'¿Le harán la kamala?' | Trump cumple otro año en el Despacho Oval, pero ¿dónde están los demócratas?
El análisis de los principales perfiles de políticos de la oposición que podrían acabar protagonizando el ticket electoral de las siguientes elecciones presidenciales. ¿Volverá a intentarlo la exvicepresidenta Harris?, ¿cómo evolucionarán figuras emergentes como la de los gobernadores de California o Pensilvania?

Unos podrán decir que parecía ayer -sin saber muy bien si se refieren a un 'ayer' próximo o a uno de 2017- y otros podrán exclamar un "¿todavía?", pero la realidad que entraña este próximo 5 de noviembre es que Donald Trump habrá cumplido su primer año desde que las urnas le entregaron un nuevo mandato como 47º presidente de los EEUU. Sentado en el Despacho Oval desde finales de enero, el mandatario estadounidense ha ido cumpliendo con creces parte de su programa, concretamente el que ha desatado auténticas cacerías racistas en todo el país, pero con especial ahínco en las 'ciudades santuario' que gobiernan autoridades con carné del Partido Demócrata.
Entre los vaivenes de una guerra arancelaria que se reactiva y se suspende al antojo del presidente y sus choques con homólogos, con una inflación aún sin doblegar -y sin visos reales de que vaya a conseguirlo sin cortar cabezas en la Reserva Federal- además de un cierre del gobierno federal que este miércoles, con 36 días, ha superado en un día al anterior récord. Pero el cierre que se produjo entre el 22 de diciembre de 2018 y el 25 de enero de 2019 también es una suerte de legado político que corresponde a Trump, así que queda todo en casa, pero sin blanca. Según cálculos de la Oficina de Presupuestos del Congreso de EEUU, el impacto económico de este cierre dejará un agujero de entre 7.000 y 14.000 millones de dólares. Y subiendo.
Con esta carta de presentación, muchos se están preguntando si deberían cambiar el voto republicano que convirtió a Trump en el presidente con más voto popular de la historia de este país norteamericano. Pero muchos otros también se hacen otra pregunta, quizás, íntimamente relacionada con la anterior. ¿Dónde se han metido los demócratas que podrían recoger ese descontento? Una cuestión que resuena con más fuerza, a menos de un año de las midterm, las elecciones de medio mandato en las que los republicanos podrían perder la mayoría parlamentaria en ambas cámaras.
El elefante aún no le ve las orejas al burro: ¿hacia qué Partido Demócrata vamos?
Las convulsiones y contradicciones que asolan al movimiento MAGA (el microuniverso trumpiano construido en base a aquella proclama que cabía en una gorra: 'Make America Great Again') no afectan únicamente al mismo Partido Republicano cuyos cimientos se vieron removidos por la nueva forma de hacer política -populista- con la que Trump barre en primarias a cualquiera republicano tradicional. Las turbulencias están siendo patrimonio de ambos partidos y, al igual que en esas filas MAGA hay malestar por cuestiones como la (no) desclasificación de los papeles del caso Epstein o la ruptura entre Trump y el magnate Elon Musk, entre los demócratas las aguas bajan revueltas y no faltan pescadores.
Tras el batacazo de la 'operación Kamala', que se activó al constatar los demócratas y George Clooney -EEUU ya hacía tiempo que lo tenía bastante constatado- que Joe Biden era un candidato imposible de presentar, las voces que se han alzado en el Partido Demócrata son las mismas que han venido reclamando un giro en las políticas que les han definido hasta la actualidad. Es decir, la suerte de promesa que también está incumpliendo Trump con los suyos, la de acabar con el actual statu quo y establishment.
Pero esas voces son las mismas que han emergido siempre pidiendo un cambio real, sin tener realmente viso alguno de poder dar un golpe en la mesa demócrata, la de personalidades como la de Bernie Sanders o de Alexandria Ocasio-Cortez (con acrónimo consolidado: AOC) y, de forma más reciente, el neoyorquino Zohran Mamdani, quien esta noche puede convertirse en el primer alcalde de la Gran Manzana en ser musulmán, abiertamente antisionista y con propuestas como subir los impuestos a los ricos para financiar autobuses gratuitos o una mejor sanidad. Spoiler: no, no es el tipo de demócrata que acaba consiguiendo apoyos multimillonarios. Es más bien el que tiene que apartarse en las primarias para dejar paso a alguien más 'presidenciable', como un Joe Biden.
