Tejero se sienta en el Congreso

Tejero se sienta en el Congreso

Estoy harto, estoy indignado, estoy dispuesto a no consentirlo más.

Tejero, armado, asalta el Congreso el 23-F de 1981Keystone via Getty Images

Desde 2019 llevamos recibiendo insultos, amenazas, exabruptos, denigraciones, acusaciones falsas y mentiras por parte del grupo parlamentario VOX a la izquierda en la sede de la soberanía nacional, el Congreso de los Diputados. Nacen del odio que tienen a los y las que no pensamos como ellos.

No hay diputado o diputada de VOX que no lo haga en cada ocasión que interviene en una sesión plenaria o en una comisión parlamentaria. Da igual el tema a tratar. Tienen un argumentario de provocación que repiten a diario. Es una reiteración que de tanto escucharla, a veces creemos que es un hábito y, por tanto, una normalidad, pero jamás deberíamos aceptarla ni puede ser asumida en el debate parlamentario, en la opinión publicada y pública ni en las redes sociales.

Cada vez que nos callamos ante esta nueva oleada de fascismo encubierto del siglo XXI les damos una oportunidad para seguir extiendo su odio al que no piensa como ellos y ellas. Los demócratas no podemos estar en silencio.

La discrepancia no existe para ellos, con su lenguaje y gestualidad buscan la confrontación para deslegitimarlo todo, a los que no piensan como ellos y a la institución donde representamos a esos “antiespañoles” que tanto odian. Y no es nuevo, ni han cambiado tanto desde hace 42 años, cuando Tejero y sus acólitos entraron con pistolas al Congreso de los Diputados para dar un golpe de Estado, “España es mía y vosotros sois sus enemigos”.

Cada vez que nos callamos ante esta nueva oleada de fascismo encubierto del siglo XXI les damos una oportunidad para seguir extiendo su odio al que no piensa como ellos y ellas

Ahora camuflan la aceptación de la Carta Magna para poder entrar en las instituciones, pero una vez dentro de ellas, solo están para pisotear nuestra Constitución y sus valores de convivencia.

Tengo una permanente sensación cuando estoy en el Congreso de que Tejero es el siguiente diputado de VOX que va a tomar la palabra en la tribuna, dispuesto a romper esa delgada línea entre los límites de la democracia y el fascismo de nuevo cuño. Se sostienen en aquella para espolear a los antidemócratas que han existido siempre en nuestro país y atraer a los tentados de aceptar las proclamas del populismo de brocha gorda que han traído de nuevo.

Estoy harto, estoy indignado, estoy dispuesto a no consentirlo más. Y creo que una gran mayoría de españoles, personas de izquierda o de cualquier otro pensamiento político, debemos levantarnos de forma más clara y rotunda ante quienes han venido a reventar nuestra convivencia democrática.

Tengo una permanente sensación cuando estoy en el Congreso de que Tejero es el siguiente diputado de VOX que va a tomar la palabra en la tribuna

Hay dos formas de blanqueamiento preocupantes, y a las cuales debemos hacer frente. En primer lugar, la referida a los medios conservadores y ultraconservadores que difunden sus mensajes sin ningún rubor. Y la permisividad de otros medios de comunicación que bajo el titular de “bronca en el Congreso” y la perniciosa equidistancia de “todos son iguales” acaban llamando confrontación cuando solo disparan desde la bancada de las derechas.

Y existe el blanqueamiento político que ejerce el PP desde que emergió VOX. Tanto con sus silencios en infinidad de ocasiones cuando ponen todo su arsenal dialectico de odio como en sus continuas imitaciones en lenguaje, formas y fondo. Todo sea por sus pactos de gobierno, porque allá donde les son necesarios para ostentar poder alguno recurren exclusivamente a ellos. Cuando Abascal acuñó aquello de “la derechita cobarde” con el propósito de amedrentar al PP, sabía que le abría un camino para crecer electoralmente. El PP durante años retuvo a esos votantes como un mal menor, les votan para adaptarse al sistema democrático, y hoy ya tienen al partido que lo cuestiona sin complejo y con la agresividad que desean.

Y no, no es una cuestión de sumar para gobernar unos u otros, es un elemento aún superior, significa respetar la democracia que nos ha dado las mejores décadas de nuestra historia. No quiero retroceder al pasado, ni vivir lo que vivieron mis padres y abuelos. Quiero un país mejor, donde la discrepancia, la pluralidad y la convivencia  vivan en armonía. Un ejercicio pensando en nuestras próximas generaciones.

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Daniel Viondi (Madrid, 1975) es diputado del PSOE por Madrid