iberoamérica somos la solución. Una solución de fraternidad, concordia, paz y al mismo tiempo conquista de derechos. Y seguiremos debatiendo y convenciendo hasta hacer que el espacio iberoamericano sea realmente un lugar referente en el mundo para los derechos, para las libertades y para la fraternidad entre todos los seres humanos.

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Doctorando en Psicología por la Universitat Autònoma de Barcelona, en la línea de investigación "Poder, Subjetividad y Género". Activista por los Derechos Humanos. Máster en Intervención Psicológica por la UDIMA y Experto Universitario en Trastornos de la Personalidad por la misma universidad. Máster en Formación del Profesorado en UNED. Diplomado en Perspectiva de Géneros y Bioética Aplicada por la Universidad de Champagnat, Mendoza, Argentina. Formación de posgrado en violencia de género y participación en congresos internacionales de temática feminista, bioética, diversidad sexual y género. Dos veces portavoz de derechos del Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica, único organismo internacional público en materia de juventud en el mundo. Premio Cristina Esparza Martín 2020 en la categoría de Activista del año por su defensa de la igualdad de género y a favor de los derechos del colectivo LGTBI. Ha sido uno de los observadores internacionales coordinados por el centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero para velar por el cumplimiento de la Ley de Amnistía del Estado de México.