El propio Sanders retrató la situación de los demócratas en unas declaraciones para un reportaje de The New York Times, en 2017, aún sin saber que acabarían enviando a un Biden que representaba la política de la vieja usanza contra un Trump. Y que allí donde fracasó una mujer -Hillary Clinton- ¡él ganaría! "Hay quienes en el Partido Demócrata quieren mantener el statu quo. Prefieren hundirse con el Titanic con tal de tener asientos de primera clase", deslizó el político demócrata, por aquel entonces, septuagenario -hoy tiene 84 años y sigue reclamando lo mismo- y eternamente calificado como 'socialista'. Cabe recordar que eso aún es un insulto en EEUU. A pesar de que McCarthy lleva muerto casi siete décadas.
En el peor momento de Trump, los demócratas siguen sin convencer
Pero se atisba una contradicción mayúscula, que es fácilmente comprensible con un vistazo a dos recientes encuestas. Por ejemplo, de cara a las midterm del próximo curso político, los demócratas le sacan 8 puntos a los republicanos, según los consultados por la cadena NBC. Estamos hablando de un 50% frente a un 42%, que hace 8 meses, en marzo, era solo un punto de distancia. Es decir, un 48% frente a un 47%. Pero, más allá, de esas cifras, sobresale otro dato. De todos esos consultados, solo el 28% tiene una opinión positiva del actual Partido Demócrata, lo que retrata que hay gente que quiere darle la espalda a Trump pero no encuentran el rostro en la oposición hacia el que quieren mirar.
Dicho sondeo entronca con otro a cargo de la cadena ABC News, el diario The Washington Post y la encuestadora Ipsos. Aún con toda la que está cayendo, hubo más consultados que afirmaron que el Partido Demócrata está "desconectado de las preocupaciones de la mayoría de las personas en Estados Unidos hoy en día" (68%) que del propio Trump (63%) y del Partido Republicano (61%). El gran titular de esa encuesta era que seis de cada diez estadounidenses culpan a Trump de la situación económica.

Kamala Harris, ¿segundo asalto?
El momento de incertidumbre y descabezamiento que se vive en las filas demócratas quedó perfectamente representado tras el bombazo que dejó Kamala Harris en una entrevista con la cadena británica BBC. La misma persona a la que se achacó parte de la debacle demócrata -más allá de las prisas, la apuesta por una vicepresidenta en activo que era identificada como el mismo establishment- ha dejado caer que luchará por un segundo intento en la carrera hacia la Casa Blanca.
¿Cómo lo hizo? Con sutileza y apelando a esa emoción de lograr que la gran potencia mundial tenga al fin a una mujer presidiendo el Despacho Oval. Dijo que estaba convencida de que sus nietas, "sin duda en vida", acabarían viendo a una mujer haciéndolo. La periodista no perdió la oportunidad y afinó. ¿Podría ser esa mujer la propia Kamala? "Posiblemente", contestó Harris, señalando que "no he terminado" en la política y recordando que "he dedicado toda mi carrera al servicio público y lo llevo en la sangre", pero dejando claro que aún no había tomado la decisión.
No se quedó ahí Kamala y resolvió otra gran incógnita, a su parecer. Preguntada directamente sobre un hipotético escenario, aquel que parecía dibujarse desde que Biden se convirtió en presidente en 2021 teniendo ya 77 años, la de que ella hubiera sido desde el principio la que encabezaría el ticket electoral en 2024 como un obvio relevo. Harris cree que "si", que si Biden hubiera dado un paso atrás desde el principio hoy ella sería la primera mujer en presidir EEUU. Pero esas posibilidades dependerían de que los pesos pesados demócratas del momento no se postulen y acaben llevándose unas primarias contra la segunda mujer a la que Trump derrotó. Y los hay.

Gavin Newsom, pararle los pies a Trump desde California
Con todo, antes de que Kamala reapareciese en titulares, ya había algunas personas que se habían ido perfilando como las grandes apuestas del futuro del Partido Demócrata. Y si hay alguien que ha hecho méritos en esta materia es el actual gobernador de California, Gavin Newsom. Y lo ha hecho marcando distancias con cualquier otro compañero de formación política, optando por una estrategia que se basa en una especie de premisa de enfrentarse a una política dominada por la estridencia de Trump y del movimiento MAGA con su mismo lenguaje y armas.
A escasos meses de que Trump volviera a estar decorando la Casa Blanca, Newsom, de 57 años, lanzó un pódcast con un titular bastante sugerente ante el desierto de líderes demócratas resultante de la era Biden: 'Este es Gavin Newsom'. Ante ese micrófono comenzaron a desfilar voces del movimiento MAGA siendo invitados a debatir. Esa etapa duró poco, pero comenzó a sonar fuerte el nombre de a quien Trump apoda peyorativamente Newscum -juego de palabras con su apellido que viene a significar algo similar a escoria o suciedad-.
Para hacerse una idea del personaje, Newsom es el mismo político que durante 10 días jugó a demostrar que sabe jugar a ser Donald Trump, si es con el pretexto de hacerle enfurecer. Durante ese tiempo imitó la forma de expresarse del mandatario estadounidense en sus redes sociales. Y sí, eso pasó por muchas mayúsculas, provocaciones, hipérboles, memes e IA. Entre los ataques que le dejó a Trump se lleva la palma una publicación en X en la que comparte una imagen de Trump señalando a su homólogo ruso, Vladímir Putin, con el dedo en el pecho. Newsom adjuntó una de él señalando a Trump con el siguiente texto: "MANOS DELGADAS ESTÁ COPIÁNDOME -PERO SIN EL AGUANTE (TRISTE)-, Y REALMENTE SIN EL 'LOOK'". Y lo cerró con una expresión machista de uso común entre los partidarios más ultras de Trump: "UN BETA TOTAL".
El gobernador del mayor estado en manos demócratas acabó siendo blanco de la ira de la Casa Blanca. Los Ángeles, la mayor ciudad de dicho territorio, fue el primer objetivo de las redadas de los servicios de Inmigración, el ICE, y la primera ciudad demócrata donde Trump probó su experimento de despliegue de soldados de la Guardia Nacional y de marines. Desde entonces, Newsom se erigió en la gran voz que planta cara a Trump y, de hecho, esta noche tiene otra prueba de fuego. Ante los intentos de los republicanos de reducir el número de parlamentarios en feudos como Texas, Missouri, Carolina del Norte, Ohio o Indiana -lo que supondría reducir aún más la presencia demócrata en estos-; California responderá con la misma moneda, la Propuesta 50.
Los californianos votarán esta madrugada sobre una reducción del número de legisladores -de ambas cámaras- que podría traducirse en que hasta cinco de los 435 escaños de la Cámara de Representantes acaben pasando a manos de los demócratas, según la actual aritmética parlamentaria. Pero lo realmente importante de cara a un Newsom que se enfrente al sucesor de Trump en 2028 no es la respuesta en sí, sino el haberla tomado el primero. Si la iniciativa sale votada favorablemente, tal y como apuntan los sondeos, otros Estados demócratas se verían forzados a tomar medidas similares, por ejemplo, en Virginia, Colorado, Illinois y Maryland.

Josh Saphiro, de no integrar el último ticket a poder encabezarlo
Todavía sigue en la partida otro gobernador demócrata que ya había sonado con mucha fuerza meses antes, en 2024. Cuando se activó la 'operación Kamala' y se lanzó su candidatura había que buscar un socio para que fuese su vicepresidente. Una auténtica investigación demoscópica milimétrica que arrojaba la necesidad de que este fuese un hombre capaz de competir con el JD Vance de Trump y que además apuntalase las zonas donde más pinchaban, el rural y el medio oeste. Sí, en base a esos cálculos, esa búsqueda pasaba también porque el compañero de ticket fuese blanco.
El elegido acabó siendo el gobernador de Minnesotta Tim Walz, en una firme apuesta por dar voz a la América rural que no había sucumbido ante Trump, pero hasta el último momento resistía en las quinielas el nombre de Josh Saphiro, gobernador de Pensilvania. Abogado y posteriormente fiscal general del territorio que hoy gobierna, se labró su carrera con casos sonados como la publicación del informe del gran jurado sobre los abusos cometidos en el seno de la Iglesia católica. Fue el fiscal que sacó a la luz que 300 sacerdotes habían abusado de unos 3.000 niños.
El gobernador de Pensilvania también es judío practicante y este fue uno de los mayores 'peros' que se le pusieron dentro del partido a la posibilidad de un cartel Harrris-Saphiro. No porque en el Partido Demócrata haya algún tipo de reticencia, sino por el momento histórico en el que tuvo lugar la carrera electoral de 2024. La invasión israelí sobre la Franja de Gaza tras los brutales atentados de Hamás del 7-O ya se traducía en aquellos meses previos en una carnicería que posteriormente sería catalogada como "genocidio" por parte de una agencia independiente de la ONU. Y las bases demócratas, así como buena parte de la comunidad estudiantil, se habían levantado en protesta tomando las universidades.
Si Harris ya era vista como la pata de un Gobierno tibio con la forma de actuar del de Netanyahu, se había instalado cierto temor en que Saphiro supusiese una fuga de votos en ese ámbito. Lo cierto es que él cerró filas con Tel Aviv desde el comienzo de la invasión, si bien dejó algunas críticas a "la muerte y la destrucción que ha ocurrido en Gaza", pero acabó condenando aquellas protestas reclamando la intervención de las autoridades. Las mismas protestas en las que figuras como Ocasio-Cortez y Sanders se movían como el agua. Las distintas almas que habitan el Partido Demócrata se preguntaban cuál sería el mayor balance de daños a tener en cuenta. Quizás, hoy, esa metáfora de retrato siga siendo idéntica.
